En el antiguo mito griego, las amazonas sólo existen como referencia —y a diferencia— junto a los héroes griegos. Están ahí para luchar y ofrecer consejos, sexo o ayuda en alguna empresa. En general, están ahí para ser conquistadas y sometidas, como en el caso de la reina amazona Antíope, quien fue secuestrada por el rey Teseo y obligada a ser su esposa.
En los cómics y franquicias cinematográficas como Wonder Woman, las amazonas moran el reino de los cuentos de hadas y la fantasía como guerreras impregnadas de fuerza legendaria. Muchos historiadores descartan a las amazonas como otro ejemplo de los escribas griegos que inventaban monstruos que su civilización derrotaría siempre.
Sin embargo, el arte griego temprano, cuenta una historia diferente. Describe a las amazonas en el ropaje tradicional de los escitas, un grupo de tribus nómadas que deambulaban por la estepa de las montañas del Cáucaso entre el 900 y el 200 a.e.c. La reciente exposición Scythians: warriors of ancient Siberia tiene como tema central a esta cultura en el British Museum.
Dado que los antiguos escitas deambulaban y moraban en Europa y Asia, dejaron atrás túmulos elaborados por todo el Cáucaso, desde el Mar Negro hasta China. Cuando los descubrieron por primera vez, se asumió que aquellos restos enterrados con armas eran hombres, mientras que los cuerpos con espejos y husos debían ser mujeres.
Avances en los análisis científicos modernos revelaron algo diferente. Cuando los científicos comenzaron a usar métodos bioarqueológicos como las pruebas de ADN, descubrieron que era tan probable que los esqueletos enterrados con arcos, flechas y otras armas fueran tanto femeninos como masculinos desde un punto de vista biológico.
Por supuesto, los esqueletos solos no pueden contar la historia completa cuando se trata de asignar el sexo o identidad de género de una persona; desde siempre han existido las personas intersexuales, claro, y las identidades trans también. Pero el hecho de que más de un tercio de restos escitas en algunas tumbas han sido registradas como femeninos con heridas graves de batalla, indica que las guerreras eran comunes entre los temibles escitas.
«Las ideas e imágenes de las amazonas están construidas alrededor de mujeres guerreras de carne y hueso; arqueras a caballo nómadas de las estepas de Eurasia», Adrienne Mayor, clasicista de Stamford y experta en amazonas, le explica a Broadly. «Y ahora tenemos pruebas por sus huesos».
Pero, en promedio, ¿cómo era la vida de una mujer escita? Un artefacto —un cuenco de plata descubierto en el sureste de Kazajistán— podría ser uno de los pocos que contienen evidencia de la escritura escita. Otros expertos creen que carecían de lenguaje escrito. Estamos estancados tratando de armar la verdad a partir de la arqueología y las historias fantásticas de observadores como los griegos.
Gran parte de lo escrito por los griegos sobre las amazonas puede desecharse de entrada. La idea de que existieran tribus femeninas que se reproducían teniendo sexo con extraños y asesinaran a sus hijos (hombres) suena más a una fantasía paranoica masculina que un hecho histórico. De igual forma, la idea de que las amazonas se cortaban un seno para mejorar sus habilidades con el arco es risible para cualquier mujer que domine el arte de la arquería con el pecho intacto. (Sin mencionar la alta tasa de mortalidad que un procedimiento tan drástico hubiera causado, dadas las capacidades médicas de la época.)
De hecho, este mito en particular debe sus orígenes a un intento tardío por parte de los griegos por explicar la etimología de su nombre no griego. Un escritor llamado Hellanikos sostenía que mazon era similar a maston, la palabra para nombrar el pecho, con el prefijo a indicando que carecían de un seno. Los estudiosos modernos creen que el nombre proviene más bien de Amezan, una legendaria reina guerrera circasiana.
Sobre la información confiable que puede conseguirse de las fuentes griegas que se refieren específicamente a los escitas es que muchas —pero no todas— las tribus contaban con guerreras que disparaban mientras cabalgaban junto a los hombres. Mayor cree que este método de batalla, combinado con su estilo de vida nómada y la necesidad de ser buenos jinetes, fue lo que causó la inclusión de mujeres en las fuerzas armadas. La arquería contrarresta las ventajas de altura, alcance y fuerza que la mayoría de los hombres presentan en comparación con las mujeres en un combate mano a mano, mientras que el pequeño tamaño de las comunidades significaba que todos eran indispensables cuando sufrían algún ataque.
A menudo se asume que sólo las mujeres solteras pelean junto a los hombres y que el matrimonio marcaba la diferencia entre una dama guerrera y una vida que se apega más a los roles de género asumidos históricamente por Occidente. Sin embargo, hay varias tumbas de guerras donde hay niños enterrados también y por el contexto de los objetos funerales, parece que las guerreras en cuestión eran madres.
Nuestras suposiciones sobre culturas antiguas a menudo están basadas en nuestras creencias modernas sobre la universalidad de los roles de género en diferentes etapas del desarrollo cultural. Hay una larga tradición de considerar los relatos de mujeres que no se apegan a estas normas —desde la reina Macha Mong Ruadh en Irlanda hasta las guerreras de Escandinavia— como si fueran ficticias sólo por nuestras suposiciones de lo que las mujeres hacían en ese entonces. Constantemente nos sorprendemos por las nuevas evidencias arqueológicas que nos señalan diferentes hechos, incluso cuando la información ha estado ahí en los antiguos textos durante todo este tiempo.
«Ya no se puede afirmar que las amazonas eran figuras fantásticas que morían a manos de los héroes griegos; que los mitos de las amazonas son inventos para desalentar a las mujeres griegas de admirar a las mujeres fuertes; que las amazonas en el arte griego sólo eran sustitutos de los persas; y que no había ningún vestigio histórico que hubiera moldeado o influido la imagen de las amazonas en la literatura y el arte», afirma Mayor.
«En lugar de tomar los mitos de las amazonas en términos de violencia machista contra las mujeres, la literatura antigua, las evidencias artísticas y arqueológicas revelan que las sociedades nómadas igualitarias existían en las estepas, y que este estilo de vida evocaba sorpresa y fascinación entre el pueblo griego».
Publicado originalmente en VICE