¿Quién defiende a los cristianos?

Desde la Palestina islámica, pasando por todo el medio oriente, África, Asia y Latinoamérica

by Redacción

Por Ricardo Israel*

Es extraño, pero a la vez de ser la fe más numerosa es también la más perseguida. Uno de los peores países es Nigeria. Según la institución Puertas Abiertas (Open Doors), en 2023 nada menos que 8.222 cristianos fueron allí asesinados por su fe, y para los primeros 220 días de 2025, más de 7.000 corrieron esa suerte, por lo que la violencia yihadista aumenta en vez de disminuir con grupos como Boko Haram y Fulani atacando a comunidades cristianas indefensas, con masacres tan extremas como quemarlos vivos en sus propias iglesias.

En Asia, Pakistán ocupa el puesto número 7 en la “Lista Mundial de la Persecución” de Puertas Abiertas en este 2025. Allí enfrentan persecución y opresión, especialmente en las regiones del norte donde se aplica la Sharía, la ley islámica, además de problemas como matrimonios forzados y violencia sexual sufrida por las mujeres cristianas, además de numerosos cristianos e hindúes convertidos a la fuerza al islam cada año.

No solo en esos países, ya que son millones los cristianos que sufren de persecución y discriminación por su fe, llamándome la atención el silencio que rodea esta situación. Un silencio que no solo es llamativo, sino que llega a ser atronador, toda vez que incluye a buena parte de la gran prensa mundial. Mas aun, ¿dónde están las multitudes marchando en las calles o las ONG de DDHH? No solo ellos, casi no se registran resoluciones de gobiernos o debates parlamentarios. Y para aumentar los decibeles de hipocresía, tampoco figura en casi nada de la ONU.

La Lista Mundial de la Persecución 2024 concluye que uno de cada siete cristianos del planeta vive en países donde la ley no los protege adecuadamente de la discriminación, y en Latinoamérica, como es de conocimiento público, la Iglesia Católica sufre en Nicaragua la persecución del régimen dictatorial de Ortega-Murillo.

La información disponible nos muestra que en Corea del Norte hay más o menos 50.000 cristianos en “campos de reeducación”, es decir, de prisioneros, incluyendo a turistas condenados por el delito de haber intentado regalar biblias.

Se ve una Biblia sobre el púlpito de la iglesia católica de San Francisco, donde los fieles fueron atacados por hombres armados durante la misa dominical, en Owo, Nigeria (REUTERS/Temilade Adelaja)

¿Y Europa?

No solo sorprende su indiferencia, sino también deprime su situación, renegando de sí misma y de la tradición cristiana de su historia, ya que, sin el cristianismo, incluyendo las guerras de religión, no se explica ni Europa ni la conquista de América, hecha no solo por los tesoros, sino también por la evangelización. En otras palabras, es posible que sin el cristianismo no existiría el concepto mismo de Europa, ya que en la práctica es una creación suya, alguna vez la dividió la lucha entre católicos y protestantes, pero al final fue el cemento que la unió. Sin embargo, la hostilidad contra los cristianos no parece hoy ser importante, ni en la mayoría de los parlamentos nacionales como tampoco para los eurodiputados.

En ningún caso es un proceso iniciado en nuestros días, bastando el recuerdo del Genocidio Armenio que comenzara el 24 de abril de 1915 y que todavía Turquía no reconoce como tal ni pide el correspondiente perdón. Explica también que cuando surgió la información de fosas comunes de mujeres y niños torturados en la guerra civil siria, Antonio Chedraui Tannous, arzobispo Metropolitano de la Iglesia Apostólica de Antioquia criticó a una comunidad internacional que “se ha tapado los oídos y no quiere escuchar”, en su caso, como reacción frente a la difusión de imágenes de crucificados ortodoxos y la destrucción de sus iglesias.

La verdad, es que preocupa una situación donde tanta gente no quiere enterarse, toda vez que el ataque a los cristianos a través del mundo y lo que ocurre en Europa como consecuencia de una inmigración que simplemente desprecia la herencia y tradición que los recibe, no son fenómenos separados, sino relacionados, por lo que la apatía de los líderes europeos debiera escandalizar, aunque como novedad, ya parece haber empezado una reacción en defensa de su historia, con llamativa presencia de gente joven en las manifestaciones públicas que están teniendo lugar tanto en la Unión como en el Reino Unido.

