Estudios científicos, tecnología aplicada, aeronáutica e ingeniería espacial entre otras tantas, son parte de las muchas y diferentes “manos” que se necesitan para emprender misiones al espacio, y que en conjunto resulta una combinación que en definitiva encaminan al éxito o al fracaso de este tipo de cometidos.
Un lamentable ejemplo de lo importante que son todas estas “piezas” en misiones espaciales sucedió en Rusia, cuando gracias a un error en la programación de coordenadas, un satélite lanzado por aquel país perdiera su órbita y a su vez los $45 millones de inversión.
De acuerdo al viceprimer ministro ruso Dmitry Rogozin, el satélite meteorológico Meteor-M estaba bajo la impresión de que se había lanzado desde un sitio en Kazajstán, cuando en realidad despegó desde el lejano este de Rusia, por lo que no se lograron obtener los números correctos.
Este hecho generó que los ejes proporcionados al satélite una vez en órbita fueran erróneos, debido a que los ingenieros habían tomado como referencia la otra base de lanzamiento en Baikonur
De entrada, se puede establecer que esta situación se generó por un error humano, pero también existieron algunas fallas de los algoritmos del software del sistema de control, por lo que se perdió comunicación con el Meteor-M al poco tiempo de su lanzamiento.
Por si esto fuera poco, se dio a conocer que esta misión, la cual había avanzado sin contratiempos en un principio, incluía un total de 18 satélites más pequeños de investigación y desarrollo que pertenecían a los Estados Unidos, Japón, Canadá y Alemania.
La noticia evidentemente causó el enojo y malestar por parte del gobierno Ruso, ya que no sólo se perdió la inversión para el proyecto y afectó de manera directa las alianzas comerciales con los otros países, sino que también se fue a la “basura” una misión que tenía previsto durar 5 años, en la que se tenía el objetivo de recopilar imágenes e información del medio ambiente para la Agencia Rusa de Meteorología.