Facebook ha sido uno de los protagonistas del penúltimo terremoto de las Bolsas. El escándalo de la red social, la fuga de los datos de cincuenta millones de cuentas de los que habría hecho uso la consultora Cambridge Analytica en la campaña de Donald Trump, provocó que sus títulos cayeran más de un 9% entre el lunes y el martes. En la peor de esas sesiones, la del lunes, los descensos de la compañía fundada por Mark Zuckerberg arrastraron al resto del sector, con pérdidas de más de un 3% para Baidu o Alphabet y de entre un 1,5% y un 1,7% para Netflix, Apple o Amazon. Y las caídas de las tecnológicas arrastraron a todo lo demás: en Estados Unidos, bajaron, además del Nasdaq, el Dow Jones y el S&P 500. Y en el Viejo Continente cayeron todas las plazas.
Diego Jiménez-Albarracín, de Deutsche Bank, señala que Facebook no fue la única razón del descenso de las tecnológicas. A ella había que sumar otras dos, al menos: las dudas que generó que Apple planee fabricar sus pantallas, lo que afectó a sus proveedores, y la noticia de que la UE diseña un impuesto del 3% sobre las ventas de las grandes tecnológicas, a lo que hay que unir que el sector acumulaba ya una gran subida y existía la tentación de recoger beneficios.
Pero el escándalo de Facebook es grave y deja a las claras ese ya manido «si no paga nada por un servicio, es que el producto es usted»… o sus datos, que se ponen a disposición de anunciantes (algo quizás ya asumido) y, como en esta ocasión, de campañas electorales (peligroso y difícilmente aceptable), con el ánimo de influir en la opinión pública y en el resultado de los comicios.
Flavio Muñoz, gestor del Andrómeda Value Capital, recuerda que lo que ha sucedido responde a las prácticas ya conocidas de Facebook: intercambia los datos de sus usuarios con los de otras compañías. «Y eso es lo que ha pasado con Cambridge Analytica», asegura.
Usuarios, ‘publi’ y Gobiernos
¿Cuál es el riesgo que cotizaron las acciones de Facebook en los primeros días después de que The New York Times y The London Observer destaparan el escándalo? En primer lugar, según Jiménez-Albarracín, un posible cambio de hábitos por parte de los usuarios, que, por justificados recelos, podrían reducir los datos que le dan, que pueden bajar su actividad en la red o que pueden incluso cerrar sus cuentas. Beatriz Catalán, gestora del Ibercaja Tecnológico, no cree que la plataforma vaya a perder contratos publicitarios, aunque condiciona esa previsión a que no haya cambios en sus usuarios y su actividad.
La primera pista sobre la reacción de los usuarios al escándalo la tendremos, según apunta Flavio Muñoz, en los resultados del segundo trimestre. Jesús Domínguez, de Valentum, confía en que no habrá fuga de usuarios ni de publicidad. De hecho, afirma: «Sigo pensando que Facebook es el mejor sitio para los anunciantes». Por tanto, no considera que este escándalo vaya a tener un impacto fuerte en sus resultados.
Catalán suma al riesgo de pérdida de confianza por parte de los internautas el derivado de que los Estados regulen su actividad, algo que Catalán considera necesario. Carlos Camacho, gestor del fondo tecnológico de Caja Rural, comenta que los Gobiernos podrían querer que los gigantes de internet fueran más pequeños para mermar su capacidad de influencia social y su poder económico. Para ello, podrían verse obligados a deshacerse de ciertos negocios.
Pero, según Salvador Alves, analista de Orey iTrade, un aumento de la regulación de las grandes tecnológicas en relación al tratamiento de datos de los usuarios (ahí sitúa él la razón del contagio del descenso al resto de compañías del sector) terminaría beneficiando a las redes sociales: aumentaría la confianza en ellas a cambio de un coste muy reducido en concepto de regulación y consultoría legal. En la misma línea, según Catalán, un mayor control redundaría en una mayor seguridad y lo que necesita una compañía como Facebook es estabilidad y crecimiento en su número de usuarios para preservar sus contratos publicitarios.
