Sus obras están guardadas en los museos, acumulan polvo en colecciones privadas y son ignoradas por los dueños de las galerías: las mujeres artistas han estado poco presentes en el mundo del arte durante siglos. Sólo unas pocas, como Käthe Kollwitz, Frida Kahlo o Niki de Saint Phalle, han conseguido llegar a los grandes mercados internacionales del arte.
El arte creado por mujeres es sólo una fracción de las obras expuestas en las colecciones de los museos y galerías. Pero poco a poco se está produciendo un cambio de mentalidad. Cada vez más museos muestran exposiciones centradas en obras de arte pintadas por mujeres, famosas en vida.
El Museo Arp, en Alemania, y el Museo Thyssen-Bornemisza, de Madrid, dedican ahora la exposición conjunta «Maestras. Malerinnen 1500-1900» a 51 artistas mujeres relevantes desde la Edad Media hasta la vanguadia.
Hildegard von Bingen (alrededor de 1098-1179)
En los conventos medievales, muchas mujeres talentosas elaboraban, sobre todo, manuscritos e ilustraciones de libros. Con algunas excepciones, estas artistas permanecieron en el anonimato, como la abadesa benedictina alemana Hildegard von Bingen, conocida en todo el mundo. Trabajó como escritora, curandera, música, teóloga y artista. Ella misma ilustró sus manuscritos e inmortalizó sus visiones religiosas y místicas en sus imágenes.
Sus contemporáneos admiraron su coraje y carisma y la describieron como una santa. Muchos la ven como una pionera de la emancipación de la mujer.
Fede Galizia (1578-1630)
Fede Galizia, de Milán, creó sus primeros cuadros cuando era adolescente. Su padre, también pintor, fomentó el talento de su hija. Galizia se dio a conocer con sus bodegones de frutas, un género nuevo y popular en su época, que proporcionaba un buen sustento a los artistas. También retrató a hombres importantes; su reputación llegó incluso a Praga, a la corte del entonces emperador Rodolfo II.
Una de sus obras más famosas es un tema bíblico popular: «Judit con la cabeza de Holofernes”. Los historiadores de arte creen que Galizia se pintó a sí misma como Judit.
Giovanna Garzoni (1600-1670)
Muchos artistas famosos del Barroco y del Renacimiento provienen de Italia, como la pintora barroca veneciana Giovanna Garzoni, conocida por sus estudios de flores, plantas y animales. Sus técnicas de pintura y dibujo eran tan meticulosas que sus obras parecen estudios científicos.
Su talento se dio a conocer más allá de Venecia. Sus buenos contactos le dieron acceso a los más altos círculos artísticos. Rápidamente se ganó la reputación de ser una de las mejores pintoras de bodegones e ilustradoras científicas.
Garzoni estuvo casada durante un año con un artista rico. La relación probablemente habría continuado si su padre no hubiera reclamado repentinamente la propiedad de su marido. Acusó al joven de brujería, pero perdió el proceso. El matrimonio se disolvió tras este escándalo y Giovanna volvió a dedicarse de lleno a su carrera.
Magdalena Corvina (1607-1664)
Maddalena Corvina y Giovanna Garzoni se conocieron en Florencia. La talentosa Corvina también recibió muchos encargos de la familia Medici. Se especializó en retratos en miniatura y también realizó grabados.
En la pintura de la imagen no se sabe si es ella o su contemporánea y amiga, la pintora Artemisia Gentileschi, la que se ve con la túnica de Santa Catalina de Alejandría. Garzoni, Corvina y Gentileschi son de las pintoras más famosas del barroco italiano.
Elisabeth Louise Vigée Le Brun (1755-1842)
En Francia y en la época del clasicismo, Elisabeth Louise Vigée Le Brun fue la retratista preferida de la reina francesa María Antonieta. Sus buenas conexiones con la aristocracia francesa hicieron que la pintora tuviera que huir durante la Revolución Francesa, de lo contrario ella también habría acabado en la guillotina.
Durante su exilio, Le Brun pasó un tiempo en Italia, Rusia, Alemania e Inglaterra. Continuó su trabajo como retratista y recibió encargos de miembros de la nobleza europea, retratos de mujeres y niños.
Desafió las normas de la época y pintó a sus modelos con gestos inusuales entonces, por ejemplo, con la boca ligeramente abierta. Aunque esto se consideró escandaloso, a menudo fue copiado.
Mary Cassatt (1844-1926)
Mary Cassatt fue la única estadounidense entre los impresionistas y una de las pocas mujeres de ese movimiento pictórico. Su lema: «Soy independiente. ¡Puedo vivir sola y me encanta trabajar!» A pesar de su reconocido talento y amistad con el impresionista francés Edgar Degas, no logró moverse en el círculo de sus colegas masculinos. Se concentró en el mundo de las mujeres y los niños y logró una cercanía con el objeto de sus obras negada a los hombres. Eso confirió a sus cuadros intimidad y autenticidad. En las pinturas de Cassat, la mujer era más que una bella modelo, era independiente, reflexiva, expresiva y profundamente hermosa.
Sonia Delaunay (1885-1979)
La pintora y diseñadora ruso-francesa se hizo conocida por sus formas abstractas y geométricas. Le fascinaba la interacción de color, luz y movimiento. Creó collages, portadas de libros, pequeñas cajas pintadas, cojines, pantallas de lámparas y, por supuesto, cuadros.
Delaunay pasó la mayor parte de su vida laboral en París. Aunque a menudo fue eclipsada por su marido, el pintor modernista Robert Delaunay, en 1964 fue la primera mujer viva en tener una retrospectiva individual en el Museo Louvre de París.
Con información de DW