El Gobierno del efemelenista Salvador Sánchez Cerén reconoció el lunes el triunfo de Nicolás Maduro en las elecciones presidenciales de Venezuela e hizo votos para que siga con las “transformaciones sociales” dejadas por Hugo Chávez.
“El Salvador felicita a Venezuela y reconoce el resultado de las elecciones presidenciales”, que dan “como virtual ganador al presidente Nicolás Maduro para un mandato de 6 años”, señaló el Ejecutivo en un comunicado.
El Gobierno salvadoreño, en manos de la exguerrilla del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) desde el 2009, destacó “el desarrollo pacífico y ejemplar de los comicios, en una sociedad que atraviesa un proceso político que les permitirá desmontar la polarización”.
“Creemos que estas elecciones son un paso fundamental en su avance democrático, por lo cual reconocemos plenamente el resultado”, añadió, señalando que la nación suramericana “optó por la democracia, el respeto a su Constitución y las leyes”.
Sin embargo la principal fuerza política de oposición, la Alianza Republicana Nacionalista (ARENA), dijo en un comunicado que no reconoce la «legitimidad» de los comicios presidenciales de Venezuela.
«Creemos que las elecciones venezolanas del 20 de mayo no cumplieron con el estándar internacional mínimo de un proceso democrático, justo y transparente» y «vemos con mucha preocupación cómo se está la crisis social, económica y humanitaria», apuntó el tricolor.
ARENA también pidió al Ejecutivo de Salvador Sánchez Cerén que «reconsidere el avalar y aplaudir el proceso electoral venezolano» porque su «postura ante el tema sigue dañando la imagen de El Salvador».
«Instamos al pueblo salvadoreño a que se mantenga vigilante de la situación actual de Venezuela y a las instituciones de su gobierno, el cual ha sido considerado en repetidas ocasiones el faro que guía el camino del partido que actualmente nos gobierna en El Salvador», acotó el partido republicano.
Por su parte, Maduro recibió el lunes una primera andanada de sanciones económicas de Estados Unidos y el rechazo internacional tras su cuestionada reelección en los comicios desconocidos por la oposición.
El gobernante de Estados Unidos, Donald Trump, firmó un decreto que prohíbe a los ciudadanos de su país comprar obligaciones de deuda venezolana, incluida de la estatal PDVSA, en momentos en que el país petrolero está asfixiado por una profunda crisis económica.
Washington, que tilda de «dictador» a Maduro, había prometido más temprano «rápidas medidas económicas y diplomáticas», tras tildar de «farsa» la votación del domingo.
Además, el Grupo de Lima (Canadá y 13 países latinoamericanos) llamó a consultas a sus embajadores en Caracas, acordó «reducir el nivel de las relaciones diplomáticas» y actuar para bloquear fondos internacionales a Venezuela.
«No nos importa lo que opinen», dijo el jefe de campaña de Maduro, Jorge Rodríguez, al denunciar una «agresión orquestada por Estados Unidos» y la «derecha venezolana» para desestabilizar al presidente.
«A esos gobiernos (…) les invitamos reflexionar y a recomponer relaciones de respeto mutuo», escribió en Twitter el canciller venezolano, Jorge Arreaza.
El bloque, Estados Unidos y la Unión Europea habían adelantado que desconocerían los resultados apoyando a la opositora Mesa de la Unidad Democrática (MUD), que boicoteó los comicios por considerarlos fraudulentos.
En contraste, el presidente ruso, Vladimir Putin, felicitó a Maduro, sumándose a sus aliados izquierdistas Bolivia, Cuba, China y El Salvador, que pidieron respetar los resultados.
Maduro, de 55 años, tuvo 68% de sufragios contra 21% del exchavista Henri Falcón, quien consideró el proceso «ilegítimo» y pidió repetir la votación, acusando al gobierno de «compra de votos» y «chantaje» con los programas sociales.
– «No me alcanza para nada» –
Venezuela sufre la peor crisis de su historia reciente: el FMI estima la caída del PIB en 15% y la hiperinflación en 13.800% para 2018. Su producción de crudo cayó al peor nivel en 30 años.
La abstención alcanzó un récord de 54%, y Maduro, reelegido por seis años, perdió poco más de un millón de votos frente a su elección en 2013.
Los venezolanos soportan la falta de comida y medicinas, el alto costo de vida con un ingreso mínimo que solo da para medio kilo de carne, y el éxodo de cientos de miles.
Maduro atribuye la debacle a una «guerra económica de la derecha» aliada con Washington, que ha sancionado a unos 60 jerarcas venezolanos.
Estados Unidos, al que Venezuela vende un tercio de su producción de crudo, ya había prohibido a los estadounidenses negociar deuda del país sudamericano, en default parcial, y amenaza con un embargo petrolero.