Aunque Celso Otero, de Renta 4, cree que una regulación más estricta sí conllevaría una merma de los ingresos por publicidad y por la venta de datos.
También existe la posibilidad de que las redes sociales opten por autorregularse apostando porque los usuarios tengan que dar un consentimiento más explícito al uso de sus datos, lo que también podría llevar a una más complicada monetización de su actividad. Como apunta Otero, ello puede dejar todavía más patente que a Facebook los datos personales y su segmentación le suponen unos beneficios enormes sobre todo en comparación con los limitados servicios que aporta a las personas que se abren un perfil en su plataforma. Aunque Shoaib Zafar, de SYZ AM, se muestra más confiado: «Cualquier mejora en el modelo de negocio será admitida por sus usuarios y reguladores de la misma manera, tanto rápidamente como de buena gana».
Mark Mahaney, de RBC, sintetiza que los riesgos a medio y a largo plazo tienen que ver con la regulación, mientras que a corto lo que hay que vigilar es la potencial volatilidad en la evolución de sus usuarios, algo que puede concentrarse en el primero y el segundo trimestre.
Camacho señala que la caída de Facebook ha sido limitada y no ha recogido un gran volumen de riesgo. Aunque puede haber más de los mencionados: por ejemplo, una multa, ya que se enfrenta a varias demandas por parte de accionistas afectados por las caídas bursátiles. Pero, como añade Camacho, la situación financiera de Facebook es holgadísima: no tiene deuda y cuenta con 41.000 millones de dólares en la caja.
Así, Zafar explica que con sus reservas de liquidez está en buena forma para, si fuera necesario, pagar grandes penalizaciones. También, para llevar a cabo inversiones significativas en sus áreas débiles y para seguir diversificándose en actividades como la inteligencia artificial, el márketing y subastas online y pagos desde la App, lo que sería una protección contra los problemas que le puede provocar su actividad principal. Aunque Zafar confía en que «es probable que el valor de la marca Facebook siga intacto».
En todo caso, las autoridades, tanto las americanas como las europeas, exigen más explicaciones y en sede parlamentaria de las que dio Zuckerberg en la noche del pasado miércoles, después de cinco días de silencio tras saltar el escándalo. Ha habido analistas, como Mark Mahaney, de RBC, Brian Nowak, de Morgan Stanley, o Justin Post, de BoafAML, que han calificado de buen primer paso la explicación y el esbozo de medidas correctoras del fundador de la red. Bien es verdad que la reacción en Bolsa de sus títulos fue a la baja.
Prudencia con sus acciones
Lo mismo que los usuarios y los anunciantes pueden andarse con pies de plomo con Facebook, los inversores podrían instalarse en un modo prudente. Para Catalán, al mercado le puede costar recuperar la confianza. La acción puede seguir vulnerable a los nuevos titulares. Por lo tanto, en su opinión, aunque las acciones de la compañía se han quedado después del recorte cotizando a múltiplos interesantes, ella se esperaría antes de entrar para ratificar que el crecimiento esperado se confirma.
