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Presidente de México y su hijo tratan de tapar un escándalo y les explota algo peor

El periodista Carlos Loret de Mola publicó en Latinus, la investigación que llevó a cabo la organización Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad (MCCI), en la que reportó que una de las propiedades donde vivía el hijo de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) en Houston, Texas, pertenecía a Keith L. Schilling, en aquel entonces alto ejecutivo de Baker Hughes, empresa contratista de Pemex, favorecida con contratos de millones de dólares, ampliados en repetidas ocasiones.

El objetivo de la investigación de MCCI habría sido evidenciar la corrupción y el tráfico de influencias en el gobierno de López Obrador, particularmente en su núcleo familiar, lo que desató la furia del presidente que, siguiendo su práctica, omitió referirse al contenido informativo de la investigación y dirigió su ira en contra del mensajero, Carlos Loret de Mola, a quien insultó en su conferencia de prensa mañanera y cuestionó sobre la licitud de sus ingresos al exhibir públicamente una tabla con las fuentes de ingreso del periodista y sus propias percepciones. Como si fuera un delito que alguien en México gane más que el presidente.

La irritabilidad del presidente López Obrador y sus intentos por desmentir el contenido de la investigación, solo sirvieron para volver verdad lo que eran sospechas cuando el director general de Pemex, Octavio Romero, informó que la empresa Baker Hughes es la quinta de las que más facturan al año, con 7 mil 589 millones de pesos.

En la administración del presidente López Obrador los contratos entre Pemex y Baker Hughes pasaron de 66 millones de dólares a 343 millones de dólares.

Andrés Manuel López Obrador y sus hijos José Ramón, Andrés Manuel y Gonzalo en una foto tomada en 2016.  | FOTO: MOISÉS PABLO /CUARTOSCURO.COM
Andrés Manuel López Obrador y sus hijos José Ramón, Andrés Manuel y Gonzalo en una foto tomada en 2016. | FOTO: MOISÉS PABLO /CUARTOSCURO.COM

Desde que inicio la polémica la acción del presidente López Obrador se ha centrado en exculpar a su hijo José Ramón López Beltrán sobre los señalamientos de un presunto tráfico de influencias y el cuestionamiento sobre su forma de vida. Al principio el presidente señalo que parecía que “la señora tiene dinero”, en referencia a la esposa de su hijo, Carolyn Adams, con lo que quedó ausente alguna referencia a la fuente de ingresos José Ramon.

Pasados 17 días de escándalo y violaciones a la ley, que el presidente López Obrador juró cumplir y hacer cumplir, su hijo José Ramón, mediante un comunicado manifestó: “Soy un ciudadano privado, y no tengo injerencia alguna en el Gobierno de México. Mis ingresos provienen al cien por ciento de mi trabajo en Houston.No hubo, ni habrá conflicto de interés. Les pido respeten mi vida y la de mi familia”.

Aclaró que desde el 2020 trabaja como asesor legal de desarrollo y construcción para la empresa privada Kei Partners, en Houston, por lo que sus ingresos provienen de su empleo.

En su conferencia de prensa el presidente López Obrador, en el día del Amor y la amistad, continuó atacando al mensajero Loret de Mola, a los periodistas corruptos, a los conservadores, a sus adversarios y demás. En el transcurso de su perorata se congratuló por el pronunciamiento de su hijo José Ramón, aclarando cuál es su fuente de ingresos.

El presidente López Obrador, cuyo pecho no es bodega, según dice, abundó en detalles. Informó que la empresa, en la que labora José Ramón, es propiedad de los hijos de Daniel Chávez Morán, dueño de Grupo Vidanta, “que me ayuda como supervisor honorifico en el Tren Maya. No cobra y no tenemos relación de negocios”.

“Es de los empresarios que nos ayuda porque quiere apoyar en el caso del Tren Maya para concluirlo. Y José Ramón, pues está trabajando en Estados Unidos; su esposa lo mismo.”

La “ayuda” de Daniel Chávez Morán en el Tren Maya es como asesor y por ello, dice el presidente, “no cobra”, lo que contrasta con sus dichos de la mañanera en la que denuncia frecuentemente el tráfico de influencias, como vía para acumular riquezas. Entonces lo que se despierta es la sospecha sobre la forma en la que “algún día” el dueño de Grupo Vidanta pedirá a su poderoso amigo de Palacio Nacional un “pequeño favor” para obtener un crédito, realizar un trámite, conseguir un contrato o algo parecido.

Es una realidad que la relación entre políticos y empresarios siempre es de conveniencia y que ambos tratan de sacar provecho que los ayuda a alcanzar y mantener el poder político y a alcanzar y acrecentar su riqueza. Si no es así, la “simpatía” se apaga. Todos cobran en dinero o en especie.

Por tratar de ocultar el contenido del reportaje de Loret de Mola, el presidente y su hijo abrieron otro frente de sospechas que refrenda la denuncia sobre el tráfico de influencias en su gobierno. La soberbia del poder nubla la visión. En tan corto tiempo ya se dio dos balazos en el pie. Le dio una víctima a sus enemigos para que la conviertan en mártir y destapó un posible conflicto de interés al querer tapar otro. Y de esto último, el mensajero fue su propio hijo.

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