Por qué la elección legislativa resultó mucho mejor de lo que parece para Donald Trump y sus aspiraciones en 2020

by Redacción

«Lo que pasó hoy es mucho más que Demócratas y Republicanos. Se trata de restablecer los pesos y contrapesos constitucionales sobre la administración Trump (…) Mañana será un nuevo día en Estados Unidos», dijo el martes por la noche la congresista Nancy Pelosi, líder de la minoría demócrata en la Cámara de Representantes, que volverá a ser mayoría a partir del 3 de enero de 2019.

La euforia de quien fue presidenta de la cámara baja durante cuatro años —puesto que posiblemente recupere el año que viene— era compartida por buena parte de la oposición al gobierno. Muchos sienten que hubo un punto de inflexión que se extenderá hasta 2020, cuando Donald Trump se juegue la reelección.

«Tremendo éxito esta noche. ¡Gracias a todos!», tuiteaba el mandatario casi a la misma hora, como si viviera en una realidad paralela a la de Pelosi. A la mañana siguiente profundizó la idea: «A aquellos que trabajaron conmigo en estas increíbles elecciones de medio término les fue muy bien. ¡Quienes no lo hicieron, digan adiós! ¡La de ayer fue una Gran Victoria, y todo bajo la presión de medios ruines y hostiles!».

Nancy Pelosi, líder demócrata en la Cámara de Representantas (Reuters)
Nancy Pelosi, líder demócrata en la Cámara de Representantas

Los comicios dejaron muchas preguntas. ¿Quién tiene razón? ¿Fue bueno o fue malo el resultado para Trump? ¿Las midterms son indicativas de lo que puede pasar en las próximas presidenciales?

«Estas elecciones fueron en gran medida un referéndum sobre Trump. El Presidente sigue siendo popular en muchas partes del país, especialmente en las áreas rurales, pero es claro que hubo una reacción en su contra en zonas urbanas y suburbanas. Cada partido se diferenció de una manera particular, mostrando fortalezas distintivas. Es un resultado que tiende a aumentar la polarización en la política estadounidense», explicó James A. McCann, profesor del Departmento de Ciencia Política de la Universidad Purdue.

Los interrogantes sobre lo que pasará en los próximos dos años no se pueden responder con certeza. Hay argumentos para fundamentar posturas contrapuestas y la realidad es muy cambiante. Pero lo que está disponible para los observadores interesados es la historia. Viendo lo que ocurrió en el pasado es posible poner en perspectiva lo sucedido ahora, además de descubrir tendencias y regularidades que se mantienen a lo largo del tiempo, y que pueden seguir vigentes en el futuro.

Los números de 2018 que ilusionan a Trump para 2020

Desde la Segunda Guerra Mundial hasta la llegada de Trump a la Casa Blanca se realizaron 18 elecciones de medio término en Estados Unidos. Se puede dividir en dos grupos a los mandatarios que las protagonizaron. Nueve lograron ser reelectos en las presidenciales siguientes, o hacer que gane un candidato de su mismo partido en caso de que no pudieran presentarse. Los otros nueve fueron derrotados ellos mismos o los postulantes que apoyaron en su lugar.

Los antecedentes son contundentes en un punto: los presidentes del primer grupo, los exitosos, obtienen en promedio resultados claramente mejores que los del segundo en las midterms. Unos ganan en promedio 0,3 senadores y se quedan con la mayoría del cuerpo, con una diferencia de 3,2 bancas sobre la oposición. En cambio, los otros pierden una media de 4,7 senadores, y terminan en minoría, con 5 escaños menos que sus rivales.

Distinta es la lógica en la Cámara de Representantes, donde casi todos los mandatarios pierden, sin importar cómo les fue antes o cómo les irá después. No obstante, los que reeligen pierden menos que los que no. En promedio, los primeros ceden 13,1 bancas y quedan a 22,2 de los opositores, pero los segundos entregan 20,9 escaños y quedan a 38 de distancia.

Ronald Reagan, el único presidente estadounidense de posguerra capaz de ser reelecto y luego entregar el poder a otro miembro del mismo partido (AFP)
Ronald Reagan, el único presidente estadounidense de posguerra capaz de ser reelecto y luego entregar el poder a otro miembro del mismo partido

Tan poco predictivo es el resultado en la cámara baja que en sólo cuatro de las 18 elecciones los presidentes sumaron congresistas, pero entre ellos, dos fueron reelectos y los otros dos terminaron perdiendo: Harry S. Truman (1946) y George W. Bush (2002) continuaron en el poder, pero Bill Clinton (1998) y el propio Truman —en sus segundos mandatos— no pudieron impulsar a otro demócrata en su lugar, y fueron sucedidos por republicanos.