Dentro de la comunidad inversora, ha habido movimientos de todo tipo. Aunque ninguno de los 43 analistas que aconsejan comprar la compañía ha reducido su recomendación, sí ha habido rebajas de los precios objetivos. Evercore ISI lo ha reducido desde los 225 hasta los 205 dólares por acción, Macquarie, desde los 205 hasta los 200 dólares, y BofAML, desde los 265 hasta los 230. El primero, por el mayor riesgo regulatorio y el impacto en los ingresos o en los costes de un cambio de los hábitos de los usuarios. El segundo, porque espera que la compañía adopte medidas más radicales que en el pasado para limitar el uso de la segmentación de la audiencia y la gestión de los datos y prevé que ello afecte a su capacidad de monetización. El tercero, por la presión que pueden seguir ejerciendo los titulares. Otra firma, Stifel ya había reducido su recomendación sobre el valor en enero, argumentando que la plataforma corría el peligro de perder la confianza de sus usuarios. Pero Morgan Stanley no ve riesgos en la evolución de sus ingresos o de sus beneficios y parecido opinan Deutsche Bank o Crédit Suisse. El movimiento más grueso ha venido de Nordea, que ha puesto en cuarentena las inversiones en la empresa, debido a la «amenaza sobresaliente de aumentar la regulación de las plataformas y a las nuevas reglas de protección de datos de la Unión Europea».
Muñoz la tiene en cartera y afirma que si cae más, se plantearía aumentar su posición. Bien es verdad que señala que si Facebook no hubiera absorbido Instagram estaría más preocupado. Jesús Domínguez ha ampliado posiciones aprovechando los recortes. «Seguimos invertidos en Facebook, y continuamos viendo sus valoraciones atractivas, con las acciones cotizando a 19 veces beneficios de 2018 y 16 veces los de 2019», añade Zafar. Y Samuel Kemp, de Piper Jaffray, agrega que ya hay mucho malo recogido en sus títulos, por lo que cree que habría que aprovechar para tomar posiciones, dado que la relevancia a largo plazo de la filtración la considera reducida.
¿Qué hacer con las otras tecnológicas?
Beatriz Catalán, de Ibercaja Gestión, señala que un buen síntoma fue que muy pronto el resto de tecnológicas descorrelacionaron su comportamiento del de Facebook y recuperaron, síntoma de que los inversores aprovecharon sus caídas para tomar posiciones. Diego Jiménez-Albarracín, de Deutsche Bank, comenta que en su firma siguen gustando Facebook, Microsoft, Alphabet y Amazon, por lo que aconseja aprovechar cualquier recorte para comprar. A él en particular la que más le gusta es Amazon, debido a la canibalización que está protagonizando en la venta on-line. Ahora, dice, quien tenga miedo a lo que ha ocurrido y sus consecuencias, podría quedarse con Amazon y Microsoft.
Carlos Camacho, de la gestora de Caja Rural, advierte de que las grandes son las que ve con más riesgo ante la mayor regulación. Ahora, en su fondo, está más vendiendo que comprando. Su posición principal está en el subsector de los semiconductores, y está reduciendo.
Catalán comenta que acaba de tomar posiciones en Oracle, tras la última caída relacionada con sus resultados, que fueron más flojos de lo esperado. Y es que ése es el riesgo que señala en el sector tecnológico: que, por lo mucho que ha subido, es muy sensible a las malas noticias, sobre todo las más ligadas al consumo, como Facebook o Amazon, que son las que ve más vulnerables ante la posibilidad de un giro del sector. Catalán se inclina por las compañías ligadas a la ciberseguridad y al software empresarial.
Celso Otero, de Renta 4, señala que, estructuralmente, no le gustan las redes sociales, porque no está convencido de si ofrecen algo consistente a largo plazo, puesto que están muy sujetas a las modas. Ahora mismo tiene en cartera Alphabet, por su modelo y por su valoración. Bien es verdad que concede que ésta será una de las compañías más afectadas por la regulación. «A medio plazo, no habrá buenas noticias, pero le compensará su fuerte generación de caja», asegura. Además, comenta que en el fondo de renta variable americana que gestiona, ha incrementado el número de compañías en las que está invertido, para diversificar y diluir el riesgo. Otras posiciones tecnológicas que menciona son Oracle, en coincidencia con Catalán, IBM y Cognizant.
Flavio Muñoz, del Andrómeda Value Capital, se atreve con Twitter. Le parece interesante, dado su potencial de mejora en el tratamiento de los datos y en la segmentación de la publicidad.