Estados Unidos, la Unión Europea y algunos otros países anunciaron que expulsarán en total a más de 130 diplomáticos rusos en respuesta a un ataque con un agente nervioso a un exoficial de inteligencia ruso y a su hija en Gran Bretaña.
Sergei Skripal y su hija Yulia siguen ingresados en estado crítico en un hospital de la ciudad inglesa de Salisbury tras haber estado expuestos a lo que, según las autoridades británicas, era un agente nervioso de grado militar de fabricación soviética el pasado 4 de marzo.
Moscú está decepcionado por el anuncio de Washington de la expulsión de 60 diplomáticos rusos del país y el cierre del consulado en Seattle, dijo el viceministro de Exteriores, Sergei Ryabkov, a la agencia de noticias RIA Novosti el martes.
Entre los 60 expulsados, a los que Washington acusa de llevar a cabo tareas de información al amparo de su “inmunidad diplomática”, se encuentran doce miembros de la misión rusa ante las Naciones Unidas, apuntó un funcionario de la delegación estadounidense ante el organismo internacional también presente durante la llamada.
Los funcionarios justificaron la tardanza en tomar represalias contra el Gobierno del presidente Vladimir Putin al señalar que este tipo de acciones requiere tiempo, puesto que no es una decisión que se pueda poner en marcha “de la noche a la mañana”.
De acuerdo con la Administración, esta es una decisión que ha tomado “personalmente” el presidente, Donald Trump, tras hablar la semana pasada con la primera ministra británica, Theresa May.
Ante la posibilidad de que Moscú reaccione de manera similar, tal y como hizo el pasado 17 de marzo al expulsar a 23 diplomáticos británicos de su territorio, los funcionarios rechazaron “especular” sobre el tema, pero advirtieron que Washington “se reserva el derecho a tomar nuevas medidas”.
“Apoyamos al Reino Unido y cómo ha respondido al ataque”, zanjó el representante del Gobierno.
La decisión de Estados Unidos “se encontrará con una contundente respuesta”, dijo Ryabkov, que no ofreció más detalles.