El presidente Nayib Bukele se ha convertido en una de las figuras más importantes de América Latina. Su política de seguridad, un tema que preocupa mucho por los altos índices de delincuencia en América Latina.
Bukele inauguró un nuevo centro penitenciario. Las imágenes del traslado de los detenidos, sobre todo los pandilleros que asolan su país y que envió su propio Gobierno son duras, revelan la realidad de violencia que se vive.
El mandatario ha sido implacable en su lucha contra la delincuencia. De hecho, ahora los detenidos deben pagar su vestimenta y su alimentación. Y afirma que le preocupa muy poco lo que digan sobre los derechos humanos.
Su política ha sido motivo de debates a nivel regional. Muchos lo cuestionan. Se considera que los derechos humanos deben ser algo defendidos.
El argumento tiene sentido. La violencia es algo estructural. Los miembros de las pandillas son personas mayormente excluidas socialmente, de hogares desechos. Sienten que en las pandillas encuentran una familia.
Sin duda, los Estados tienen una deuda. La falta de educación y alternativas de vida son problemas serios en nuestros países.
Por otra parte, están los que quieren que en sus países se apliquen los mismos métodos. El argumento es que los ciudadanos no pueden estar sometidos a un temor constante por la delincuencia, la común y la organizada.
Y estos también tienen razón. El Estado tiene el deber de garantizar la tranquilidad pública. La delincuencia es algo serio en nuestra región y los ciudadanos merecen vivir en paz.