Fiel a su estilo de magnate de la construcción, el oficio que lo volvió rico y famoso, el presidente estadounidense, Donald Trump, viajó a la zona fronteriza cerca de la ciudad de San Diego, en California, para elegir el modelo de muro que quiere construir en la frontera con México, su eterno caballito de batalla para enfrentar a la migración ilegal.
Trump quiso evaluar personalmente los ocho prototipos en danza con aspiraciones a convertirse en el muro más largo del mundo, todos ellos montados para su evaluación en las inmediaciones del área, en la zona industrial de Otay. La zona se cubrió de manifestantes a favor y en contra del muro, aunque el acceso al público fue cerrado con un estricto dispositivo de seguridad.
«Si no construimos el muro no vamos a tener ni siquiera país. Hay muchos problemas en México, tienen los carteles [del narcotráfico]. Nosotros estamos combatiéndolos, pero ellos no los combaten como nosotros», manifestó Trump ante uno de los ocho prototipos.
Acompañado por su jefe de gabinete, John Kelly, Trump habló con oficiales de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP) sobre los detalles de los modelos.
Cuatro son de hormigón y los otros cuatro fueron construidos con otros materiales más ligeros. Dos tienen grandes rejillas que permiten ver el otro lado. Tras una fase de prueba y evaluación, resta elegir cuáles se utilizarán para levantar la barrera. «Hay que tener visión, hay que saber qué hay al otro lado», dijo Trump.
Los ocho modelos de muro, de hecho, no son visibles desde el lado norteamericano de la frontera, aunque sí desde el mexicano. Habitantes de Tijuana desdeñaron los esfuerzos del presidente republicano y mostraron sus dudas de que pueda detener a los migrantes decididos a cruzar a Estados Unidos.
«El tamaño de estos muros no va a importar», dijo Rogelio Pérez, de 48 años, residente de Rancho Escondido, un barrio pobre de chozas improvisadas. «Van a usar esas garrochas que usan en los Juegos Olímpicos para poder cruzar», agregó con una sonrisa socarrona.
Otros llamaron «loco» a Trump por creer que gastar miles de millones de dólares en barreras impediría que crucen personas decididas a huir de la pobreza y la violencia.
Los prototipos, diseñados por seis compañías, todas con sede en Estados Unidos y presentados en octubre pasado, se encuentran a varios metros de la oxidada valla existente, parte de una barrera que serpentea a lo largo de la frontera entre Tijuana y San Diego.
Con informes de DPA y Reuters