Florida se prepara para una catástrofe de dimensiones incalculables. Irma, el mayor huracán de la historia del Atlántico, cruza desde el miércoles el Caribe arrasando las islas que se encuentra a su paso y sigue su trayectoria hacia la península de EE UU, a donde se prevé que llegue el fin de semana con Miami en el ojo de la tempestad. Las predicciones apuntan que será el lugar donde el impacto será mayor. Toda la franja del Miami metropolitano, una lengua urbana habitada por seis millones de personas que se extiende paralela al océano, se encuentra en peligro extremo. Las medidas de emergencia se redoblan a un ritmo agónico. La categoría de Irma ha bajado esta madrugada de fuerza 5 a fuerza 4, aún extremadamente grave y con vientos de 240 kilómetros por hora. Avanza a 25 kilómetros por hora y está a 725 kilómetros al suereste de Miami, según datos de las ocho de la mañana hora local del Servicio Meteorológico Nacional. El jefe de la Agencia Federal para la Gestión de Emergencias (FEMA) acaba de declarar este vienes por la mañana que Irma «va a devastar Estados Unidos». «Partes de Florida estarán sin luz días, si no más».
El condado de Miami-Dade (2.700.000 habitantes) había ordenado el miércoles por la tarde la evacuación de las áreas urbanas costeras (alrededor de 100.000 personas) y este jueves por la noche ya había ampliado la orden a zonas interiores aumentando a 650.000 el número de individuos que deben huir de sus casas. El radio de evacuación seguirá con seguridad creciendo, pero a estas horas ya es la mayor operación de esta clase de la historia de Florida. «Llevo 60 años aquí y nunca había visto nada parecido», dijo el consternado alcalde Carlos Giménez, un tipo curtido en mil batallas como exjefe de bomberos de Miami.
Hasta el momento Miami está en el medio exacto del rumbo de Irma, de su núcleo de destrucción de mayor intensidad con vientos sostenidos de hasta 295 kilómetros por hora y descargas de lluvia torrenciales, y si en efecto se cumple esa ruta los daños pueden ser desmesurados. Según el Miami Herald, en el peor de los escenarios en Florida podría haber inundaciones de entre un metro y medio y tres metros de altura sobre el suelo, cubriendo hasta el techo casas de una sola planta. Los primeros vientos fuertes llegarán al sur de la península el sábado por la tarde.
Aunque las cifran varían según la fuente, Irma ha dejado hasta al menos 15 muertos y decenas de heridos y ni siquiera ha impactado de lleno contra ningún territorio grande. Las últimas víctimas mortales se han producido en las Islas Vírgenes, donde al menos cuatro personas han muerto. En Barbuda ha perdido la vida al menos una persona, hay cuatro fallecidos en la parte gala de San Martin y una en la parte holandes. Por otra parte, Barbados y la isla británica de Anguila también han confirmado un fallecido en cada territorio. A Puerto Rico, solo con rozarlo, lo ha dejado con tres cuartas partes del territorio sin energía eléctrica y tres fallecidos.
Santo Domingo y Haití se han visto afectados, y eso que Irma ha pasado bastante lejos de ellos. Cuba y Bahamas podrían recibir este viernes fuertes coletazos. Esta tarde Irma ha descendido sobre Islas Turcas y Caicos. Aún no se conocen los daños. Pero los modelos de predicción apuntan a que Florida será el destino del impacto total del huracán, la tierra contra la que se vaya de frente el sábado por la tarde entrando por los Cayos —evacuados el miércoles— y envolviendo el domingo toda la costa este de la península. La Marina de EE UU ha ordenado evacuar a más de 5.000 personas –soldados, civiles y familiares– de su base naval de Cayo Hueso –la última ciudad de los cayos– y solo quedará allí medio centenar de oficiales.