Hay mucha información sobre la persecución a los cristianos que proviene de lugares como el Center for the Study of Global Christianity (Massachusetts) y similares, pero que, en este caso, son datos validados por el mismo Vaticano, que no se refiere a conflictos bélicos, sino que son actos, incluyendo aquellos de salvajismo, simplemente por su fe.

Por ello, por ser el Vaticano una tribuna de impacto global, sobre todo, en lo que se refiere al aspecto moral, la palabra del papa siempre es importante, por lo que fue bienvenido y esperanzador que hace poco León XIV se haya referido a la situación de Nigeria, toda vez que impresiona cuán débil había sido la respuesta de algunos de sus predecesores cuando de católicos se ha tratado, ya que el catolicismo sigue siendo la institución religiosa más numerosa del mundo, al superar, y por mucha distancia a cualquier otra iglesia cristiana como también lo hace con el islam sunita. Sin embargo, su respuesta ha sido débil y no de ahora, y así como no ha reaccionado con la fuerza debida ante la situación de El Líbano tampoco lo hizo en su oportunidad con la verdadera limpieza religiosa que se hiciera de cristianos en partes del norte de África, o la más reciente de Sudán, donde por años hubo un intento de islamización forzosa de tribus cristianas de piel negra.

El papa León XIV se refirió recientemente a la alarmante situación de los católicos en Nigeria (REUTERS/Remo Casilli)

Quizás, ello ocurrió porque aunque las iglesias locales reaccionaron como en Nicaragua, el Vaticano no es solo el lugar donde vive el líder del catolicismo sino también es un Estado que a veces tiene reacciones donde la negociación política supera a la religión, como ha ocurrido con la aceptación de la existencia de dos iglesias “católicas” en la China comunista, una permitida y otra perseguida, a veces en la clandestinidad, donde el papa Francisco mantuvo silencio incluso cuando el Cardenal Joseph Zen fue arrestado en mayo de 2022, silencio similar al que mantuvo hacia las dictaduras castrochavistas de Latinoamérica.

En todo caso, lo que hay que precisar es que cuando se habla de musulmanes o del islam, no se trata de todos, ni siquiera de la mayoría, no es en general, sino de un sector en particular, ya que el problema siempre ha sido y es con el fundamentalismo, con el islam político, cuyas primeras víctimas han sido tradicionalmente otros musulmanes, toda vez que no es la religión misma, sino una ideología de dominación mundial, aquella yihad que busca el califato universal.

Este es un hecho histórico, ya que la expansión desde las arenas de Arabia los hizo entrar en conflicto con las culturas que encontró en su camino, a veces como dominante, a veces, como dominado, a veces como agresor, a veces como agredido, ya que esta no es una historia de “buenos “y “malos”. Es una historia tan mezclada, que en países como Siria y Egipto, sectores de los descendientes de los cristianos originales (por ejemplo, los coptos en Egipto) han preferido apoyar a dictadores, por el temor que les provoca la Hermandad Musulmana o movimientos como el Estado Islámico, tanto que uno de los pocos países donde no sufren persecución y crecen en número es Israel en el medio oriente, lo que también ayuda a entender que entre los evangélicos tenga más simpatía que en otros grupos pro occidentales.

No solo hubo conflicto con los judíos, sino que también con los cristianos, incluyendo esa invasión que fueron las cruzadas, como también lo hubo con los hindúes, o los budistas o la cultura confuciana, a veces resuelto en forma de integración o a veces, resurge una y otra vez, como confrontación.

Por su parte, lo que ocurre hoy en Europa no hace sino recordar la injusticia que en Italia y otros lugares se cometiera con Oriana Fallaci, acusada falsamente de islamofobia en tribunales, simplemente por haber advertido lo que hoy está ocurriendo a vista de todos en la actualidad, ya que la pérdida de la tradición y valores cristianos es un hecho que de seguir adelante, tendrá consecuencias de todo tipo, ya que todo apunta a un cambio de época alimentado también por un cambio demográfico inevitable, donde los cristianos pasarán a ser minoría y sus catedrales, lugares de exhibición turística más que lugares de culto, quizás similar a lo que ocurriera con Estambul en siglos pasados.

De partida, ya se nota el cambio de época, no solo al ojo del turista en las calles de cualquier ciudad importante, sino también en aquellos barrios donde la policía no entra, y se manifiestan crímenes de honor y el discurso sobre la imposición de la sharía sobre la ley común. A su vez, la inseguridad de la transición se nota incluso en los intentos de represión, no del problema, sino de sus manifestaciones externas, como las prohibiciones de cierto vestuario, tal como ha ocurrido con los burkas.

