La Autopista de Silicio: El impacto del cable submarino en el PIB salvadoreño

Por Luis Vazquez-BeckerS

by Redacción LaGaceta503

La inversión en infraestructura digital suele ser invisible para el ciudadano promedio, pero sus efectos en la macroeconomía son tan tangibles como los de una carretera o un puerto. La llegada de un nuevo cable submarino a las costas de El Salvador no es solo una mejora técnica; es un choque positivo de oferta que puede redefinir la estructura productiva del país.

Diversos estudios de organismos como el Banco Mundial y la UIT (Unión Internacional de Telecomunicaciones) han demostrado que un aumento del 10% en la penetración de banda ancha en países de ingresos medios puede generar un incremento de entre el 1.2% y el 1.5% en el Crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB).

Al reducir la latencia y aumentar el ancho de banda, El Salvador reduce el «costo de la distancia digital», permitiendo que sectores que antes no eran competitivos comiencen a aportar al crecimiento nacional.

Históricamente, El Salvador ha atraído inversión en sectores de manufactura o servicios de bajo valor agregado. Un cable de última generación cambia este perfil:

  • Data Centers: Las empresas tecnológicas buscan jurisdicciones con conectividad robusta para instalar nodos de procesamiento de datos. Esto genera empleos de alta especialización y salarios competitivos.
  • Nearshoring de Servicios: Con una conexión de clase mundial, el país puede competir con India o Filipinas en la exportación de servicios de arquitectura, ingeniería, desarrollo de software y análisis de datos para el mercado estadounidense.

El costo de la conectividad es un gasto fijo significativo para las pequeñas y medianas empresas. La entrada de un nuevo cable submarino rompe oligopolios de tráfico internacional y fomenta la competencia:

  • Baja de Precios: La mayor oferta de «capacidad» internacional presiona a la baja los precios del tránsito IP.
  • Eficiencia Logística: Las empresas pueden adoptar tecnologías de la nube (Cloud Computing) de manera más económica, optimizando sus inventarios y su presencia en mercados globales sin necesidad de grandes inversiones en servidores locales.

El Salvador tiene una diáspora conectada. Una mejor infraestructura permite que el talento joven salvadoreño trabaje de forma remota para empresas globales desde sus hogares o coworkings en el país, transformando el modelo de remesas tradicionales en exportación de servicios profesionales. Esto significa que el capital humano se queda en el país, pero el dinero ingresa desde el exterior.

Un cable submarino es, en esencia, una infraestructura de competitividad. Sin ella, El Salvador corre el riesgo de quedar atrapado en la «trampa del ingreso medio», compitiendo únicamente por mano de obra barata. Con ella, el país adquiere la herramienta necesaria para transitar hacia una economía de servicios digitales, donde la riqueza se genera a la velocidad de la luz.

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