Los arqueólogos consideran que este sitio fue una especie de plantilla para que, luego, se edificara la enorme ciudad de El Mirador.
Por Roberto Villalobos Viato -Prensa Libre-
Enormes edificios, refinados mascarones, extensas calzadas y excelsa cerámica. Esto es lo que hay en Nakbé, una antigua ciudad que algunos investigadores definen como la verdadera cuna de la civilización maya. “Esta es la joya de la Cuenca El Mirador; es el lugar más refinado del área”, refiere el arqueólogo Gustavo Martínez.
El sitio, cuyo nombre significa “cerca del camino” o “camino blanco”, tuvo sus primeros habitantes en el 2000 a. C., según datos recabados mediante técnicas científicas. Alrededor del 1000 a. C. —año que marca el comienzo del Preclásico medio— ya había una aldea. “De ese periodo se han encontrado edificios con al menos 18 m de alto, que para entonces era demasiado”, explica el arqueólogo Édgar Suyuc.
Su apogeo fue en el Preclásico tardío (350 a. C.-250 d. C.). “En ese periodo habitaron la zona unas cien mil personas”, calcula Martínez. “Nakbé fue un centro rector, porque el poder estaba en El Mirador”, agrega Suyuc.
Las investigaciones empezaron en 1989, pero se detuvieron en la última década. No obstante, este año se han retomado los estudios.
Conjuntos piramidales
El epicentro de Nakbé tiene dos secciones, el Occidental y el Oriental, que están unidos por medio de la calzada Kan. Estos grupos no están amurallados y tienen una serie de plazas y plataformas dispuestas sobre amplios basamentos. “Hasta ahora hemos identificado alrededor de 150 edificios”, dice Suyuc.
La plataforma principal en el oeste tiene al menos 13 construcciones mayores. La más grande es la llamada Estructura 1, de diseño triádico y con 48 m de altura. Data de principios del Preclásico tardío (ca. 300-200 a. C.).
Además de su tamaño, sorprenden los enormes mascarones de piedra tallada, construidos en los extremos de la escalinata de una de sus fachadas. Estos fueron revestidos de fino estuco en colores crema, rojo y negro.
Hay uno en particular que llama la atención, el cual mide 11 m de ancho por 5 m de alto; tiene la imagen de la deidad Pájaro principal o Ave mítica, que en el Popol Vuh se menciona con el nombre de Vucub Caquix. Este personaje está presente en la arquitectura, cerámica y escultura de varios sitios tempranos.
El Grupo Códice está en el camino entre Nakbé y El Mirador. Es una ciudad pequeña, con una pirámide, pero su importancia es enorme, ya que ahí se descubrieron cientos de fragmentos de cerámica tipo Códice, caracterizada por estar pintada de rojo, negro y fondo blanco. La técnica artística que emplearon, además, es considerada como la mejor de Mesoamérica. “El sitio era residencial y se cree que hubo bastantes artesanos”, expone Martínez.
En el este destaca una cancha para el juego de pelota, que es la más antigua descubierta hasta ahora en el mundo maya —data del 600 a. C.—.
Cerca están los grupos 47 y 51, que son complejos de conmemoración astronómica. Enfrente se encontró una estela del Preclásico temprano que estaba destruida. El arqueólogo Richard Hansen —director del Proyecto Cuenca Mirador— y su equipo la recuperaron y vieron que tenía una persona de la élite y, arriba de ella, a un dios. “La escena quería dar a entender que los dioses apoyaban a los reyes”, comenta Martínez. “Fueron los mayas del Preclásico tardío los que la derribaron, tratando de acabar con ese recuerdo mitológico y crear un nuevo orden”, añade. La sección del este la cierra el Grupo 59, donde hay una imponente acrópolis triádica.
Una bomba arqueológica
En el epicentro de Nakbé los arqueólogos hallaron un campo de cultivo asociado a un grupo residencial. Para Martínez, ese descubrimiento es importante —un “bombazo arqueológico”, según sus palabras— ya que encontraron abono. “De esa forma supimos que la antigua civilización maya sabía cómo restaurar la tierra, que la podía trabajar, que tenían conocimientos de que ciertos materiales servían de abono. Esto también se ha descubierto en Papúa Nueva Guinea, Indonesia y Tailandia”, comenta. “En esa época, estábamos en un nivel de sofisticación de los más altos del planeta; incluso, los mayas pudieron haber sido los primeros seres humanos en aplicar el abono tal como lo conocemos en la actualidad”, indica.
