El último partido de la primera jornada del Mundial de Rusia fue uno de los que dejó mejor sabor de boca. Siempre desde un prisma externo, Senegal presentó su firme candidatura para convertirse en la selección revelación de este verano con un convicente triunfo frente a una Polonia que decepcionó enormemente a pesar del arreón final.
Una de las atracciones de cada Mundial es siempre adivinar qué equipo, de los que no integran la nómina de favoritos, puede llegar lejos y sorprender con un juego alegre . Después de que todas las selecciones del Mundial hayan entrado ya en escena, Senegal se ha convertido en la favorita para ocupar ese puesto tan especial en el corazón de los aficionados.
Fue la de Cisse una selección alegre y sin complejos, desplegando una línea atacante con hasta cuatro delanteros, con dos torres en el área y dos extremos rápidos y hábiles como Sarr y Mané, el líder de los Leones de Teranga. Todo lo contrario que los discípulos de Nawalka, que no transmitieron sino tristeza.
Fue un partido precioso a pesar de que no hubo demasiadas ocasiones claras. No faltó la intensidad y tampoco hubo tegua. Lentamente, la afición se fue enamorando de Senegal. De las cabalgadas de Sarr, de la habilidad de Mané, de la potencia de Niang o incluso de los problemas de Koulibaly en defensa. Daba igual, la fiebre senegalesa ya era un hecho.
Khadim NDiayé, el portero de los Leones, transmitía de todo menos seguridad, pero Polonia era incapaz de comprobar si esas sensaciones eran ciertas o sólo un sueño de verano. Las coloridas gradas del estadio Spartak enloquecieron antes del descanso, cuando Gana enganchó un disparo en la frontal y Cionek desviaba el balón dentro de su portería. La buena impresión que estaba dejando Senegal se trasladaba así al marcador.
Intentó crecer Polonia tras el descanso merced a algún destello de Lewandowski, que debutaba en un Mundial, absolutamente desaparecido Milik y agotado Grosicki tras una primera parte notable. Pero esos esfuerzos se fueron al garete en una jugada muy confusa en la que Niang acabó siendo el más listo de la clase ante el estupor y el enfado de los polacos.
El delantero del Torino estaba siendo atendido en la banda y arrancó el permiso arbitral para entrar de nuevo en el terreno de juego justo cuando Krychowiak decidió retrasar el balón, que cayó en sus pies y acabó en la red de Szczesny. El 0-2 parecía una losa enorme para Polonia, que sin embargo fue capaz de sacar un mínimo de orgullo traducido en el cabezazo de Krychowiak a gol.
El guión del partido reservaba unos últimos minutos de infarto, especialmente para los senegaleses, que veían peligrar su buen trabajo. Sufrían los aficionados en las gradas y soñaban los polacos con arrancar un punto casi milagroso que no les cargara tanto la mochila de obligaciones en su siguiente partido. Pero con una gran entereza, Senegal permitió que se consumieran los minutos sin grandes agobios y selló su triunfo. Sin duda, la principal candidata a convertirse en revelación del Mundial viene de África.