Marcelo Arévalo escribió el pasado junio una página histórica en el tenis de El Salvador y Centroamérica, en la arcilla de París, junto a su compañero de dupla, Jean-Julien Rojer, se proclamó campeón en un Grand Slam.
Arévalo es el primer centroamericano que se ha proclamado campeón en un torneo de Grand Slam.
Tres meses después, Arévalo y Rojer — curazoleño de 41 años que representa a los Países Bajos — siguen apuntando alto, como terceros cabezas de serie del Abierto de Estados Unidos. Este jueves, irán por el pase a la final al medirse contra el neerlandés Wesley Koolhof y el británico Neal Skupski, segundos preclasificados.
Nada mal para un binomio que se conformó a comienzos de año.
Jugar en los Slams. Saltar a las mejores canchas. Codearse con las estrellas del tenis.
Era lo que siempre soñó Arévalo, lo que le motivó desde su niñez en Sonsonate.
Arévalo ambiciona más títulos y también consolidar la academia de tenis que abrió junto a su hermano Rafael — representó al país en el tenis de los Juegos Olímpicos de Beijing 2008, perdiendo ante Roger Federer en la segunda ronda — y que busca atraer a más niños con pocos recursos para que se involucren de lleno en la práctica del deporte.
Se trata de descubrir a otro campeón salvadoreño de tenis: “Queremos abrir las puertas”, dijo a periodistas.
Con la advertencia de que no le gusta hablar de sus proezas personales, Arévalo afirmó que el alzar el título en París “está catalogado en El Salvador como el logro deportivo más grande del país”.
“Más allá de eso está haciendo un impacto positivo en la sociedad, especialmente en las futuras generaciones”, dijo. “Cuando yo era un niño, necesitaba tener un modelo a seguir. El Salvador necesitaba a ese ícono (deportivo), esa persona que hiciera creer a esos niños que sí se puede llegar lejos”.
“Ese impacto positivo va a hacer creer a muchos niños que están jugando tenis y otros deportes que si un salvadoreño ha llegado a la élite del deporte mundial en el tenis, ellos también lo pueden lograr y en otras disciplinas del deporte”, añadió.
El reconocimiento tardó en llegar. Lo más alto que estuvo en el ranking de sencillos de la ATP fue cuando quedó en 139no puesto en julio de 2018. Nunca pudo superar la fase previa de un Slam.
Pero se fijó que jugar dobles era lo suyo, y los resultados empezaron a darse al aproximarse a los 30 años de edad.
“Las cosas se fueron dando más rápidamente en el dobles… Entramos al Top 50, bastante rápido y ahí comencé a darme cuenta que tenía acceso para jugar los Slams”, contó. “Ahí te estabas rozando con todos los jugadores, con el mismo ambiente, con todas las leyendas, de (Rafael) Nadal, (Roger) Federer, (Novak) Djokovic, todos estos jugadores que solías ver solo por la televisión”.
La sociedad con Rojer tiene poco tiempo de existencia, aunque se conocen bien desde hace años. Ambos residen en Miami, pero se habían quedado sin compañeros tras la temporada de 2021. Sus entrenadores se encargaron de proponer la dupla.
Eso fue en enero: “No lo tuvimos que pensar dos veces. Sabíamos que era una gran oportunidad. La tomamos y hemos tenido un año excelente”, dijo Arévalo.
Aparte de los Slams, Arévalo tiene la mira puesta en los Juegos de Olímpicos de París 2024.
Se sabe perfectamente el reglamento de elegibilidad de la Federación Internacional de Tenis, de que debe mantenerse entre los 10 primeros del ranking para elegir el compañero que uno quiere.
El inconveniente, de momento, es que no hay salvadoreños con ranking ATP. Pero todo puede cambiar. Confía en la irrupción de chicos de 14-16 años en el circuito juvenil de la ITF o que su hermano Rafael salga del retiro se anime a tomar la raqueta otra vez.
“En dos años muchas cosas pueden cambiar”, se ilusionó.