Donald Trump se despidió de 2017 con el optimismo hiperbólico que le caracteriza. “Qué año ha sido y solo estamos empezando. ¡Juntos, estamos VOLVIENDO A HACER GRANDE A AMÉRICA! ¡Feliz año nuevo!”, escribió el presidente estadounidense el domingo en Twitter, repitiendo el lema de su campaña electoral. Trump prometió cambiar Washington y, sin duda, lo ha logrado cuando aún no ha llegado al primer aniversario, el 20 de enero, de su toma de posesión. El republicano ha convertido la imprevisibilidad, la disrupción y la intimidación en emblemas de su presidencia. 2018 será un año clave para medir su fuerza en el ecuador de su mandato. Estos son sus ocho principales retos:
Elecciones legislativas
Como cada dos años, el 6 de noviembre los estadounidenses votarán para renovar la totalidad de la Cámara de Representantes y un tercio del Senado. El Partido Republicano controla ahora ambos hemiciclos, lo que es esencial para avanzar la agenda legislativa de Trump. Si los conservadores ya han tenido problemas para aprobar leyes, por ejemplo su prometida contrarreforma sanitaria, con su actual mayoría exigua en el Senado, un cambio de color político en el Capitolio pondría en jaque la obra legislativa de Trump. Las elecciones serán un termómetro social sobre el mandatario dos años antes de las elecciones presidenciales de 2020.
Obamacare y ‘dreamers’
Una de las incógnitas del año será ver si los republicanos aprovechan que aún ostentan la mayoría en el Congreso para hacer un nuevo intento, tras los sonoros fracasos de 2017, de aprobar una ley que acabe con Obamacare, la reforma sanitaria impulsada por el demócrata Barack Obama, aprobada en 2010 y que desde entonces los conservadores prometen derruir. El rechazo de republicanos moderados hizo naufragar el intento de contrarreforma. Tras lograr aprobar a finales de año una rebaja fiscal, el primer éxito legislativo de Trump, los republicanos necesitan demostrar que son un partido efectivo en Washington pues controlan el Congreso y la Casa Blanca.
Este año también tendrá que resolverse el futuro del programa DACA, que protegía de la deportación a buena parte de los dreamers, inmigrantes que llegaron siendo niños de forma irregular a EE UU y han crecido en el país. Trump ha dejado el programa en el limbo y los demócratas quieren forzarle a extender esta protección.
Trama rusa
En el terreno doméstico, la mayor amenaza de Trump será Robert Mueller, el fiscal especial que lidera la investigación sobre si el entorno del presidente se coordinó con la presunta injerencia rusa en la campaña electoral de 2016. Mueller ha efectuado en las últimas semanas sus primeras imputaciones, tiene a exasesores del republicano colaborando con la investigación y estrecha el cerco sobre el entorno de Trump, acechado por la sombra rusa. Una de las claves es dirimir si el mandatario pudo haber cometido un delito de obstrucción a la justicia con el despido de James Comey como director del FBI, que era el responsable de las pesquisas sobre Rusia. Un hipotético delito de ese tipo podría llevar eventualmente a un proceso de destitución (impeachment) contra Trump, pero para ello sería necesarias amplias mayorías en el Congreso.
Popularidad
Otra prueba para Trump en este año electoral será si logra aumentar su popularidad entre los ciudadanos. Cierra el año con un índice de aprobación del 40%, según los datos de Gallup, lo que supone un incremento de siete puntos en un mes. Trump se ha beneficiado de la aprobación de la reforma fiscal, su primer éxito legislativo, pero sigue por debajo del 45% de popularidad que tenía al inicio de su mandato y del 51% de su predecesor Obama al final de su primer año. Trump mantiene, sin embargo, un sólido apoyo de la base de votantes que lo catapultó a la Casa Blanca y a ellos dirige muchos de sus mensajes, por ejemplo de aislacionismo internacional y dureza en inmigración.
Economía y Nafta
Cuando se pregunta a los estadounidenses qué es lo que más valoran de Trump, una mayoría sustancial responde sobre la situación económica. El presidente se atribuye la mejora del desempleo y el crecimiento del PIB aunque responden, en parte, a una tendencia previa a su llegada a la Casa Blanca. Trump insiste en hacer suyos los récords en la bolsa: el parqué neoyorquino firmó en 2017 su mejor año desde 2013 y a poco estuvo de rebasar la marca de 1995. Un reto del magnate neoyorquino en 2018 será convencer a los ciudadanos de que la economía va bien gracias a él y la enorme rebaja de impuestos que acaba de firmar, la mayor en más de tres décadas. En 2018 también debe resolverse el futuro del acuerdo comercial con México y Canadá Nafta, en sus siglas en inglés), que Trump parece querer liquidar si bien se halla inmerso en una negociación para su reforma.
Guerra con los medios
En su felicitación de fin año, Trump no pudo dejar de lado su guerra con los medios de comunicación. Escribió en Twitter que deseaba un feliz 2018 “incluso a los muy deshonestos medios de noticias falsas”. El republicano ha convertido a la prensa en su mayor enemigo y chivo expiatorio, acentuando su tergiversación del concepto de noticias falsas para emplearlo ante cualquier información crítica sobre él. Trump, sin embargo, vive obsesionado por el impacto informativo y no es un adalid de la verdad. Dice de media al día cinco mentiras o datos no del todo correctos, según un análisis del diario The Washington Post. Todo apunta a que en 2018 la guerra contra la prensa continuará.
Corea del Norte
En el terreno internacional, la gran preocupación de 2018 es Corea del Norte. El empobrecido país asiático ha dado un salto cualitativo en el desarrollo de misiles con capacidad nuclear y de alcanzar EE UU, su objetivo notorio. Trump ha convertido la crisis en una constante de amenazas bélicas al régimen de Pyongyang, que incomoda a muchos en EE UU y Asia. En el ámbito diplomático, ha presionado a China para que rompa lazos con Corea del Norte y ha logrado que el Consejo de Seguridad de la ONU imponga duras sanciones al régimen de Kim Jong-un.
Terrorismo yihadista
El yihadismo se presume como el otro gran asunto de la arena internacional. Tras tres años de campaña militar liderada por EE UU, el declive territorial del Estado Islámico (ISIS por sus siglas inglesas) en Irak y Siria abre la incógnita sobre qué estrategia adoptará Washington. Por ejemplo, si reducirá su presencia militar sobre el terreno.
El terrorismo también es una amenaza doméstica para la primera potencia. Trump sufrió en octubre el primer atentado de inspiración yihadista en EE UU desde que asumió la presidencia. Un inmigrante uzbeko llevó a cabo, en nombre del ISIS, un atropello masivo en Nueva York, en que murieron ocho personas. El mandatario ha tratado de vincular, sin pruebas concluyentes,el caso de ese inmigrante, que llegó legalmente a EE UU mediante el sistema de lotería de visados, con una supuesta porosidad del sistema migratorio que él promete revertir.
Con información de El País