Antes de la comparecencia de Mark Zuckerberg en el Congreso de Estados Unidos sobre el abuso de datos en Facebook, la empresa ya había estado muy ocupada enfrentando el escándalo. La semana pasada, Facebook informó que apoyará la llamada «Ley de Anuncios Honestos», un proyecto que ofrece las mismas condiciones para la propaganda política en internet, tal como existe en radio y televisión.
Más allá de este anuncio sobre una propuesta que hasta ahora ha sido bloqueado en el Congreso estadounidense, Facebook reveló también que rediseñará las normas sobre publicidad con contenido político. En el futuro, quienes deseen publicar esos anuncios deberán entregar información sobre su identidad, ubicación y quién paga la cuenta. Además, Zuckerberg prometió que la compañía aplicará las estrictas normas del nuevo Reglamento de Protección de Datos de la Unión Europea, no solo en Europa, sino en todo el mundo.
Facebook dará acceso a sus datos
El lunes, cuando Zuckerberg se aprestaba a prestar testimonio ante los parlamentarios en Washington, Facebook anunció que un grupo externo de investigadores internacionales, de «diversos sectores políticos», tendría acceso a los datos de la firma con el fin de indagar sobre su rol en las elecciones realizadas en distintos países.
Como clímax de todo esto tenemos la disculpa de Mark Zuckerberg: el martes, en su segundo día del tour por Washington, el jefe de la red social más grande del planeta repitió varias veces ante los senadores de Estados Unidos que estaba realmente dolido por los errores de su compañía y prometió mejoras en el futuro.
Disculpas como obligación
El «mea culpa» de Zuckerberg tardó bastante, pues el empresario de 33 años no solo es el fundador, CEO y presidente de Facebook, sino que además posee casi el 60 por ciento de las acciones de la compañía. Ello lo convierte en el líder indiscutido dentro de la empresa y responsable directo de sus prácticas comerciales. Igualmente tardío -y necesario- fue el giro anunciado por Facebook en los temas de transparencia, reglas de publicidad y protección de datos.
Pero seamos sinceros: la única razón por la que Facebook ha reaccionado es porque se vio forzado a hacerlo. Las revelaciones sobre el vergonzoso papel de la plataforma en las presuntas campañas de desinformación montadas por Rusia durante las presidenciales estadounidenses de 2016 y luego en el masivo uso abusivo de la información de los usuarios a través de la compañía británica Cambridge Analytica son escándalos demasiado groseros como para ser pasados por alto por la ciudadanía y los legisladores a ambos lados del Atlántico.
Que no se salga con la suya
La pública admisión de responsabilidad realizada por Zuckerberg y la promesa de ahora sí hacer bien las cosas y revisar todas las aplicaciones que tienen acceso a la información de los usuarios de Facebook, así como evitar los anuncios políticos, no bastan para dejar a Facebook salirse con la suya.
Y no bastan porque no es la primera vez que Facebook se encuentra en la mira pública por el manejo de la privacidad de sus usuarios. Ya poco después de su fundación se alejó de la protección de datos y se convirtió en una plataforma a la que los usuarios debían revelar información personal, como constató el grupo de vigilancia «Electronic Frontier Foundation» hace ya ocho años.
El gran negocio
El escándalo de Facebook es apenas la punta del iceberg. Otros grandes de internet, como Google o Twitter, también estuvieron involucrados en la difusión de desinformación durante las presidenciales estadounidenses. Y también ellos han mostrado reiteradamente el la protección de lo datos no es algo prioritario en su agenda. El lunes, 20 grupos de usuarios presentaron una demanda ante la Comisión Federal de Comercio de Estados Unidos. En ella se asegura que la plataforma de videos de Google infringe las leyes de proyección infantil de Estados Unidos al recopilar información personal de usuarios menores de 13 años.
Que Facebook y Google están ansiosos por recopilar y vender nuestros datos personales no debe sorprendernos. Pese a ello, Zuckerberg recalcó ante el Senado estadounidense que Facebook se entiende a sí misma como una empresa «idealista», cuya misión es mantener conectadas a las personas. En esta lógica, Google también podría argumentar que su tarea es simplemente proporcionar información. El hecho concreto es que el negocio de ambas firmas es la extracción de datos con fines publicitarios. Y a una escala global sin precedentes.
Empresas relevantes
Tanto Facebook como Google obtienen una parte importante de sus ganancias por medio de la venta de publicidad, que se distribuye de forma tan personalizada como es posible. El argumento de que nadie está obligado a usar Google, Facebook, Amazon o Apple es falso y poco realista. En la actualidad, los gigantes de internet y las redes sociales se han convertido de facto en programas de servicios: son tan grandes e importantes que es imposible prescindir de ellos.
Esto no es nuevo, ni tampoco las propuestas sobre cómo lidiar con la importancia que estas empresas han ganado en la economía actual y las consecuencias que de ello deriva. Esto incluye, por ejemplo, la ley para frenar las tendencias cuasimonopólicas que muchos ven en estas compañías. También hay llamados a que empresas como Facebook sean obligadas a ofrecer un servicio sin publicidad a cambio de una tarifa.
Sin embargo, ante el Senado estadounidense Zuckerberg rechazó la posibilidad de que Facebook sea pagada y no tenga publicidad. A muchas preguntas, el fundador de la red social dio respuestas evasivas, incluyendo aquella que buscaba saber qué hace Facebook realmente con toda la información personal de sus usuarios. Y sí, es bueno que la red social no permita cuentas falsas, como enfatizó Zuckerberg. Pero igual existen: el mismo día en que Zuckerberg compareció, Facebook reportó que había eliminado una cuenta falsa de «Black Lives Matter».
Regular en vez de autorregular
Todo esto muestra que el mensaje de Zuckerberg y las acciones de la compañía están dirigidos esencialmente a mantener el modelo de negocios existente, ojalá con las menores limitaciones posibles. Con sus disculpas y sus promesas de hacerlo bien ahora sí que sí, los gigantes de internet en realidad solo buscan evitar que las autoridades introduzcan regulaciones.
El Congreso de Estados Unidos y la Unión Europea no deberían morder ese anzuelo. Facebook y las otras grandes compañías deben ser reguladas. Son demasiado importantes para el futuro de la democracia en todo el mundo.
Autor: Michael Knigge (DZC/CP)