El director de la Agencia de Gestión de Emergencias, Brock Long, ha afirmado que la costa de Florida “nunca ha experimentado un huracán como este” y ha pronosticado que será “realmente devastador”. El presidente Donald Trump se ha mostrado este jueves “muy preocupado” y ha dicho que EE UU “está todo lo preparado que es posible”. Y este jueves por la noche volvió a escribir en Twitter: «Animo a todos aquellos que estén el camino del Huracán Irma a acatar el consejo y las órdenes de las autoridades estatales y locales». La Casa Blanca y todo el país viven en vilo la evolución de Irma, traumatizados todavía por las catastróficas inundaciones que provocó la semana pasada en Texas el huracán Harvey.
En Florida, concretamente en Miami, el gran temor también es el agua. Se trata de un territorio a ras de mar y cada año que pasa, con el nivel del océano subiendo lento pero sin pausa, es más proclive a las inundaciones. Nadie es capaz de prever qué puede ocurrir en lugares como la famosa isla de Miami Beach o en Cayo Vizcaíno, zonas habitadas y con un altísimo valor patrimonial y económico, si el vórtice de Irma se estrella contra ellas con su actual categoría de fuerza cinco –máximo grado ciclónico– o con nivel cuatro, lo más que se calcula que se degrade antes de llegar.
Las autoridades tienen en marcha un formidable despliegue de recursos federales, estatales y locales para auxiliar a la población, desde albergues preparados del sur al norte de Florida hasta 7.000 rescatistas de la Guardia Nacional alistados para actuar desde este mismo viernes y un centenar de helicópteros de emergencias. Aerolíneas como American o Delta han aumentado su frecuencia de vuelos y plazas en Florida para facilitar la evacuación antes de que cierren los aeropuertos. Siete ciudades del entorno del lago Okechobee también tienen orden de evacuación.
Según estimaciones de analistas de desastres, los costes de Irma en Florida podrían pasar de los 200.000 millones de dólares, más que el huracán Katrina. El agua y los vientos podrían machacar áreas con enorme concentración de riqueza como Miami, Fort Lauderdale o West Palm Beach, donde está la mansión Mar-a-Lago de Trump.
El ejemplo más palpable de lo que puede hacer Irma son las pequeñas islas orientales del Caribe. El 95% de Barbuda, golpeada por el ojo del tifón, quedó arrasado. “Me dan ganas de llorar”, dijo su primer ministro Gaston Brown. Allí se había registrado solo un muerto. En San Martín y en San Bartolomé, también demolidas por el viento e inundadas, hubo al menos cuatro fallecidos. En estas tres islas todavía continúan los trabajos en buscar de cadáveres.
El caso de Puerto Rico también ilustra la fuerza descomunal de Irma, pero de modo indirecto. El centro del huracán pasó a 80 kilómetros de su costa y eso fue suficiente para causar al menos tres muertes, obligar a 7.000 puertorriqueños a refugiarse en albergues y dejar sin electricidad a un millón de personas y sin agua corriente a 220.000 en un país que, aún encima, atraviesa la peor crisis de su historia, en bancarrota y con una deuda que supera los 120.000 millones de dólares.
República Dominicana y Haití sufrieron menos el paso del huracán este jueves por la mañana. En Dominicana se puso en alerta roja casi todo el país y 19.000 personas fueron evacuadas –entre ellos miles de turistas evacuadas a regiones de la isla más seguras–. En Haití, donde murieron más de 500 personas en 2016 al paso del huracán Matthew, se abrieron 793 refugios y ha habido graves inundaciones y cortes de carretera. Los rebrotes de cólera son una de las preocupaciones en este país, el más pobre del hemisferio y siempre bajo la espada de las deblaces naturales.
Cuba, que espera a Irma este viernes, ha activado sus mecanismos de protección civil en el oriente y en el centro de la isla y se mantiene en máxima alerta en vista de que el centro del huracán podría azotar buena parte de su territorio. De ahí, Irma subirá hacia Florida, la península a la que parece destinado su monstruoso poder.