La cuna maya
Suyuc y Martínez coinciden al decir que en Nakbé se originó la civilización maya y que, alrededor del 1200 a. C., estuvo emparentada con los olmecas. “El Mirador es una réplica de este sitio”, dice Martínez, citando a Hansen. “Consideramos que esta es la plantilla, lo cual se transmutó a El Mirador, pero a niveles gigantescos”, concluye.
Asombrosos sacbés en Nakbé
La civilización maya tuvo amplios conocimientos de ingeniería, lo cual se demuestra con las enormes y complejas calzadas —o sacbés— que construyeron para conectar diversos sitios.
Calzada El Mirador-Nakbé
Se origina en el sureste del complejo La Danta, en El Mirador, y se extiende 13 kilómetros hasta el noroeste de la gran plataforma del Grupo Occidental de Nakbé, donde está la Estructura 1.
Su altura varía según la topografía, pero hay puntos en los que se eleva seis metros. También sorprende su ancho, ya que hay lugares donde tiene 45 m.
A lo largo de este se han identificado cinco piezas rectangulares y sin decoración, los cuales no exceden 1.10 m de alto. También se localizó la llamada Estela 24, que mide 3.60 de altura y es hasta ahora el mayor monumento encontrado en la Cuenca Mirador junto a una calzada.
Esta vía, asimismo, fue atravesada por tres grandes canales de drenaje y probablemente estuvieron cruzados por puentes para permitir el tráfico peatonal. Cerca también se han encontrado pequeñas plataformas y terrazas de cultivo.
Calzada Cascabel
Mide 30 m de ancho y hasta 1.6 m de alto, y se extendía 350 m para conectar a la Estructura 1 con el Grupo Cascabel, un complejo arquitectónico que data del Preclásico tardío (350 a. C. – 250 d. C.) y que por su tamaño sugiere que pudo ser un sitio residencial para un funcionario administrativo que requería acceso directo a los edificios más importantes.
A lo largo del sacbé se encontraron tres monumentos erguidos sin tallar. Estos pudieron haber servido como una especie de cartelera para la propaganda política, histórica o ideológica.
Calzada Palma
Se extiende 300 m del Grupo Oriental de Nakbé hacia el Grupo Colonte, un complejo residencial.
Este sacbé mide entre 30 y 45 m de ancho y hasta dos metro de alto. Data del Preclásico medio (1000 a. C. – 350 a. C.), aunque pudo haber sido utilizada también en el Preclásico tardío (350 a. C.- 250 d. C.). A lo largo de la calzada se ha encontrado cerámica Mamom.
El Vaso de Nakbé
Data del periodo Clásico tardío (350 a. C. – 250 d. C.). Es una cerámica tipo Códice, un estilo artístico que los especialistas califican como el más refinado de Mesoamérica y que se caracteriza por emplear rojo, negro y tonalidades cremas.
La reliquia en la imagen se encontró en el Grupo Códice, cerca de la monumental Estructura 1 que dominó el paisaje de Nakbé.
Al centro del tiesto se observa a un escriba. En la parte superior hay un texto jeroglífico que en arqueología se llama “secuencia preliminar estándar”, el cual brinda el nombre del personaje y el uso que se le daba al objeto.
La información plasmada en este vaso aún no se ha logrado descifrar. Hoy se conserva en el Museo Nacional de Arqueología y Etnología de Guatemala, en la zona 13 de la capital.
La ceramoteca
Los especialistas del Proyecto Cuenca Mirador efectúan un minucioso trabajo científico en su laboratorio en la capital, donde analizan la cerámica proveniente de las temporadas de campo en Petén. De esa cuenta surgió La ceramoteca. “El material, que es debidamente marcado y clasificado, es útil para desarrollar las teorías sobre los mayas de la cuenca”, explica la arqueóloga Tania Cabrera.
La ceramoteca centra sus esfuerzos en cuatro actividades. La primera es la elaboración de muestrarios. De esto se han hecho contribuciones para el Instituto de Antropología e Historia, la Escuela de Historia de la Universidad de San Carlos, el Centro Universitario de Petén y uno general para profesionales del proyecto.
Otro de los objetivos es la creación de herramientas digitales. “Fotografiamos el material cerámico relevante para formar archivos de consulta en línea, los cuales podrán ser empleados por investigadores que no tengan acceso directo a los muestrarios físicos”, profundiza Cabrera.
Una tercera meta es recopilar muestras cerámicas sobresalientes para procesarlos en dibujos técnicos, los cuales también sirven para el archivo digital.
Un objetivo más es la toma de fotografías artísticas para emplearlas en publicaciones, exposiciones y publicidad. “Así puede difundirse el colorido, el ingenio, la técnica, la pericia y la cultura de los antiguos artesanos mayas”, refiere la arqueóloga.