Un nuevo estudio elaborado por la revista ‘Nature’ apunta a que fue una sequía la que propició la debacle económica, política y social de este pueblo con grandes conocimientos astronómicos.
La teoría ya había sido contemplada, pero nunca comprobada con tantos estudios científicos. Por eso resulta tan reveladora la investigación encabezada por el antropólogo Douglas Kennett, académico del Departamento de Antropología de la Universidad de California.
A través de una serie comparada de datos arqueológicos, históricos, osteológicos y paleoclimatológicos, se concluyó que un periodo de sequía fue decisivo para la decadencia del imperio maya, que se asentó hace cientos de años en lo que hoy es el sureste de México, Guatemala, Belice, Honduras y El Salvador. De hecho, existen registros de la cultura maya desde el año 1.800 a.C. Su caída como imperio sucedió entre 1400 y 1450, periodo en el que la región fue azotada por una terrible sequía, de acuerdo con el estudio.
«La sequía estimuló el conflicto civil y el fracaso institucional del imperio. Nuestros datos indican que el colapso institucional ocurrió en el contexto ambiental de sequía y conflicto dentro de la ciudad», dice un aparte de la investigación.
Las consecuencias de la sequía fueron diversas. La escasez de agua fue una de ellas. Algo catastrófico para una civilización precolombina, cuya economía dependía casi totalmente de la agricultura, especialmente del maíz.
Los expertos firmantes del estudio afirman que los mayas tenían algunos problemas que agravó su crisis: la falta de almacenamiento centralizado de granos a largo plazo y las oportunidades mínimas de riego artificial. Esto contribuyó a que el clima político y económica entrara en una convulsión intensa.
«Las dificultades a largo plazo causadas por el clima provocaron tensiones que fueron avivadas por grupos políticos cuyas acciones culminaron en violencia política más de una vez en Mayapán«, agrega.
Cuando los conquistadores españoles llegaron a lo que hoy es Méxicocomandados por Hernán Cortés, en 1519, se encontraron con diversos pueblos mayas distribuidos en el sureste de México y Centroamérica, pero ya no vieron el gran imperio que fue en su momento. Los mayas fueron el pueblo que mayor resistencia opuso a la conquista espiritual, bélica, social y cultural que llevaron a cabo los ibéricos.