El Lago Suchitlán, ubicado entre Chalatenango, Cuscatlán y Cabañas, atraviesa una de las peores crisis ecológicas de su historia. Desde agosto, una invasión masiva de lechuga de agua (Pistia stratiotes) ha cubierto extensas áreas del lago, bloqueando la pesca artesanal, ahuyentando al turismo y alterando el equilibrio del ecosistema.

El Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales (MARN) ha catalogado la planta como una especie invasora, cuyo crecimiento acelerado se debe al alto contenido de nutrientes en el agua, especialmente nitrógeno y fósforo provenientes de aguas residuales domésticas, agrícolas e industriales no tratadas.
¿Quiénes son responsables?
- Municipios y comunidades ribereñas que descargan aguas residuales sin tratamiento.
- Productores agrícolas que utilizan fertilizantes sin control técnico.
- Instituciones públicas que no han implementado sistemas de saneamiento adecuados.
- Turismo y urbanización desordenada que contribuyen a la contaminación del lago.
Insuficientes acciones del gobierno de Nayib Bukele
El gobierno ha iniciado operativos de extracción manual y mecánica de la lechuga acuática, involucrando cuadrillas del MARN, Fuerza Armada y voluntarios locales. También se han instalado barreras flotantes para contener su expansión y se han realizado campañas de concientización ambiental.

Sin embargo, expertos advierten que estas medidas son paliativas y no atacan el origen del problema: la contaminación crónica del lago.
Daños a corto, mediano y largo plazo
- Corto plazo: pérdida de ingresos por pesca y turismo, reducción del oxígeno en el agua, mortandad de peces.
- Mediano plazo: deterioro de la biodiversidad, migración de especies, afectación a la generación hidroeléctrica.
- Largo plazo: colapso del ecosistema lacustre, pérdida de valor cultural y económico del lago, crisis alimentaria en comunidades ribereñas.

¿Qué se debe hacer?
- Tratamiento urgente de aguas residuales en municipios cercanos.
- Regulación del uso de fertilizantes y prácticas agrícolas sostenibles.
- Educación ambiental comunitaria para prevenir nuevas fuentes de contaminación.
- Monitoreo científico constante del lago y sus afluentes.
- Inversión en infraestructura verde como humedales artificiales y biofiltros.
La lechuga de agua no es solo una planta invasora: es el síntoma visible de una crisis ambiental estructural. El Lago Suchitlán, símbolo de biodiversidad y cultura salvadoreña, necesita más que limpieza superficial. Requiere una política pública integral, sostenida y participativa que garantice su recuperación y protección para las futuras generaciones.
