El golpe de Estado de 1960, cuando los comunistas se pasearon en la Casa Presidencial de San Salvador

by Redacción

Por Eduardo Vázquez Bécker

El coronel José María “Chema” Lemus, gobernó el país desde el 15 de septiembre de 1956 hasta un día como hoy 26 de octubre de 1960, en uno de los periodos claves de mayor importancia para el país. La época estaba caracterizada especialmente por el triunfo revolucionario de Fidel Castro en Cuba que se expandía como una llamarada por todo el continente.

El arribo del Teniente Coronel Lemus a la presidencia de la República fue debido a la negativa del Dr. Reinaldo Galindo Pohl a participar en las elecciones de 1956 y suceder en el poder al coronel Oscar Osorio. Osorio insistía en Galindo Pohl debido a que ambos habían participado en el movimiento revolucionario que derrocó a Salvador Castaneda Castro cuando este intentó entronizarse en el poder, luego de la caída del General Martínez y por haber sido el artífice de la Constitución de 1950, sin embargo; no lo pudo convencer.

Existen diversas y controversiales versiones sobre los acontecimientos que llevaron a Lemus al poder y las situaciones que más tarde provocaron su caída. Esta es una de ellas.

Los Planes de Renderos es un cantón del municipio de Panchimalco, departamento de San Salvador, a 9.5 kilómetros al sureste de la capital; su agradable clima, al menos a la fecha en que arranca nuestra historia, su ubicación estratégica sobre la ciudad y la diversidad de frutales, especialmente naranjas y manzanas la hacía atractiva a muchas personas de la clase media superior y los “nuevos ricos”.

Con visión turística, el gobierno de Oscar Osorio había construido en ese lugar, en 1949, el Parque Balboa, considerado uno de los parques ecológicos más importantes del país. Esta situación hizo que muchos de los “nuevos ricos” fincaran sus residencias en terrenos aledaños aprovechando el bajo precio de entonces y del ambiente que ahí se disfrutaba. Pues en una de esas residencias tuvo lugar esta historia.

El país estaba ya en el año electoral; el presidente Oscar Osorio, ante la negativa de Reynaldo Galindo Pohl de querer participar como candidato presidencial, y preocupado por encontrar consenso para elegir a su posible sucesor, reunió en una de esas residencias de los Planes, al Alto Mando de la Fuerza Armada y a sus compañeros de promoción militar. Osorio habría sugerido que los militares asistieran a la reunión con traje civil para que, a la hora de las horas, no privara la jerarquía -la fuerza de las jinetas- como se dice en la jerga militar.

Como todas las reuniones que hacía el presidente, la comida era abundante y el licor fluía correntalmente. Ya entrada la tarde, el mandatario pidió la atención de los presentes para explicarles el motivo del convite. Los invitados sabían en su mayoría de qué se trataba pero prefirieron que el presidente creyera lo contrario; sin mayores vueltas les advirtió que se trataba del futuro del país y del conjunto de los presentes y más específicamente, del sucesor a la presidencia, para lo cual había pensado en el teniente coronel José María Lemus.

Al escuchar su nombre, Lemus se puso de pie, taconeando de manera exagerada un par de zapatos de charol lustroso y poniendo su mano tensa con dirección a la frente, dijo con voz estentórea: ¡Assordenes señoooor presidente!, sí ¡seeeñor presidente!

El Mandatario lo mandó a sentar en medio de la risa de algunos de los presentes y comenzó a hacer un relato de la situación por la que atravesaba el país; los éxitos alcanzados y las amenazas por venir, entre estas el riesgo de los comunistas, fortalecidos después de la caída de Salvador Castaneda Castro.

Uno de los presentes preguntó al presidente qué había ocurrido con Galindo Pohl, Osorio respondió lacónicamente.-“No se pudo”.

Fue entonces cuando a manera de compromiso colectivo, como se le llamaba al famoso espíritu de cuerpo que regía a los militares, se produjo el siguiente discurso: “Todos sabemos que Lemus tiene pocas luces pero estoy seguro que si lo ayudamos, en equipo, él va hacer un buen gobierno. De tal manera que les pido me apoyen en esta idea de trascendencia nacional”.

Tener pocas luces es sinónimo de ser torpe e inepto; eso jamás lo olvidaría Lemus.

La mayor parte de los presentes guardaron silencio, otros se retiraron a la primera oportunidad; no deseaban entrar en conflicto con el Presidente. Los invitados que ya sabían el objeto de aquella reunión, se hicieron de la vista gorda y siguieron comiendo, siguieron «chupando».

