Miembro de la pandilla MS-13 se declara culpable por 4 asesinatos en EEUU

by Redacción

De acuerdo con un comunicado de la fiscalía, Portillo asumió la responsabilidad por su participación en las muertes de Justin Llivicura, Michael López, Jorge Tigre y Jefferson Villalobos en Central Islip, en el condado de Suffolk, sin haber llegado a un acuerdo previo con el Gobierno.

Indicó además que al momento de los asesinatos Portillo, inmigrante indocumentado de El Salvador, tenía 15 años de edad.

La fiscalía federal pidió a la corte que Portillo fuera juzgado como adulto y tras una audiencia el pasado 6 de agosto, el juez Joseph Bianco accedió a la petición, por lo que el asesino confeso se enfrenta a cadena perpetua.

De acuerdo con los documentos de la acusación y según lo señalado por Portillo en su declaración de culpabilidad, el 11 de abril del año pasado, dos mujeres vinculadas con la MS-13 llevaron bajo engaño a cinco jóvenes, entre ellos las cuatro víctimas, hasta un parque en Central Islip por instrucciones de Portillo y otros miembros de la peligrosa pandilla.

Agrega que la MS-13 creía que este grupo de jóvenes eran miembros de una pandilla rival que habían faltado el respeto a ese grupo. Portillo y otros miembros y asociados de la pandilla estaban en un área boscosa detrás del parque donde habían distribuido armas y discutido cómo les asesinarían.

Las mujeres enviaron un mensaje de texto a Portillo indicándole dónde estaban con los jóvenes y poco después los pandilleros les rodearon y asesinaron a cuatro de ellos usando machetes, cuchillos y bates de madera. La quinta víctima logró escapar.

Después de asesinarlos llevaron sus cuerpos a un área más boscosa, donde fueron descubiertos al día siguiente.

La fiscalía destacó que el caso de Portillo es el más reciente de una serie de miembros de la MS-13 que han sido juzgados en este tribunal federal por asesinatos que han ocurrido en Long Island.

La MS-13, considerada por las autoridades como una organización criminal internacional, tiene gran presencia en Long Island, en el este de Nueva York, donde ha operado durante años, pero en los últimos dos se le responsabiliza de al menos 18 asesinatos.

Su actividad criminal llevó a las autoridades a decretarle la guerra a la pandilla.

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