El comunicado del centro científico detalla que el pasado día 22 -sábado-, a las 17.25 hora local (21.25 GMT), una explosión en la atmósfera fue detectada sobre el Mar Caribe, justamente 380 kilómetros al sur de Puerto Rico, señal de la caída del asteroide al mar Caribe.
En la historia de impactos de asteroides, este evento representa la cuarta vez que uno fue observado en el espacio antes de entrar en la atmósfera terrestre.
La explosión fue detectada por el satélite GOES-16 de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA, en inglés) y los ondas del aire fueron medidas por una estación en Bermudas, archipiélago atlántico.
Posteriormente fue confirmado que sólo 12 horas antes de la explosión estudios de los telescopios ATLAS y Pan-STARRS descubrieron un asteroide pequeño con una trayectoria de impacto sobre el Caribe.
El detector del tiempo radar NEXRAD en San Juan también detectó el objeto vaporizando en la atmósfera de la Tierra, según el comunicado.
El asteroide arrastraba una fuerza de entre 3 y 5 kilotones (de energía), que para entenderlo se puede comparar con la bomba atómica lanzada sobre Hiroshima en 1945, que explotó con una energía de aproximadamente 15 kilotones.
Los asteroides son objetos rocosos o metálicos que existen en el espacio con tamaños que pueden variar desde una mesa hasta el ancho de la isla de Puerto Rico.
Según la Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio (NASA, en inglés), entre 80 y 100 toneladas de material inofensivo del espacio cae a la Tierra en forma de polvo y meteoritos cada día. Aproximadamente, un asteroide con el tamaño de 2019 MO entra en la atmósfera terrestre una o dos vez cada año.
Los telescopios buscan constantemente asteroides más grandes y peligrosos en tareas preventivas.
En el caso del Observatorio de Arecibo cuenta con medios para observar estos asteroides gracias a su radar para predecir trayectorias y determinar si van a chocar con la Tierra.
Aunque pequeñas rocas y fragmentos espaciales caen continuamente sobre la atmósfera de la Tierra, los expertos del Centro de Estudios de Objetos Cercanos a la Tierra de la NASA dicen que eventos como el del 22 de junio ocurren aproximadamente una o dos veces al año.
La atmósfera de la Tierra hace su trabajo protegiendo de estos asteroides, causando arrastre o fricción que desintegra la mayoría de estos pequeños objetos antes de que toquen el suelo (aunque unos pocos sí lo hacen, y más caen al océano).