José María Lemus, a quien muchos consideraban de nacionalidad hondureña, ganó fácilmente las elecciones con la bandera del partido oficial del PRUD, pero especialmente porque no tuvo contrincante. El día de la toma de posesión, Lemus fue más que elocuente, además demostró que no olvidaba…”

Mi gobierno será un gobierno de equipo tal como se lo ofrecí al expresidente Osorio; eso sí, yo le aplicare mi toque personal..”. Al día siguiente todos los militares que se encontraban presentes en la famosa noche de las pocas luces, habían sido cambiados de destino. Unos a México, otros a Italia y otros a Cabañas, destacamento militar que los oficiales del ejército de entonces comparaban con la Siberia de El Salvador; también a Osorio lo hizo a un lado. Lemus prometió en su discurso inicial gobernar con la ley en la mano, es decir cumpliendo y haciendo cumplir la Constitución; manifestó también que su gobierno continuaría los ejemplos de su antecesor Oscar Osorio.

Daba la impresión de que no había olvidado las promesas hechas en la famosa reunión de los Planes pero muy pronto comenzó a sentir la carga de las realidades políticas y sociales del país; esas realidades estaban determinadas por el peso político del régimen anterior, por la crisis económica que se acentuaba debido a las bajas en el precio del café; por los problemas al interior del ejército y especialmente por las nacientes ideas de la revolución cubana.

El gobierno de José María Lemus fue seriamente cuestionado por los resultados electorales celebrados entre 1956 y 1959 en que se eligieron diputados y señaladas por la oposición como descaradamente fraudulentas. En un esfuerzo tardío de ejercicio democrático, Lemus permitió que el partido de acción revolucionaria, PAR, entonces cobertura del Partido Comunista de El Salvador (PC), participara en las elecciones para Alcalde en 1960 y que este asumiera el poder edilicio pero era muy tarde.

La subversión comunista y las organizaciones obrero estudiantiles, no pudieron ser apaciguadas; la desobediencia y la rebeldía se esparcían por todo el país. La negativa del entonces Consejo Central de Elecciones a inscribir al Partido Revolucionario Abril y Mayo (PRAM) fue un error de exclusión política de grandes consecuencias pues esto fortaleció a la izquierda, bajo la dirección de Fabio Castillo Figueroa.

Lemus se había convertido en el presidente “fuerte” pero el piso se tambaleaba.

Shafik Handal y Fabio Castillo manejaba las grandes marchas de estudiantes y sindicalistas reclamando aumentos en el presupuesto de la Universidad. Los estudiantes eran quienes más desafiaban al gobierno. Coincidiendo con las fiestas de Semana Santa los estudiantes recorrían las principales arterias de San Salvador con su famoso “desfile bufo” donde se criticaba la administración pública; los estudiantes usaban disfraces de todo tipo para ridiculizar a los funcionarios del gobierno, comenzando por el presidente de la República. Ese año la más ridiculizada fue la Primera Dama, Doña Coralia Párraga, a quien llamaban “La coronela” cosa que disgustó seriamente al presidente Lemus; hay quien cree que a partir de ese evento el mandatario se declaró “enemigo” de los estudiantes razón por la cual la represión hacia este sector se hizo más evidente. En muy poco tiempo el presidente dio rienda suelta a su arrogancia y a su egolatría; más tarde se convirtió en un hombre sin memoria.

La represión crecía a diario, se atentaba contra la libertad de prensa, los periodistas eran encarcelados, como ocurrió en los casos del Dr. José Luis Salcedo Gallegos, que colaboraba con El Diario de Hoy; Ítalo López Vallecillos, Ernesto Ramírez Guatemala que coordinaba “Opinión Estudiantil”, Roque Dalton que trabajaba para “Tele Periódico” de Álvaro Menéndez Leal, Abel Salazar Rodezno con su seudónimo de “Rosendo Maqui”, que dirigía un programa radial de crítica política “Pensándolo bien” y otros. Las calles comenzaron a ser un lugar difícil para transitar.

Las cerezas en el pastel fueron la incursión en la Universidad de El Salvador, en su viejo y extinto edificio de la Facultad de Humanidades, y la golpiza que propinaron al Rector de la Universidad de El Salvador José Napoleón Rodríguez Ruiz, y la destrucción de las obras de arte que habían en la rectoría, todo eso seguido del cierre universitario.

Las tormentas se veían cada día más oscuras.