La tendencia de las midterms que hasta ahora no registra excepciones es que todos los mandatarios que ganaron bancas en el Senado fueron luego reelectos o entregaron el poder a un copartidario. La mejora en la cámara alta ocurrió en apenas cinco de los 18 casos. Los presidentes eran Truman (1946), John F. Kennedy (1962), Richard Nixon (1970), Ronald Reagan (1982) y Bush (2002). El único que no fue reelecto es JFK, que se encaminaba a un segundo mandato, pero fue asesinado un año antes de los comicios. Lyndon B. Johnson, su vicepresidente, ocupó su lugar y ganó en 1964.

Dwight D. Eisenhower (1954), Clinton (1994) y Barack Obama (2010) son los únicos que lograron la reelección a pesar de haber perdido bancas en ambas cámaras. A ellos se suma Reagan en su segunda midterm (1986), que perdió todo pero igual pudo imponer el triunfo de su vicepresidente George H. W. Bush.

George H.W. Bush tuvo una pésima elección de medio término y luego fracasó en su intento de reelección (AP)
George H.W. Bush tuvo una pésima elección de medio término y luego fracasó en su intento de reelección

La pregunta crucial es a qué grupo se parece más Trump. Que esté más cerca de uno que de otro no es garantía de lo que vaya a pasar en 2020, pero sí puede ser indicativo.

«Los republicanos mantuvieron el Senado, expandiendo su ventaja. Probablemente ganen tres o cuatro escaños, una gran victoria para Trump, que movilizó a sus seguidores con el estremecedor discurso de los migrantes peligrosos. El éxito es especialmente importante porque el Senado confirma a los jueces y la mayoría republicana tratará de convertir al Poder Judicial en un bastión del conservadurismo», dijo a InfobaeJames A. Morone, director del Centro Taubman para el Estudio de la Política Estadounidense, de la Universidad Brown.

 Los resultados han fortalecido las probabilidades de reelección de Trump

Todavía faltan definir tres senadores, porque aún se siguen contando votos por correo en Arizona y en Florida, donde la paridad es extrema, y porque habrá una segunda vuelta en Mississippi, donde ningún candidato llegó al 50% en la elección especial para elegir a un senador retirado.

Si perdiera las tres bancas, el Partido Republicano quedaría con 51, la misma cantidad que ahora. Pero todo indica que alguna va a sumar: Rick Scott tiene una milimétrica ventaja en Florida y Cindy Hyde-Smith fue la más votada en Mississippi, aunque la demócrata Kyrsten Sinema, que había terminado segunda el martes, tomó la delantera en Arizona.

Con que haya una victoria republicana en cualquiera de las tres disputas sería suficiente para que Trump se convierta en el sexto mandatario en más de 70 años en lograr un incremento de escaños en la cámara alta. En 2020 se sabrá si confirma la marca de los cinco anteriores o se transforma en la primera excepción.

«Usualmente, en las midterms se ve al mismo partido ganando o perdiendo en las dos cámaras, así que evitar pérdidas en el Senado es definitivamente una meta alcanzada por los republicanos. Dicho eso, también es cierto que se ponían en juego muchos senadores en áreas demócratas cercanas a Trump, así que los republicanos tenían un entorno favorable», sostuvo Joseph A. Pika, profesor emérito del Departamento de Ciencia Política y Estudios Internacionales de la Universidad de Delaware.

En cualquier caso, incluso perdiendo todas las bancas que están pendientes de resolución,seguiría mucho más cerca del grupo de presidentes a los que les va bien en las elecciones siguientes. El promedio de estos es de un incremento de 0,3 senadores y Trump tendría 0. Además, con una ventaja que, como mínimo, será de dos senadores, estaría casi en la media de 3,2.

Algo parecido sucede en la Cámara de Representantes, donde los republicanos perdieron la mayoría que tenían desde hace ocho años, pero la diferencia de 25 congresistas con los demócratas está apenas por encima de los 22,2 que promedian los mandatarios exitosos.

Barack Obama obtuvo la reelección, pero no pudo entregar el poder a un copartidario (Reuters)
Barack Obama obtuvo la reelección, pero no pudo entregar el poder a un copartidario 

Los datos que preocupan a Trump

«Estas elecciones fueron lo más parecido que se puede encontrar a un empate», dijo Pika. «El triunfo más significativo es que los demócratas ganaron el control de uno de los tres centros de poder, cuando antes no manejaban ninguno. Ahora podrán usar la mayoría en la Cámara de Representantes, y la minoría en el Senado, para bloquear las iniciativas legislativas del presidente y supervisar las políticas del gobierno».

Si bien la relación de fuerzas resultante de los comicios en la cámara baja es bastante equilibrada, un dato incómodo para Trump es que cedió aproximadamente 36 escaños, cifra que supera incluso a la media de los presidentes que terminan mal, que es 20,9. Es cierto que Clinton en 1994 entregó 54, y que el retroceso de Obama llegó a 63 en 2010, y ambos fueron reelectos. Pero no deja de ser un llamado de atención.

