Por Luis Portillo
Mi intención es que todos reflexiones sobre un tema critico de la reforma de pensiones que se esta discutiendo en la Asamblea. Me refiero al costo de administración de nuestros fondos, que son las comisiones de las AFPs. Estoy claro que mucho se ha discutido sobre otros temas relevantes como la edad de retiro, expectativa de vida, pensión como porcentaje de sueldo, la carga especial que son los “optados”, entro otros temas que afectan al sistema, sin embargo, encuentro que muchos de los que defienden incluso el sistema privado, no realizan lo nocivo que ha sido el esquema actual de comisiones para las pensiones que recibiremos en el futuro.
Quiero poner contexto sobre como se establecen las comisiones cobradas por las AFPs. Se trata de una comisión fija, lo cual fue el primer error de diseño de la ley original. Una comisión no debe ser fijada por ley porque eso evita competencia, en todo caso, se debe regular el máximo cobrado para evitar abusos por concentración de mercado, como es el caso actual en donde nos encontramos ante un duopolio. En adición, de manera engañosa, se definieron en la ley las comisiones por administración como 1.2631% del sueldo, lo cual crea un espejismo que las comisiones no son altas. Digo engañoso, porque todo el que conoce de administración de fondos o administración patrimonial, sabe que la usanza es cobrar un porcentaje de los fondos o activos administrados. Es decir, nada tiene que ver el sueldo, sino el monto de dinero que es administrado. Los porcentajes que se cobran por fondos administrados dependen del nivel de asesoría o visto de otra forma, que tanta atención personalizada se recibe la invertir los fondos, tomando en cuenta los objetivos y perfil de cada persona. Sin duda entre mas fondos se tienen en administración, menor es la comisión que se paga y esto tiene que ver con el poder de negociación que se tiene con el que provee el servicio. En el caso de un fondo de pensión, en el cual es obligatorio cotizar para los que tienen un empleo formal, la ley debe regular las comisiones de manera especial para evitar deterioro en el patrimonio de los cotizantes.
A manera de ejemplo, si asumimos que el sueldo promedio de los que cotizan en el sector formal es de US$400 al mes, el primer año de cotización de este trabajador se han aportado $624 lo cual es el 13% del sueldo, sin embargo, las comisiones de las AFPs son de $60.63, dejando en la cuenta individual únicamente $518.40 después de pagar $44.97 de seguro. Esto quiere decir que la comisión expresada como es usual, como porcentaje de los activos administrados, es del 11.7%. Cada vez que le he explicado esto a alguien, solo expresan palabras de asombro e indignación. Esto debería indignar mas cuando comparamos las comisiones de administración de fondos en Estados Unidos de Norteamérica, las cuales llevan una tendencia a la baja, y son de aproximadamente 0.25% sobre activos, para un portafolio similar al administrado por las AFPs. Solo cuando se tiene un alto nivel de asesoría personalizada, estas comisiones llegan al 1% o mas sobre activos administrados. Tomen en cuenta que una buena administración de portafolio pueden rendir aproximadamente 8% anual. Por lo que aun cuando se pudiera invertir bien nuestras pensiones, cuando pagamos 11.7%, no hay forma que el rendimiento del portafolio compense las comisiones que pagamos, y por ello mi indignación por las comisiones. Esto implica que tendremos menos pensiones a causa de una ley que privilegia los intereses de las AFPs.
Quiero plantear la idea que también existe en la administración de portafolio, un esquema de remuneración usando una comisión fija nominal, que cobra lo mismo por cuenta administrada, lo cual se pudiera definir lo mas baja posible. En fin, hay tantas formas de beneficiar a los trabajadores, que me cuesta entender porque ninguno de los partidos políticos se ha esforzado en reformar adecuadamente la ley en el tema de comisiones. Este tema es fundamental para recibir una buena pensión. Me preocupa que los millones que están en juego de las comisiones sean los que están persuadiendo las voluntades de los diputados. Pero también, viendo el ejemplo de Chile, en donde miles salieron a las calles para reclamar el desencanto por el sistema de administración privado, la adecuada regulación es la base para la sostenibilidad del mismo. Los diputados que han propuesto la nueva reforma tienen el futuro de nuestras pensiones en sus manos, y nosotros con nuestro voto, su futuro político.