Estaban por tomar un tren rumbo a un destino cercano, dentro de Suiza. En un momento de distracción, mientras los padres revisaban las pantallas en busca del andén al que tenían que ir, la niña de siete años aprovechó para huir.
No está claro si estaba enojada o molesta por algo que había ocurrido. La única certeza es que estaba decidida a irse lo más lejos posible de su familia. Consciente o no, se tomó un tren que la llevó directo al aeropuerto.
Cuando el matrimonio se dio cuenta de que su hija había desaparecido, se desesperó. Las recorridas por la estación fueron infructuosas, así que debieron hacer la denuncia policial.
A esa altura, la niña ya había pasado la mayoría de los controles de seguridad de la terminal aérea. En algunos casos, se pegaba a adultos para simular ser su hija. En otros, le bastaba con su tamaño para pasar completamente desapercibida.
Debió abortar el primer intento que hizo de entrar a un avión. Siguió a un grupo de azafatas, que trató de detenerla al detectar su presencia. La niña logró escabullirse y volver a la zona de embarque.
La segunda vez fue exitosa. Pegada a otros pasajeros que no se percataron de que la tenían al lado, logró entrar a una aeronave con destino a Francia. Sin embargo, ahí terminó su travesía, ya que un miembro de la tripulación se dio cuenta y la entregó a la Policía.
Tras revisar las cámaras de seguridad de la estación de trenes, los agentes que la estaban buscando se dieron cuenta de que había ido al aeropuerto. Cuando se pusieron en contacto con sus padres en la terminal, estos ya tenían a la niña.
