La NASA ha registrado dos gigantescas erupciones solares y el panorama para la Tierra no es muy alentador.
La agencia espacial ha dicho que la tormenta solar resultante podría afectar a la Tierra a partir del 14 de marzo, perturbar los satélites y causar cortes de energía en algunos lugares.
Sin embargo, las partículas cargadas que conforman la tormenta solar podrían crear impresionantes vistas de las Luces del Norte mientras interactúan con nuestra atmósfera.
El tiempo es un factor crucial.
La llegada de la tormenta solar coincide con la formación de las «grietas equinocciales» en el campo magnético terrestre, que se forman alrededor de los equinoccios del 20 de marzo y el 23 de septiembre de cada año.
Este evento podría siginificar un problema importante para la tecnología como los satélites del sistema GPS, más susceptibles a las partículas magnéticas entrantes.
«Una pequeña tormenta geomagnética está en efecto para el 14 y 15 de marzo de 2018. La Aurora puede ser visible en altas latitudes», escribió la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de los Estados Unidos (NOAA) en una declaración tendiente a mantener la calma a nivel global.
Las partículas provenientes del Sol tras las llamaradas solares que tuvieron lugar el 6 y 7 de marzo, podrían causar “fluctuaciones débiles de la red eléctrica” y un «impacto menor en las operaciones satelitales», según la NOAA.
La NASA dijo que la primera de las dos llamaradas -clasificada en la potente Clase X y orientada directamente a la Tierra- fue la más grande de este año.
Los pronosticadores sólo son capaces de predecir grandes tormentas espaciales, que pueden causar enormes cortes de energía y perturbar nuestros sistemas de comunicaciones, con sólo 19 horas de anticipación.
El clima espacial es causado por el comportamiento del Sol y puede ocurrir en forma de tormentas de radiación, llamaradas solares y, en el caso más preocupante, eyecciones de masa coronal – que envía una veintena de materiales solares al espacio, a veces hacia la Tierra.
Todos eso modifica la atmósfera y el campo magnético de la Tierra, afectando nuestra tecnología, satélites e interrumpiendo nuestros sistemas eléctricos, lo que puede dejar paralizadas grandes áreas del planeta.
El campo magnético de la Tierra es el escudo protector de las inclemencias espaciales, fundamentalmente de las tormentas solares.
Al incidir sobre este escudo, las partículas se dirigen principalmente hacia las zonas polares, en las cuales el campo magnético tiene una disposición e intensidad diferentes. Esta interacción entre las ráfagas solares, el magnetismo terrestre y la atmósfera es la responsable de las conocidas luces del norte y las australes.