Las fuerzas de seguridad cerraron partes de la Ciudad Vieja de Jerusalén este sábado, un día después del ataque que dejó dos policías muertos y avivó las tensiones entre israelíes y palestinos.
Tres árabes israelíes mataron el viernes a tiros a dos policías en el casco antiguo de Jersualén, situado en el sector oriental de la ciudad ocupado y anexado por Israel, antes de huir a la cercana explanada de las Mezquitas, el tercer lugar santo del islam, donde los abatió la Policía.
A raíz del ataque, las autoridades israelíes tomaron la decisión excepcional de cerrar la mezquita de Al Aqsa, situada en esa explanada, a los fieles que acudían a las oraciones del viernes, provocando el enfado de los musulmanes y los jordanos, que gestionan el lugar.
El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, anunció el sábado que la explanada será reabierta el domingo. «Se ha decidido reabrir el Monte del Templo (como llaman los judíos a ese lugar) progresivamente mañana (domingo) para los fieles, los visitantes y los turistas», informó en un comunicado.
Mayores controles. Este sábado, las autoridades instalaron barreras para impedir que los coches y los peatones se acercaran a la Puerta de Damasco, la principal vía de acceso de los palestinos a la Ciudad Vieja de Jerusalén. Solo los residentes de la zona con documentos de identidad pudieron ingresar.
Unos 20 árabes esperaban ante una barrera policial cerca de la Puerta de Damasco. «Esto no es seguridad. Es un castigo», dijo Bader Jweihan, un contable de 53 años, a quien no dejaron entrar en la zona donde se encuentra su lugar de trabajo. «Quieren castigar a los ciudadanos árabes de Jerusalén.»
Musa Abdelmenam Qusam, de 73 años, recibía la ayuda de uno de sus nietos mientras caminaba con un bastón e intentaba pasar la barrera policial.
Este dueño de una librería en la Ciudad Vieja aseguró que suele rezar cada día en Al Aqsa. «Esa mezquita no es solo para los musulmanes, también vienen turistas», expresó después de que le negaran la entrada. «Esta ciudad es para todo el mundo. Debe abrirse».
La Puerta de Jaffa sí permaneció abierta bajo una intensa vigilancia policial.
En la Puerta de los Leones, en el lugar donde ocurrió el ataque del viernes, la Policía controlaba los documentos de identidad.
Netanyahu dio instrucciones para «reforzar de forma significativa los dispositivos de seguridad en torno a las vías de acceso al Monte del Templo».
A raíz de anteriores ataques, los funcionarios israelíes habían sugerido la posibilidad de instalar cámaras de seguridad adicionales y detectores de metales para impedir la introducción de armas de fuego en el recinto religioso.
Pero, según los medios, Jordania vetó esas medidas.
Malestar por cierre. Netanyahu rechazó las críticas de Ammán sobre el cierre de la Explanada. «En lugar de denunciar el ataque terrorista, Jordania ha decidido atacar a Israel. Sería apropiado que todas las partes implicadas, incluida Jordania, den muestras de contención y eviten encender el ambiente», manifestó el primer ministro.
Jordania y la Autoridad Palestina en Ramala, en Cisjordania ocupada, pidieron una «reapertura inmediata» de la Explanada.
En Amán, cientos de personas participaron en una manifestación convocada por los Hermanos Musulmanes para pedir la «liberación» de la mezquita de Al Aqsa, según un periodista.
Abdel Azim Salhab, el director del consejo del Waqf, el organismo que se encarga de gestionar los bienes musulmanes, declaró a la prensa que el cierre de la explanada es «la peor agresión desde 1967», en referencia al año en el que Israel inició su ocupación en Jerusalén Este.
Tras el ataque del viernes, Netanyahu repitió su intención de preservar el ‘statu quo’ en vigor desde hace varias décadas en el lugar sagrado. Según este, los judíos tienen permiso para visitar la explanada, pero no para rezar allí.
El primer ministro israelí también mantuvo una conversación telefónica con el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abás, un hecho inusual tras la suspensión de las negociaciones de paz en el 2014. El líder palestino condenó el ataque contra los policías israelíes y rechazó «todo acto de violencia».
Desde octubre del 2015, la ola de violencia en Israel y Palstina cobró la vida de 281 palestinos, 44 israelíes, dos estadounidenses, dos jordanos, un eritreo, un sudanés y una británica, según un recuento de la AFP. Los actos violentos se habían reducido drásticamente en los últimos meses anteriores al atentado del viernes.