Ha existido, por cierto, discriminación, abandono de barrios periféricos, falta de oportunidades, todo ello es cierto, pero también existe una realidad donde los modelos europeos de integración del inmigrante no han tenido tanto éxito como en Estados Unidos, ya que por cierto hay racistas en ambos lugares, aunque en ningún caso es sistémico, como falsamente acusan aquellos que en esos países desprecian la herencia de Occidente. Y, por el contrario, países como Arabia Saudita siguen dificultando la instalación de iglesias u otros lugares del culto cristiano.

Parte del problema europeo es que la multiculturalidad no ha dado el resultado esperado, en un contexto donde la propuesta de integración recibe una respuesta que no cree en ella, sino en la repetición de una verdad oficial como también que solo existe una religión verdadera, y donde se da la paradoja que quienes han idealizado esa situación son los hijos y nietos nacidos en Europa, de quienes buscaron integrarse ya que llegaron huyendo de la represión y la asfixia de la falta de libertad.

La pérdida de la tradición y valores cristianos en Europa tendrá consecuencias de todo tipo (REUTERS/Hannah Mckay)

Hoy sus descendientes se radicalizaron por la internet para ir a combatir a favor del Estado Islámico en el medio oriente de hace algunos años, y donde naciones que se construyeron durante siglos y fueron la fuerza impulsora del colonialismo como Francia, Reino Unido o España, hoy manifiestan falta de voluntad para confrontar una realidad que ha tenido efectos similares a una invasión.

No solo ellos, sino que el problema es igualmente grave si se observan situaciones como la de Suecia, donde también se registra un sonado fracaso en integración, medido en situaciones de gangas étnicas y delitos varios como las agresiones sexuales, todo agravado por una especie de pacto de silencio en los medios de comunicación, lo que también se registra en el Reino Unido.

Explicaciones hay muchas, pero ninguna es solución a la pérdida de una identidad que se construyó durante siglos, una “historia larga” que fue parte de una forma de ser que hoy se diluye y que puede desaparecer. Y si menciono a algunos de esos países es porque me duele observar lo que está teniendo lugar. A modo de ejemplo, me cuesta reconocer a países que fueron muy importantes en mi historia de vida, ya que lo que soy intelectualmente es también gracias a los cinco años que viví en Inglaterra, y donde hice mi máster y mi doctorado. También me cuesta reconocer a la Suecia donde fui durante esos años a trabajar para financiar mis estudios británicos, y a la cual después volví con cierta frecuencia a hacer docencia y dar conferencias. Es también la España donde hice la licenciatura en Derecho y donde, en definitiva, decidí no aceptar la posibilidad ofrecida para adquirir sin problemas esa nacionalidad, ya que de allí debieron salir por no querer convertirse mis familiares sefaradíes en 1492, quienes terminaron en el imperio otomano, donde a cambio del pago de un impuesto especial llamado dhimmies, podían practicar su fe y recibir protección. Dos de mis abuelos vivieron allí hasta que se convirtió en la Turquía moderna, desde donde emigraron a Latinoamérica, pero siempre hablando en ladino y con un amor especial por los lugares donde habían sido expulsados como Castilla.

Me duele observar en aquellos países a los cuales tanto debo que hoy dejaron de ser lo que fueron, y que una vez más en la historia de Europa, se ve una judeofobia desatada y con enorme apoyo popular, aun en una situación tan extraña como la de España donde hay antisemitismo, pero casi sin judíos allí hoy viviendo, debido a que no me sentiría cómodo a diferencia de cuán en casa me sentí en la Barcelona (San Cugat del Vallès) de aquellos días de estudio.

Observando la Europa de hoy, creo que bien haría EEUU en seguir insistiendo en la importancia de la libertad de expresión, que hoy, la voz solitaria de EEUU equivale a lo que fuera la de Carter en el tema de los derechos humanos, que les permitió a mis padres recibir residencia y asilo, después de la dictadura de Pinochet en Chile. No les gusta a los europeos, pero bien les hace escuchar esta verdad incómoda, donde lo peor es que se están traicionando a ellos mismos, como cuna de la Ilustración que creó la propia idea de Occidente a partir del siglo XVIII, confirmando la característica de Europa como lugar donde a la vez surgió algo de lo mejor, pero también de lo peor del mundo.

