Tras 115 años, Xerox deja de existir y toma el control Fujifilm

by Redacción

Es no menos que una paradoja que la compañía que tuvo como lema la «paperless office» (la oficina sin papel) haya sucumbido a la demanda cada vez menor de sistemas de impresión y copiado en las oficinas. En la última década del siglo pasado, Xerox quiso desbancar al papel cuando todavía no era el momento. De hecho, todavía no es el momento, pero en 20 años hemos pasado de escanear o fotocopiar a sacar fotos de documentos con el celular, convertirlos automáticamente en PDF y mandarlos por WhatsApp en algo así como 30 segundos. Como ha ocurrido con muchos intentos de innovar con fórceps, el lema no fue suficiente. Pero la compañía gastó millones intentando que el eslogan funcionara. En lugar de innovar de verdad (en realidad, es más complicado que esto, como se verá enseguida), Xerox hizo algo de gatopardismo tecnológico.

Ahora, ha tomado el control la compañía Fujifilm, que también está navegando aguas turbulentas y con la que Xerox tiene una sociedad desde hace 55 años. La empresa japonesa pagará 6100 millones de dólares, y el costo en empleos será altísimo: se perderán en el proceso 10.000 puestos de trabajo. En números, Fujifilm tendrá el 50,1% de las acciones y la nueva organización pasará a llamarse Fuji Xerox. Ahora bien, como Fuji Xerox ya existe (de hecho, se convertirá en una subsidiaria de esta Xerox cuya mayoría accionaria será de Fujifilm), le han puesto, se supone que de momento, «The New Fuji Xerox».

Como bien apuntó estos días The New York Times, Xerox llegó a ser tan grande e importante que su marca se convirtió, en Estados Unidos, en un verbo. Allá nadie hablaba de fotocopiar. Se decía «to xerox». Cualquier semejanza con «googlear» es adecuada, sólo que en tiempos de una red global, el neologismo para las búsquedas en la Web se usa prácticamente en todas partes.

El auge y caída de las compañías tecnológicas es una suerte de constante, pero Xerox es un caso paradigmático. Porque, aunque no parezca, llegó a albergar en sus oficinas algunas de las mentes más brillantes y algunos de los inventos que originarían el escenario técnico actual.

Entra en escena el PARC

Visité el Palo Alto Research Center (PARC) a fines de la década del ’90. Del siglo pasado, claro. Fueron un par de días increíblemente emocionantes, porque ahí, en esos laboratorios, habían nacido la impresora láser y las redes Ethernet. Allí se habían refinado la interfaz gráfica, el mouse y la programación orientada a objetos, entre otras cosas todavía más difíciles de pronunciar.

Pero fue IBM la que lanzó la primera impresora láser comercial. Fue Steve Jobs el que, a cambio de acciones de la recién nacida Apple, consiguió para sus ingenieros una demostración de la metáfora del Escritorio, las ventanas, los menús y el por entonces subestimado mouse. Luego Jobs los universalizó con Lisa (que fracasó) y la Mac, cuya estirpe llega hasta hoy. Diré más: prácticamente toda la computación, desde la notebook hasta los smartphones y los televisores inteligentes, se ha vuelto visual. Genios como Douglas Engelbart lo vieron primero. Engelbart formaba parte del staff de luminarias del PARC.

Las redes Ethernet, hoy un estándar, fueron desarrolladas por Robert Metcalfe en el PARC, que abandonó en 1979 para fundar la célebre 3Com, que sería adquirida, tras un éxito inmenso con el advenimiento de Internet, por HP en 2010.

Smalltalk, el lenguaje orientado a objetos pionero, nacido también en el PARC, terminó siendo explotado mejor por empresas como Apple, DEC, HP y Tektronix que por Xerox. Como otros horizontes que la compañía no alcanzaba a ver, la programación orientada objetos sería la norma en las siguientes décadas. (Dicho breve y brutalmente, un objeto, en programación, es una entidad que contiene a la vez datos y código.)

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