Hija de diplomático, sobrina del derrocado presidente Salvador Allende, periodista de profesión y novelista de vocación y éxito, Isabel Allende cumple este martes 80 años en un discurrir vital que podría servir de argumento para alguno de sus numerosos libros.
Nacida el el 2 de agosto de 1942 en Lima, ciudad en la que estaba destinado su padre, Tomás Allende, primo del primer presidente socialista de Chile, Allende ha vendido millones de libros desde que en 1984 publicó «La Casa de los Espíritus» e introdujo la voz femenina en el realismo mágico, cosechando el aplauso del público y la invectiva de los críticos.
Una epopeya de amor, familia, muerte, fantasmas, clasismo, revolución y quimeras que narra el devenir del siglo XX en Chile a través de los avatares de cuatro generaciones de la familia Trueba, con un ritmo meloso y un manejo efectista del español acunado en Sudamérica.
Hasta llegar allí, Allende había disfrutado de una vida cómoda, acostumbrada al viaje y la mudanza, en el ambiente culto y elitista del segundo marido de su madre, el también diplomático Ramón Huidobro.
Tomás Allende y Francisca Llona Barros se separaron cuando Isabel tenía tres años; con su madre y sus hermanos regresó a Santiago de Chile, ciudad en la que vivió hasta que en 1953 su padrastro fue trasladado a Bolivia, iniciando así un periplo que después prosiguió en el Líbano y concluyó de nuevo en Chile, donde la Isabel halló su primer trabajo -en la FAO- y conoció a su esposo y padre de sus dos hijos, Miguel Frías.
Fue, sin embargo, la revista «Paula» la que abrió la primera senda en el largo y prolífico camino de la literatura: dirigida principalmente a las mujeres chilenas, Allende contribuyó a partir de 1967 con reportajes, entrevistas e incluso una columna propia.
Además, colaboró con la revista infantil Mampato -que dirigió entre 1973 y 1974- y compuso tres obras de teatro: «El embajador» (1971), «La balada del medio pelo» (1973) y «La casa de los siete espejos» (1975).
GOLPE DE ESTADO
Sin embargo, una tragedia política la obligó, como a miles de chilenos, a exiliarse en 1973, cuando un grupo de jefes militares integrado por César Mendoza, José Toribio Merino, Gustavo Leigh Guzmán y Augusto Pinochet protagonizó un golpe de Estado que acabó con el gobierno democráticamente elegido, un hecho que forzó el suicidio de su tío en el Palacio de la Moneda.
Instigada por Estados Unidos, que luchaba contra el comunismo en el auge de la Guerra Fría, la Junta Militar desató una de las olas de represión más sangrientas del siglo XX, una purga ideológica genocida que causó miles de muertos, detenidos desaparecidos, torturados y exiliados.