El expresidente de la República, Alfredo Cristiani Burkard (1989-1994), en su participación en el foro «¿Hacia la reinvención de los partidos políticos?”, convocado por la Iniciativa Democrática de España y las Américas (IDEA) y la Cátedra Mezerhane sobre Democracia, Estado de Derecho y Derechos Humanos del Miami-Dade College (MDC), Miami, Florida, Estados Unidos de Norteamérica, aceptó que más de la mitad de los salvadoreños “no simpatizan con ningún partido político”.
Asimismo, Cristiani opinó ante un importante grupo de expresidentes de Iberoamérica que los salvadoreños creen que los partidos políticos “no responden a las necesidades de las personas, que sienten que no están representadas por ellos, por lo que es necesario hacer cambios en la manera de hacer política”
Alfredo Cristiani es presidente honorario de la Alianza Republicana Nacionalista (ARENA) que gobernó a El Salvador durante 20 años y que actualmente es oposición.
Por otra parte, el foro estableció la necesidad de establecer mecanismos para una financiación transparente y justa de las campañas electorales en América Latina que acabe con las «trampas del dinero»
El foro contó con la participación de ocho exmandatarios latinoamericanos, además del exjefe del Gobierno español José María Aznar y el secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro.
El primer panel estuvo dedicado al tema «Los partidos políticos, entre las regulaciones y el desencanto» y estuvo precedido de una exposición a cargo de Diego Valadés, presidente del Instituto Iberoamericano de Derecho Constitucional.
Los participantes en el panel, los expresidentes Miguel Ángel Rodríguez (Costa Rica), Luis Alberto Lacalle (Uruguay), Alfredo Cristiani (El Salvador), Fernando de la Rúa (Argentina) y Jamil Mahuad (Ecuador), defendieron la vigencia de los partidos políticos, pese al desencanto y el desprestigio que en algunos casos los rodea.
También lo hizo antes del panel el empresario venezolano Nelsón Mezerhane, promotor de la cátedra que lleva su nombre, quien consideró que los partidos políticos no son algo «obsoleto», sino de «suma necesidad», pero indicó, sin referirse a ninguno en concreto, que necesitan «depurarse por dentro, sacarse las cosas malas y las personas enquistadas dentro de ellos».
Esta afirmación de Mezerhane, que consideró una «vergüenza» lo ocurrido en su país con algunas fuerzas políticas que «han traicionado al pueblo», fue recibida con aplausos por un público en el que abundaban los venezolanos.
Valadés habló de la mayor insatisfacción con la democracia que sienten los ciudadanos en América Latina en comparación con los de Europa y propuso la creación de observatorios de los partidos políticos que midan su desempeño.
Lacalle opinó que, para fortalecer los partidos, la primera medida debe ser «independizarlos del dinero» y consideró que es el Estado el que principalmente debe financiar las campañas electorales, porque son «el umbral de las cosas no deseadas» en política, algo en lo que coincidieron los restantes panelistas.
En segundo lugar, los partidos deben abrirse a la participación. La designación del candidato a presidente del país debe hacerse mediante elecciones primarias abiertas y de voto obligatorio y las listas para otros cargos deben ser abiertas.
Mahuad hizo hincapié en la necesidad de que los partidos lleguen a los más jóvenes, a los que «todo lo hacen por teléfono», y en ese mismo sentido de conectarse con los ciudadanos de la «manera más moderna posible».
De la Rúa, que hizo un llamamiento a no olvidar los valores de la república, como la separación de poderes, la libertad y los derechos humanos y el pluralismo, porque «no hay democracia genuina sin ellos», consideró necesario «aprovechar las nuevas tecnologías para educar de nuevo al soberano» y apartarlo de los populistas con intenciones autoritarias.
Rodríguez destacó que antes de la caída del muro de Berlín se consideraba que el enfrentamiento era entre comunismo y democracia, mientras que ahora es entre democracia y populismo.
En América Latina hay una larga trayectoria de populismo que pervierte el principio de que «la democracia tiene que se representativa», consideró.