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Luego de la incapacidad demostrada por el Tribunal Supremo Electoral (TSE) en las elecciones de 2014, cuando tardó 15 días para dar los resultados electorales, en las pasadas elecciones, siempre bajo la dirección de Julio Olivo, el TSE presenta un “error”, que ensombrece la justa electoral.
El error en el procesamiento de datos por parte de la cuestionada empresa Smartmatic, contratada por el TSE y que ya había cometido errores similares en otros países, ha generado dudas y molestar en la población en general, sin importar el partido político de preferencia, para llegar a pedir la renuncia inmediata del presidente del Tribunal, Julio Olivo.
El error que ahora esgrimen se cometió de manera culposa por parte de la empresa contratada, es responsabilidad del TSE, que es quienes los contrataron con la firma de Julio Olivo.
A las autoridades electorales no les queda más que acatar el sentimiento de los votantes, a menos que estén aferrados a un “hueso” que les permite defender los intereses de los partidos políticos que les han puesto ahí. Deben renunciar.
Si bien en las elecciones de 2014, luego de un misterioso apagón eléctrico cambiaron los resultados que se computaban al momento, los partidos políticos aceptaron la decisión del Olivo de no abrir los paquetes electorales para confirmar o negar los resultados.
En las elecciones del domingo, el error en un supuesto script ha llevado a pensar a la mayoría de la población en un posible el fraude y saber que las autoridades electorales conocían del error al menos 12 horas antes y no dijeron nada, hace peores las sospechas.
“Exigimos la renuncia de Julio Olivo”, se lee en las redes sociales pidiendo la renuncia del funcionario.
El “error” en el procesamiento de datos por parte de Smartmatic habría alterado el orden de los diputados que están siendo elegidos para la nueva Legislatura, dejando en los votantes la semilla de duda sobre la honestidad del evento electoral.