«Quizás sea aún más importante que los demócratas ganaron siete gobernaciones que estaban en poder de republicanos —dijo Morone—. Es un vuelco muy grande. Como los estados son los responsables de organizar las elecciones, determinando cuántos días se puede votar y cuán difícil es registrarse, tener a esos gobernadores es muy importante. Adicionalmente, les fue muy bien en el regiones que son republicanas y de Trump. Perdieron en Texas, donde ningún demócrata gana desde 1994, por sólo dos puntos. Lo mismo pasó en la disputa por la gobernación de Georgia. La demografía de esos estados está cambiando».

 Cada partido se diferenció de una manera particular, mostrando fortalezas distintivas. Es un resultado que tiende a aumentar la polarización en la política estadounidense

A pesar de la sangría en el nivel de los gobernadores, los republicanos lograron conservar la mayoría, aunque por un margen mucho más estrecho: del amplio 33 a 16 con el que llegaron al 6 de noviembre, pasará a ser 27 a 23, si se confirman los apretados triunfos en Florida y Georgia. Esas victorias tendrían un plus: derrotar a dos de los candidatos demócratas que mayores expectativas generaban, Andrew Gillum y Stacey Abrams.

«Las elecciones de medio término tuvieron un alza en la participación, pero no fue sólo porque los demócratas hayan estado motivados, también fue por los republicanos. Se vio en disputas nacionales, como en las senadurías que cambiaron en favor de los republicanos, y en los estados, donde también ganaron legislaturas. Es probable que las midterms hayan servido para dinamizar a los dos partidos, pero no creo que se hayan modificado las chances de reelección de Trump en ninguna dirección», según Alyx Mark, profesora del Departamento de Ciencia Política del North Central College.

Una lectura del mapa que dejaron las elecciones en el Senado podría encender alguna luz de alarma para Trump pensando en 2020. Si bien recuperó bancas que estaban en manos demócratas en Dakota del Norte, Missouri e Indiana, a las que se podría sumar una en Florida, en todas ellas ya había ganado él como candidato en 2016.

Bill Clinton, uno de los pocos presidentes que fue reelecto tras una elección de medio término en la que perdió todo
Bill Clinton, uno de los pocos presidentes que fue reelecto tras una elección de medio término en la que perdió todo

El Partido Republicano no prosperó en ningún estado en el que no se hubiera impuesto en las presidenciales pasadas, y fue derrotado en al menos cinco de los que sí había ganado: Michigan, Montana, Ohio, Pennsylvania y Wisconsin. A ellos podría agregarse Arizona, de mantenerse la leve ventaja demócrata.

El dato es que, si en los 17 estados en los que no se eligieron senadores ahora se repitiera el resultado de 2016, y ésta hubiera sido una elección presidencial, Trump habría sido derrotado. Sumaría 226 votos en el Colegio Electoral, contra 302 de los demócratas. Dos años antes, había triunfado con 304, frente a 227 de Hillary Clinton.

No obstante, puede que este no sea el mejor método para proyectar el resultado en 2020, porque hay muchos estados que suelen cambiar su voto de una elección a otra, además de que en una legislativa no se vota igual que en una presidencial. En este punto es ilustrativa la comparación con Obama, porque le pasó exactamente lo mismo.

Andrew D. Gillum, candidato demócrata a gobernador de Florida, era una de las esperanzas del partido, pero perdió por un estrecho margen de votos (REUTERS/Chris Aluka Berry)
Andrew D. Gillum, candidato demócrata a gobernador de Florida, era una de las esperanzas del partido, pero perdió por un estrecho margen de votos

En 2008 se impuso a John McCain por 365 a 173 en el Colegio Electoral. Dos años después, a pesar de haber retenido la mayoría en el Senado, perdió en tantos estados en los que antes había vencido que, de haber sido una presidencial, la habría perdido por 234 a 304. Pero Obama recuperó en 2012 los distritos que había perdido en 2010 y obtuvo la reelección sin sobresaltos ante Mitt Romney, por 332 a 206. Los números de las midterms sirven como medida de la fortaleza de un gobierno, pero no son extrapolables a los de comicios ejecutivos.

«Los resultados han fortalecido las probabilidades de reelección de Trump. Consolidó el apoyo en la mayoría de las áreas en las que había ganado en 2016 y pudo movilizar a sus votantes. La excepción es que su impacto se redujo en varios estados importantes en los que había vencido, y los demócratas se fortalecieron en muchos otros, así que su éxito en librar competencias muy parejas debería ayudarlos en 2020″, concluyó Pika.

 

Por Dario Mizrahi -Infobae-

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