En tiempos de calentamiento global, ¿por qué hace tanto frío en Europa? El asunto no es tan sencillo. Pero ambos fenómenos tienen relación
Cuando se habla del cambio climático, se hace referencia a cambios graduales en las temperaturas y los patrones meteorológicos a lo largo del tiempo. El marco temporal suele ser de décadas o siglos, y no breve, como el de los pronósticos meteorológicos cotidianos.
Esos cambios pueden ser de origen natural y estar vinculados a la actividad solar o a erupciones volcánicas, como la del monte Tambora en Indonesia, en abril de 1815. La ceniza y los gases de aquella erupción bloquearon la luz solar y aumentaron la temperatura media mundial hasta 3 grados Celsius en aquella época. Fuertes nevadas y heladas azotaron partes de Europa Occidental y Norteamérica en junio, julio y agosto de 1816, en lo que se conoció como el «año sin verano».
Pero la mayoría de los cambios recientes en el clima mundial han sido provocados por el ser humano y por nuestra forma de vida. En los últimos 200 años, las emisiones de gases de efecto invernadero -principalmente dióxido de carbono y metano- procedentes del transporte, la agricultura, la calefacción y otras actividades humanas se han acumulado en la atmósfera, atrapando el calor y calentando gradualmente el planeta.
Los científicos dedicados al estudio del clima han relacionado estas crecientes emisiones, producto de la quema de combustibles fósiles, con el aumento de las temperaturas y unas condiciones meteorológicas más extremas en todo el mundo. Análisis recientes de organismos como la Organización Meteorológica Mundial y el Servicio de Cambio Climático Copernicus, de la UE, confirmaron que 2023 fue el año más caluroso jamás registrado.
Impacto meteorológico del cambio climático
El World Weather Attribution (WWA), un grupo de organizaciones científicas que utiliza datos del mundo real y modelos climáticos para sus análisis, investigó más de una docena de catástrofes ocurridas en 2023. A partir de esos estudios, explicó cómo las emisiones generadas por el uso de combustibles fósiles -que alcanzaron un máximo histórico en 2023- están provocando un aumento de la intensidad y peligrosidad de las tormentas, sequías, incendios forestales y olas de calor.
Por ejemplo, constató que las condiciones cálidas y secas que se registraron en la temporada récord de incendios forestales en Canadá en 2023 -que arrasaron más de 18 millones de hectáreas, una superficie del tamaño de Siria- se producen con el doble de probabilidad en el marco del calentamiento global. Y reveló que el cambio climático aumentó hasta en un 50 por ciento la intensidad de las lluvias torrenciales en Libia en septiembre, causando en parte las catastróficas inundaciones que acabaron con la vida de más de 3.400 personas.
El frío intenso es parte del fenómeno
A pesar del aumento de las temperaturas, en algunas partes del mundo se registra un intenso frío. Y eso también forma parte del cambio climático.
El frío extremo en Europa y Norteamérica es más probable debido al colapso del vórtice polar, un área de baja presión y vientos fríos que rodea los polos, y a la debilidad de la corriente en chorro, ambos influidos por el calentamiento del Ártico. Si la corriente en chorro -la banda de fuertes vientos que rodea el globo- empieza a debilitarse, el aire cálido de los trópicos y los gélidos vientos polares pueden desplazarse, provocando un tiempo inusualmente cálido o ventiscas heladas a miles de kilómetros de distancia.
Según los cálculos de la ONU, si se mantiene el curso actual, las emisiones de gases de efecto invernadero elevarán la temperatura hasta 2,9 grados Celsius por encima de los niveles preindustriales hasta el año 2100. Ya hemos visto un aumento de 1,4 grados centígrados, y las devastadoras consecuencias meteorológicas.
Incluso en aquellas regiones del mundo donde los efectos del cambio climático no son tan extremos, la población se ve afectada. El aumento de las migraciones, los precios de los alimentos y la inestabilidad mundial en general van de la mano del calentamiento global.