¿Porqué es peligroso el Populismo para la Democracia?

by Redacción

El populismo de la izquierda es una de las actuales tendencias más dañinas para la democracia liberal. De acuerdo con Mario Vargas Llosa en el libro titulado ‘El Estallido del Populismo’, este es una degeneración de la democracia que puede acabar con ella desde adentro. Es, ante todo, la política irresponsable y demagógica de gobernantes que no vacilan en sacrificar el futuro de una sociedad por un presente efímero.

En el excelente libro de la autoría de Axel Kaiser y Gloria Álvarez, ‘best seller” en todo el mundo, El Engaño Populista -que debiera ser lectura para todos los que nos preocupamos por el destino de nuestros países- estos nos señalan que “políticamente el populismo suele encarnarse en un líder carismático, un redentor que viene a rescatar a los sufrientes y asegurarles un espacio de dignidad en el nuevo paraíso que este creará.

Ese líder dice encarnar al pueblo y por lo tanto quien esté en contra de sus pretensiones estará siempre por definición en contra del pueblo”.

Nos dicen también “que un rasgo esencial en la mentalidad populista ha sido siempre -y continúa siendo- culpar de todos los males de la sociedad a otros: a los ricos, a los gringos, al capitalismo o a la CIA.” “En pocas palabras siempre somos víctimas y, por tanto, necesitamos de un salvador que ponga fin a la conspiración conjunta de las oligarquías nacionales y los perversos intereses capitalistas internacionales.” “Esta obsesión por culpar a otros de los propios fracasos sigue estando tan viva como nunca y es una característica decisiva de los movimientos populistas que han llevado a la ruina a países de América Latina.”

En otras palabras, el populismo es la acción demagógica de políticos mesiánicos de ofrecerle al pueblo -“víctima del sistema”- todo lo que este supuestamente ansía, quiere y demanda para su bienestar. Es decirle a cada cual lo que desea escuchar para lograr su bienestar con el objetivo de obtener el poder y la hegemonía política mediante ofertas populares que atraen, gustan y satisfacen a las masas, particularmente las menos educadas. Los sectores socialistas y comunistas han utilizado el populismo muy efectivamente para hacerse con el poder para desde ahí destruir el sistema capitalista.

El socialismo del siglo XXI es un concepto que desde hace cerca de dos décadas aparece adquiriendo gran difusión mundial al ser inicialmente mencionado en un discurso por el entonces presidente de Venezuela, Hugo Chávez, el 30 de enero de 2005, desde el V Foro Social Mundial. El objetivo de estos socialistas, comunistas del siglo XXI es mediante el discurso populista advenir al poder democráticamente y una vez allí destruir el sistema democrático que los llevó al poder y sustituirlo por la dictadura socialista. Ahí están como ejemplo Venezuela o Nicaragua.

De acuerdo con los revolucionarios y populistas locales (Nuevas Ideas), todos nuestros males son producto de nuestros malos políticos, porque según su líder todos los políticos, menos él, son corruptos, ladrones, o algo más. Nayib Bukele utiliza efectivamente cualquier discurso, sin importar el que sean huecos y sin contenido para prometer y decirle lo que quieren oír aquellos a los que desea conquistar para fines políticos-ideológicos. Eso es muy peligroso.

Ningún gobierno será recibido en peores condiciones que la administración 2019-2024. Gane quien gane, recibirá un país en quiebra, con un crédito comprometido y escaso, con más de 40 mil nuevos empleados de gobierno que no cumplen ninguna función específica que beneficie a El Salvador.

El próximo presidente de la República, ante esta situación, deberá tener mucho entusiasmo, vigor y energía para trabajar día y noche, los siete días a la semana. Como si esto fuera poco, se enfrentará a una oposición que no construye, que no propone, sin proyecto de país, sin verdadera definición ideológica, sin talento y sin tener nada positivo que presentarle al pueblo.

Tradicionalmente, en El Salvador, la oposición, venga de donde venga y de la filiación política que venga, se dedica únicamente a oponerse férreamente a todo lo que el gobernador propone y hace. Como si esto no fuera suficiente adversidad, ahora el próximo gobernante se encuentra con otro tipo de oposición fuera de la Asamblea Legislativa.

El próximo presidente de El Salvador, de respetarse la ley y cumplirse los procedimientos legales para participar como partido político en una gesta electoral dirigida por el Tribunal Supremo Electoral (TSE), se enfrentará a grupos desestabilizadores dirigidos por un megalómano que no respeta nada ni nadie, para quien la ley no es más que letra muerta, lista para ser violada o despreciada.

Nayib Bukele, actualmente un paria político, despreciado por sus excorreligionarios del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN); que ha coqueteado con ‘Mundo y medio Mundo’, que ha pasado efímeramente por la Democracia Cristiana (PDC) (cuestión de horas), luego por Convergencia Democrática (CD) (cuestión de días) y que ahora busca ‘comprar’ a la Gran Alianza por la Unidad Nacional (GANA) (?????), buscará levantar a los inocentes, ignorantes y desencantados, para realizar ‘relajos’ y levantamientos callejeros en contra del sistema, todo parte de una rabieta por no haber podido accesar al Poder en sus propias condiciones, no las del sistema democrático que rige al país.

De repetirse el partido político que se encuentra actualmente en su segunda Administración, se espera continuidad, ya que el excandidato en las primaria del partido rojo y que fuera derrotado por el actual candidato, Hugo Martínez, Gerson Martínez, fue escogido por la cúpula efemelenista como a cargo del diseño del Plan de Gobierno del candidato; misma labor que realizó para el gobierno del ahora prófugo de la justicia, Mauricio Funes Cartagena y del actual mandatario, Salvador Sánchez Cerén.

Si acaso la Alianza Republicana Nacionalista (ARENA) volviera al poder, además de todos los problemas que se presentarían a cualquier candidato, de cualquier partido político, Carlos Calleja se encontrará con un problema dentro de su propio partido, en el presidente de la Asamblea Legislativa, Norman Quijano, que se comporta, como vulgarmente se dice en El Salvador ‘como chucho sin dueño’ y su séquito de diputados que carecen de disciplina partidaria.

Aunque de primera intención se aparenta unidad en el partido, lo cierto es que algunas acciones y reacciones del grupo parlamentario se perciben como la intención de una lucha a destiempo por cuotas de Poder.

En tiempos de dificultad Económica y Social, como de Seguridad, como los que padecemos y, frente a un evento electoral, la población es muy susceptible a ser víctima de las promesas demagógicas de políticos populistas de la izquierda o derecha con el fin de lograr los votos para la mentira de la igualdad que prometen. Tengamos mucho cuidado.

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