A pesar de todo, Lemus seguía jugando su ajedrez político; permitió el retorno de exiliados políticos, que él mismo había sacado del país, inclusive Shafik que había sido exiliado en 1957 y que regresó después de haber estudiado derecho en Chile; también liberó con algunas excepciones los presos políticos. Una de esas excepciones fue Roque Dalton al que habían metido «al bote», acusado de subversión por leer el “Songoro Cosongo” obra poética de Nicolás Guillén, que en los términos de la realidad política, no era nada.

Lo que más afectó al gobierno de Lemus, fue la implementación una política de desconfianza entre los mismos militares, pensando que de esa manera, podía tenerlos controlados, el viejo “divide y vencerás”; evitó la formación de promociones que le pudieran pedir cuentas al grado que, mediante fraude y medidas de presión impidió ascensos que correspondían por derecho.

De más de un centenar de oficiales que se examinaron para obtener ascenso de grado, solo tres lo lograron: un coronel y tres subtenientes. Otro error atribuido a Lemus fue querer deshacerse del ex presidente Oscar Osorio. Las intenciones de Lemus llegaron hasta el entonces mayor José Alberto Medrano quien puso sobre alerta a Osorio y se mantuvo por varios días a la entrada principal de la residencia del ex presidente, una pequeña finca urbana que se llamaba “La Gloria” a la entrada del viejo San Antonio Abad, ahora colonia Miramonte.

Al enterarse de lo que ocurría, Lemus desistió de sus intenciones. El irrespeto a los compromisos políticos contraídos y el disgusto generado entre los militares fueron creando efervescencia social más de la cuenta. Shafik Handal, a la cabeza del Partido Comunista, a pesar de su corta edad, había logrado organizar a los estudiantes, obreros y sindicalistas, lo que fue considerado como una amenaza real para el Estado. Eso significó mayor represión contra los grupos estudiantiles y contra los sindicatos.

Finalmente, lo que se veía venir llegó; el golpe se produjo el 26 de octubre de 1960. La noche anterior había sido capturado el ex canciller de Osorio, Roberto “el cherito” Canessa, a quien la policía golpeó sin misericordia propinándole una fractura en la cabeza que finalmente le causó la muerte.

En este orden de cosas surge la Junta Cívico Militar que derrocó a Lemus; el coronel César Yanes Urías, militar izquierdista influido por el peronismo argentino, el Mayor Rubén Alfonso Rosales y el Teniente Coronel, Miguel Angel Castillo; además los civiles, Ricardo Falla Cáceres, Rene Fortín Magaña y Fabio Castillo Figueroa, quien por presiones del Partido Comunista se incorporó a la Junta un día después que se produjo el golpe.

El poder real lo ejercían Yanes, Fabio y “el Cuche” Miguel Angel Castillo. Los otros eran muy románticos.

Ese mismo 26 de octubre de 1960 Lemus es capturado y sacado del país.

El discurso de René Fortín Magaña era de corte social demócrata por lo que en un momento se creyó que esa sería la línea que seguiría el nuevo gobierno, los militares creían en él; sin embargo, el discurso incendiario y anti imperialista de Fabio Castillo fue orientando la nueva política de El Salvador hacia la extrema izquierda con la mira puesta en Cuba.

Era la primera vez que los comunistas se paseaban como amos y señores por los pasillos de la Casa Presidencial en San Jacinto, haciendo gala de triunfalismo; a tal grado que se les pasó la mano; aprovechaban la cualquier acto oficial para hacer grandes y opíparas fiestas en la Casa Presidencial; entonaban la Internacional Comunista y el Himno del Movimiento 26 de Julio, que llevó al poder a Fidel Castro, Entre fiesta y fiesta fueron sacrificados tres cervatillos y cinco flamencos rosados que eran la admiración de cuantos visitaban casa presidencial.

En una de esas ocasiones, uno de los hermanos Carias Delgado, Roberto, miembro de una familia importante y respetable de San Miguel, pero prominente dirigente del Partido Comunista, habría dicho abiertamente a un oficial del Estado Mayor Presidencial que el PC estaba a cargo del nuevo gobierno y que los militares serían juzgados en tribunales populares que se estaban organizando.

Carías Delgado, pasado de copas, puso una mano sobre las doradas estrellas que indicaban el grado militar del oficial, hasta frotarlas, al tiempo que le decía que lo mejor era “guardarlas” en cualquier cajón porque «iban a faltar arboles para colgar militares».

Esa fue la gota que desbordó el vaso y que dio al traste con la “Junta Difunta”. El 25 de enero de 1961, 86 días después del golpe contra Lemus, un directorio militar sacó a los izquierdistas de la Casa Presidencial. El Partido Comunista había perdido la oportunidad de convertir a El Salvador en la segunda república socialista de América Latina.

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