¿Qué debiera hacer EEUU? Aprender de la experiencia de Europa, para no repetir los mismos errores, así como en el pasado, aprendió a ser imperio, pero sin repetir la experiencia europea de poseer colonias. Del mismo modo, creo que nunca debe olvidar lo más importante de todo, su identidad, lo que es, fruto de la (¿bendita?) trilogía que hizo de EEUU lo que ha sido, en primer lugar, que la herencia a la que se debe es la preservación de Occidente y que esa es una antorcha más que una mochila, en segundo lugar, que sus instituciones son un legado grecorromano, tanto su constitución republicana como la democracia, y en tercer lugar, que su fundamento filosófico, que su idea de país es judeocristiana.

En el día de hoy, debe conservar un espíritu de orgullo que una Europa resignada ha ido perdiendo, continuar defendiendo la libertad de opinión como base de las otras libertades, evitar el deterioro que salvo excepciones afecta cual peste a Europa. EEUU debe siempre recordar cómo fue creado, y que la fe no debe ser erradicada de la esfera pública, ya que no hay nada más antinorteamericano, más contrario a sus orígenes que ello, sobre todo, después del asesinato de Charles Kirk, cuyo activismo en la forma de prédica, recuerda lo que hacía con referencias bíblicas Martin Luther King en un tema distinto, el del racismo.

Una mujer reza durante el funeral de Charles Kirk, en Arizona (REUTERS/Daniel Cole)

Sobre todo, no debe caer en la rana hervida, en la que Europa se ha adormecido sin reacción oportuna, ya que al parecer ha perdido la guerra cultural con aquellos que desde adentro quieren destruir esa magnífica herencia, y lo peor que pudo haber pasado ha ocurrido, con la reaparición del antisemitismo histórico, donde varios países parecen querer recordar la década del 30.

Además, reaccionar oportunamente. El problema de desear ser lo que se es y no ser agredido desde afuera, debe ser discutido abiertamente en su componente de seguridad nacional. Quizás, lo que parece ser una derrota de la idea misma de Europa, se inició con lo que alcanzó a conocer Oriana Fallaci, que fue el último intento para incorporar al cristianismo como cemento constitucional, toda vez que el expresidente de Francia, Valéry Giscard d’Estaing presentó oficialmente el 13 de junio de 2003 la propuesta de Constitución para la Unión Europea, y a pesar de haber sido firmada por los jefes de gobierno fue un fracaso, un tratado no ratificado, ya que no pudo cumplir con los requisitos de validación, al ser rechazada en referéndums que tuvieron lugar en Francia y los Países Bajos, por lo que la propuesta no logró entrar en vigor. Por su parte, la propia Fallaci que se autodefinía como “atea, pero cristiana atea” murió el 15 de septiembre de 2006.

Desde ese fracaso, Europa no ha logrado encontrar el rumbo en torno a lo que los une, y, por lo tanto, malamente puede definir el esfuerzo que les exige a sus inmigrantes. Por lo tanto, es hoy un gran mercado, gigante en historia, pero crecientemente irrelevante en lo estratégico y en lo militar. Europa no tiene respuestas, quizás porque no se ha hecho las preguntas adecuadas, solo está en el juego de tronos de buscar culpables. Espero que no pase, pero si no hay una reacción, el propio proyecto europeo, al carecer de brújula, puede terminar desapareciendo tal como ocurriera con la URSS, que fue tragada por la cuestión nacional, siendo sucedida por las 15 repúblicas que la constituían, solo que, como países independientes, y además en conflicto entre ellos.

Para Europa el tema es grave, casi tanto como el silencio inexplicable sobre la persecución religiosa a los cristianos a través del mundo. La última vez que escribí en INFOBAE sobre el tema concluía preguntándome ¿por qué no hay manifestaciones masivas en las calles? ¿Dónde están las Naciones Unidas? ¿Por qué los propios cristianos no se organizan para denunciar esta situación en los lugares donde pueden hacerlo? ¿Por qué no hay una actitud más decidida del Vaticano? Sobre todo, ¿Dónde han estado en este tema los grandes medios de comunicación?

Debo reconocer que necesito ayuda, toda vez que no tengo respuesta a las preguntas que yo mismo hice en esa oportunidad.

*Máster y PhD en Ciencia Política (University of Essex), Licenciado en Derecho (U. de Barcelona), Abogado (U. de Chile), excandidato presidencial (Chile, 2013)

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