El rescate del casco histórico de San Salvador avanza ante el miedo de los vendedores al Estado de Excepción

by Redacción

La Alcaldía de San Salvador se enfrenta al reto de restaurar el casco histórico de esta capital, donde el comercio informal, actividades ilícitas y la presencia de pandilleros mantuvieron por décadas el desorden y daban una mala imagen al transeúnte, nacional y turista.

Al caminar desde la esquina del parque Cuscatlán y la 25, sobre la calle Rubén Darío y calles aledañas hasta la Juan Pablo II se pueden ver lugares que no se veían desde hace más de 40 años; al rondar donde se levanta la Catedral Metropolitana y otras edificaciones emblemáticas, se puede constatar que el esfuerzo recién comienza y que aun hay mucho por hacer.

La Calle Arce está en parte libre de los comercios y ventas de frutas y verduras que ocupaban sus aceras, sin embargo, en áreas aledañas aún no se ve progreso.

Ante el Plan de Revitalización del Centro Histórico de la Alcaldía, cientos de vendedores desmontaron sus puestos durante el pasado fin de semana. Al ser consultados algunos afectados, comentan a periodistas con la voz suave, casi murmullando y con la promesa de no ser identificados, que temen ser apresados con la excusa del Régimen de Excepción, del abuso de fuerza policial y del Ejército y de pasar largos meses, o años, en prisión por reclamar o luchar por su derecho a alimentar a sus familias. «Es mejor ‘hacer caso’ nos han dicho los de la Alcaldía», comentaron algunas vendedoras.

Son cuatro las vías desalojadas el fin de semana, la calle Arce, avenida Morazán y partes de la 1 ª y 3 ª avenida norte, algunas a media y otras más avanzado, los dueños desmontando estructuras metálicas, latas, techos, apartare eléctrico, entre otras cosas.

Más alejado de Catedral y de la plaza de Libertad, el comercio se mantiene, aunque se observa en el rostro de los vendedores un destino incierto por venir. Una labor de comercio hormigueado en algunas calles es supervisada por presencia policial, mientras Gestores de Tránsito se empeñan en demostrar su estupidez e incapacidad organizando y dirigiendo el tráfico.

La Alcaldía de San Salvador prometió incorporarlos a los afectados a mercados municipales donde podrán continuar con sus negocios, sin embargo, personas desalojadas durante la Fase 2, etapa 1, que fueron sacados de la Darío y reubicados en el mercado Hula Hula, comentan que sus ingresos han caído a menos del 50% de hace unos meses, provocando hambre y carencias en sus familias.

Mario Durán, alcalde capitalino sostiene que el retiro de los vendedores es producto de un “diálogo pacífico y transparente”, que resulta de forma voluntaria por los vendedores informales de las zonas intervenidas, pero, personas afectadas por las medidas dijeron, al ser consultadas, que las autoridades apenas les dieron 10 días para mover sus negocios y encontrar sitios donde buscar el sustento de sus familias, so pena del uso de la fuerza.

La situación previsiblemente puede terminar en enfrentamientos y en desórdenes, pues muchos de los desalojados el fin de semana llevaban más de 30 años en esta área comercial y algunos hasta 40. Si no encuentran pronto una ubicación, la desesperación los puede llevar al enfrentamiento con la comuna capitalina, la cual buscará ayuda en la Policía Nacional Civil y el Ejército, recordando enfrentamientos de los años 80´s.

Lo que fue imposible en anteriores gobiernos ocurre ahora con la sombra del terror que el Estado de Excepción provoca en la población. Algunos no logran explicar cómo pudieron las actuales autoridades avanzar en la limpieza y remodelación del entorno que, según indican, será un legado para los capitalinos.

Sin embargo, el costo humano de esta acción está por verse y la respuesta popular por ser mesurada en años pre electorales.

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