Muere el autor de «¿Quién se ha llevado mi queso?»

by Redacción

«¿Quién se ha llevado mi queso?» La respuesta siempre será un misterio. La única persona que sabía qué le pasó al queso del que se alimentaban los personajes de este popular libro era su autor, Spencer Johnson.

El estadounidense, nacido en 1938, falleció la semana pasada en San Diego víctima de un cáncer de páncreas.

El libro, traducido a 44 a idiomas y del cual se vendieron más de 28 millones de ejemplares, convirtió a Johnson en una especie de gurú de la superación personal.

Se trata de un relato tan breve que la versión original en inglés cabe en unas 90 páginas con un tamaño de letra que algunos considerarán exagerado.

Aún así, desde su publicación en 1998, abundan los testimonios de personas que aseguran que el libro les ayudó a superar malos momentos o a salvar su matrimonio.

Pero, sobre todo, la historia de cómo cuatro pequeños personajes reaccionan de formas diferentes ante el cambio, ha servido de inspiración en el mundo profesional y empresarial.

Directores de empresas lo recomiendan a sus empleados y emprendedores lo usan para recuperar los ánimos en los momentos de debilidad.

Pese a haberse hecho rico con libros de consejos sobre cómo alcanzar el éxito profesional, la formación académica de Johnson estuvo muy lejos del mundo empresarial.

El médico que quería escribir

Johnson estudió psicología en la Universidad del Sur de California y, posteriormente, obtuvo su título de médico en el Royal College of Surgeons. Realizó sus prácticas en instituciones tan prestigiosas como la Clínica Mayo y la Escuela de Medicina de Harvard.

Pero lo que realmente quería era escribir. Empezó con cuentos para niños en los que intentaba dar lecciones sobre principios y valores.

Hasta que en 1982 decidió asociarse con el consultor de negocios Ken Blanchard para crear el que sería su primer éxito de ventas: «El mánager al minuto».

También corto y ligero, el libro animaba a los gerentes a ser responsables y cumplir con sus obligaciones de establecer metas, reconocer el trabajo de sus empleados y regañarles cuando lo han hecho mal… pero sin tardarse más de un minuto en cada cosa.

A este le siguieron versiones como «Cómo ser buen padre en un minuto» o «Mi minuto esencial». Pero, para sus seguidores, «¿Quién se llevó mi queso?» es su mayor legado.

Qué hacer ante el cambio

El libro cuenta la historia de dos ratones y dos liliputienses, personas tan pequeñitas como los roedores, que viven en un laberinto pero sólo se mueven en un pequeño sector de él que conocen bien y donde hay un trozo de queso del cual se alimentan.

(Si prefieres descubrirlo por tu cuenta, deja de leer a partir de esta línea).

Pero un día, este desaparece y los cuatro personajes se quedan sin comida. Pasan los días y todo sigue igual: ni rastro del queso.

Mientras los liliputienses, Hem y Haw, discuten sobre qué puede haber pasado, los ratones dejan de frecuentar esa zona del laberinto.

Hem no quiere aventurarse en otras zonas por miedo a los peligros con los que se puede encontrar y porque cree que tiene derecho a que su queso vuelva.

Así que se limita a quedarse donde está, lamentándose por la pérdida de la comida.

A Haw, al final, el hambre le obliga a salir a explorar y acaba encontrando un almacén con mucho más queso y de más variedades.

Allí se encuentra con los ratones, que hacía tiempo que lo habían hallado.

Le lleva un poco a Hem, que se niega a probarlo por miedo a que no le guste: él ya estaba acostumbrado a un tipo de queso y no quiere ni saber a qué sabe el nuevo.

Haw se da cuenta de que no puede hacer nada por Hem, ya que los cambios de actitud se dan por iniciativa propia.

La historia muestra las diferentes reacciones que tenemos ante los cambios de circunstancias: paralizarnos y lamentar eternamente lo que ha pasado, o movernos para adaptarnos.

Al final, personas como Haw incluso agradecen que desaparezca su queso, ya que esto les impulsa a buscar uno mejor.

Por lecciones como estas, algunos medios como el diario estadounidense USA Today calificaron a Johnson de «rey de las parábolas».

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