El dinero enviado por inmigrantes centroamericanos en Estados Unidos a sus familiares esta a niveles récord y representa un 25 % del PIB combinado de El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua.
Los cuatro países recibieron en conjunto casi 42,000 millones de dólares en remesas familiares en 2023, según datos oficiales de bancos centrales y del intergubernamental Consejo Monetario Centroamericano, una cifra récord.
Los envíos superan incluso los montos captados en inversión extranjera, turismo o exportaciones y son un factor clave para potenciar el comercio y el consumo en naciones con altos índices de pobreza, según los expertos.
Las remesas hacia los cuatro países pasaron de 19,006 millones de dólares en 2017 a 41,823 millones en 2023.
Un alza que se explica por la mayor migración hacia Estados Unidos y otros países, destacan analistas.
Se desconoce la cifra exacta de centroamericanos que viven en el extranjero, sobre todo en Estados Unidos, pues miles lo hacen de manera irregular.
Según estimaciones de organismos internacionales y oenegés, la cifra bordea los 10 millones, una cuarta parte de su población.
Las remesas ahora representan casi el 27% del PIB en Honduras, 26% en Nicaragua, 24% en El Salvador y casi 20% en Guatemala.
Son «y seguirán siendo por un buen tiempo el flotador de la economía salvadoreña. Sin las remesas ya nos hubiéramos hundido hace rato», opina el economista Carlos Acevedo, expresidente del Banco Central de El Salvador.
«Si no entran dólares, el sistema financiero no funciona, no funciona nada en el país. Y las remesas son una de las fuentes principales de entrada de dólares», destacó.
En cambio, en los países centroamericanos con escasa emigración, las remesas constituyen una porción reducida de su PIB: en torno al 1% en Panamá y Costa Rica, y casi 5% en Belice.
Organismos multilaterales -entre ellos el Banco Mundial, el BID y la CEPAL- promueven el uso productivo de estos recursos, en lugar de destinarlos apenas al consumo. Por ejemplo, fomentan la inversión en pequeños negocios para apuntalar el desarrollo de naciones con economías pequeñas y altos índices de pobreza.