Hace un año, El Salvador se convirtió en el primer país en hacer del Bitcoin una moneda de curso legal, junto con el dólar estadounidense, que el país centroamericano adoptó en 2001 para sustituir su propia moneda, el colón.
El presidente, Nayib Bukele, un entusiasta de las criptomonedas, promovió la iniciativa como algo que aportaría múltiples beneficios económicos.
La legalización del Bitcoin, dijo, atraería la inversión extranjera, generaría puestos de trabajo y ayudaría a “empujar a la humanidad al menos un poco en la dirección correcta”.
Sus ambiciones se extienden a la construcción de toda una “ciudad Bitcoin”, un paraíso libre de impuestos financiado mediante la emisión de 1.000 millones de dólares en bonos del Estado. El plan consistía en gastar la mitad de los ingresos de los bonos en la ciudad, y la otra mitad en la compra de Bitcoin, y los supuestos beneficios se utilizarían para reembolsar a los titulares de los bonos.
El presidente Nayib Bukele participa en la ceremonia de clausura de un congreso para inversores en criptomonedas en Santa María Mizata, El Salvador, el sábado 20 de noviembre de 2021 (AP/Salvador Melendez/Archivo)
Ahora, un año después, hay pruebas más que suficientes para concluir que Bukele -que también se ha autodenominado “el dictador más cool del mundo”en respuesta a las críticas sobre su creciente autoritarismo- no tenía ni idea de lo que estaba haciendo.
Este audaz experimento financiero ha resultado ser un fracaso casi total.
Hacer del Bitcoin una moneda de curso legal
Hacer que el Bitcoin fuera de curso legal significaba mucho más que permitir que el Bitcoin se utilizara para las transacciones. Eso ya era posible, como lo es en la mayoría de los países (pero no en todos).
Si un salvadoreño quería pagar algo en bitcoins, y el receptor estaba dispuesto a aceptarlos, podía hacerlo.
Pero Bukele quería más. Hacer que los bitcoins fueran de curso legal significaba que el beneficiario tenía que aceptarlos. Como decía la legislación de 2021, “todo agente económico debe aceptar Bitcoin como pago cuando le sea ofrecido por quien adquiere un bien o servicio”.
Para fomentar la adopción de Bitcoin, el gobierno creó una aplicación llamada “Chivo Wallet” (“chivo” es el argot de “cool”) para intercambiar bitcoins por dólares sin comisiones por transacción. También venía precargada con 30 dólares como bono (el ingreso semanal medio es de unos 360 dólares).
Sin embargo, a pesar de la ley y de estos incentivos, el Bitcoin no ha sido acogido.
Recibido con poco entusiasmo
Una encuesta representativa a nivel nacional de 1.800 hogares salvadoreños realizada en febrero indicó que sólo el 20% de la población utilizaba Chivo Wallet para realizar transacciones con Bitcoin. Más del doble de ese número descargó la aplicación, pero sólo para reclamar los 30 dólares.
Entre los encuestados que se identificaron como propietarios de negocios, sólo el 20% dijo que aceptaba bitcoins como pago. Se trata normalmente de grandes empresas (entre el 10% de las empresas más grandes).
NBER Working Paper 29968, CC BY
Una encuesta realizada en marzo por la Cámara de Comercio de El Salvador reveló que sólo el 14% de las empresas realizaban transacciones con Bitcoin.
Pérdidas enormes
Afortunadamente para los salvadoreños, no ha salido nada de la trama de los bonos Bitcoin de 1.000 millones de dólares. Pero el gobierno de Bukele ha gastado más de 100 millones de dólares en la compra de bitcoins, que ahora valen menos de 50 millones.
Cuando Bukele anunció sus planes en julio de 2021, el valor de Bitcoin era de unos 35.000 dólares. Cuando la legislación entró en vigor, el 7 de septiembre de 2021, su valor era de unos 45.000 dólares. Dos meses después, alcanzó un máximo de 64.400 dólares.
Ahora cotiza en torno a los 20.000 dólares.
Bukele ha hecho tuits autocomplacientes sobre “comprar la caída”, pero casi todos los bitcoins comprados por el gobierno han sido por más de 30.000 dólares, a un precio medio de más de 40.000 dólares.
Hace un año, Bukele instaba a sus ciudadanos a guardar su dinero en bitcoins. Para quien lo hiciera, las pérdidas serían devastadoras.
Análisis erróneos
La incomprensión de Bukele sobre el Bitcoin -y la economía en general- ha quedado demostrada en repetidas ocasiones.
En junio de 2021 tuiteó: “Bitcoin tiene una capitalización de mercado de 680.000 millones de dólares. Si el 1% de ella se invierte en El Salvador, eso aumentaría nuestro PIB en un 25%”.
Esto sugiere que parecía pensar que Bitcoin era una especie de fondo de inversión. También demostró que no entendía el PIB. La inversión extranjera no es un componente del PIB. No ha habido un aumento de la inversión extranjera ni del PIB.
En un tuit de enero de 2022 argumentó que una “gigantesca subida de precios es sólo cuestión de tiempo” porque sólo habrá 21 millones de bitcoins mientras que hay 50 millones de millonarios en el mundo. “Imaginen cuando cada uno de ellos decida que debe poseer al menos UN #Bitcoin”, proclamó. El valor de Bitcoin se ha reducido desde entonces a la mitad.
El resto del mundo no está impresionado
El plan Bitcoin ha afectado negativamente a la calificación crediticia de El Salvador y a sus relaciones con el Fondo Monetario Internacional (FMI). Con los inversores más recelosos de prestar al país, los prestatarios locales han tenido que ofrecer tipos de interés más altos.
En enero, el FMI instó a El Salvador a revertir la condición de prestamista legal de Bitcoin debido a los “grandes riesgos para la integridad financiera y del mercado, la estabilidad financiera y la protección del consumidor”. El Bitcoin es conocido por su uso en estafas y otras actividades ilegales, así como por su volatilidad.
Bukele tuiteó una respuesta despectiva que incluía un meme con temática de Los Simpson.
Respuesta del presidente Bukele, a las advertencias del FMI sobre el riesgo de convertir el Bitcoin en moneda de curso legal. Twitter, CC BY
Esto parece especialmente precipitado, dado que El Salvador ha estado buscando un préstamo de más de mil millones de dólares del FMI.
La agencia internacional de calificación crediticia Fitch ha rebajado la calificación crediticia de El Salvador este año, citando la preocupación por sus políticas de Bitcoin.
Ningún otro país con moneda propia, ni siquiera otros como Zimbabwe y Venezuela con monedas desacreditadas, ha seguido el ejemplo y ha hecho del Bitcoin una moneda de curso legal.
Dado el historial de El Salvador, es poco probable que alguno lo haga.
Artículo publicado originalmente en The Conversation