El pasado lunes 5 de febrero supimos de la llegada del ex juez español Baltasar Garzón a Caracas. Su presencia en Venezuela, reseñada por medios de comunicación y redes sociales de inmediato creó incógnitas y especulaciones. Su presencia desató una pertinente pregunta ¿A quién viene a asesorar y a defender? Comunicadores sociales, abogados y twitteros opinaron. Entre ellos, el abogado Omar Estacio quien aseveró que Garzón venía a asumir la defensa de Nicolás Maduro dada la inminencia de procesos en la Corte Penal Internacional por delitos de lesa humanidad y otros crímenes.
Finalizando el año 2017 Luisa Ortega Díaz, fiscal destituida por la Asamblea Nacional Constituyente, se dirigió a la Corte Penal Internacional de La Haya y denunció crímenes de lesa humanidad cometidos tanto por funcionarios del Narcorégimen como por el capo de la pandilla, Nicolás Maduro. Con esos antecedentes es elemental suponer que Garzón, especialista en defender malandros de izquierda y condenar a los que no lo son, esté aquí para asumir el caso y tasar sus emolumentos que con seguridad serán muy gordos y por supuesto pagados con los dineros públicos que han sido robados por la pandilla que comienza a verse en serios aprietos legales.
Mucha subjetividad y relatividad la del Dr. Garzón… Debo recordar que este señor se las trae y por «Traérselas» es que fue condenado por el Tribunal Supremo de España (febrero de 2012) a 11 años de inhabilitación en el ejercicio de su cargo ya que se le demostró responsabilidad en la autorización de intervenir comunicaciones a los apresados en relación al caso de financiación ilegal en España, conocido como el ‘Caso Gürtel’.
Todo un dechado de honestidad y selección rigurosa de sus clientes este Garzón, que lo hemos visto asesorando en la Argentina a Cristina Kirchner, contratado por el «Impoluto» Julian Assange y en México sumado a la defensa del ex-secretario del Partido Revolucionario Institucional (PRI), Alejandro Gutiérrez, indiciado en el desvío de recursos para favorecer campañas del PRI en 2016 y también –cómo olvidarlo- ayudando a narcochoros a poner en orden sus cuentas en la Banca de Andorra.
Pero la guinda es sin dudas que el 10 de octubre de 1998, siendo juez de la Audiencia Nacional, Garzón dictó orden de detención contra Augusto Pinochet, quien se encontraba desde el 21 de septiembre de ese año en Inglaterra para realizarse una operación de hernia discal. Los cargos fueron: implicación en los delitos de genocidio, terrorismo internacional, torturas y desaparición de personas ocurridos en Chile durante su dictadura. Es necesario que clarifique que este juez tan sesgado actuó –y sería loable de no ser tan parcializado- basado en casos de detenidos desaparecidos, ejecutados, torturados y presos políticos reconocidos e incluidos en informes oficiales e investigaciones de Comisiones de la Verdad. Crímenes que totalizan 3.065 muertos y desaparecidos desde 1973 a 1990. Y se conoce que el número de víctimas de la dictadura de Pinochet supera las 40.000 personas.
Pero… ¿y por qué el implacable y probo Garzón no intentó jamás algo similar contra el monstruoso tirano cubano Fidel Castro y ahora contra su heredero Raúl Castro y toda esa nomenclatura asesina que lleva 59 años en el poder y ha destruido vidas y sueños de millones de cubanos? ¿Por qué Garzón no intentó jamás algo similar a lo hecho contra Pinochet, más cuando entre las miles de víctimas de la barbarie fidelista muchos son españoles o descendientes?
A Garzón el que a la tiranía castrista se le reconozcan más de 10.000 asesinados, 20.000 presos políticos y 2.500.000 exiliados (Cifras bastante conservadoras) y que el siniestro historial de ejecuciones, desapariciones, asesinatos extrajudiciales, opresión a la disidencia, persecución a periodistas que deseen ejercer el oficio y gozar del derecho a la libertad de expresión le importa un pito. María Werlau, directora ejecutiva de Archivo Cuba, proyecto que se dedica a registrar los crímenes de la tiranía cubana no se cansa de denunciar que son miles de muertos más, que es imposible saber cuántos se han ahogado tratando de huir hacia la libertad, pero repito, eso a Garzón le resbala, y por supuesto le resbalan los crímenes de Chávez, Maduro y esa pandilla asesina que los ha acompañado desde hace ya 19 años aplicando el terrorismo de estado e imponiendo el hambre, la falta de medicamentos y la ruina que cobra cientos de miles de vidas. Por eso no me eximo de asegurar que Garzón no es un juez, Garzón es un canalla.