El 86,5 % de los salvadoreños aprueba la gestión del presidente Nayib Bukele en sus primeros dos años de Gobierno, aunque según sus detractores, algunas de la acciones del mandatario «lastiman su imagen ante la población» pero «no de manera crítica», señala una encuesta de LPG Datos divulgada el martes.
El sondeo se llevó a cabo entre el 13 y el 22 de mayo del año en curso, con una muestra nacional de 1.103 entrevistas a personas adultas, un error de muestreo de un 3 % y un nivel de confianza del 95 %.
Al preguntar a los encuestados si aprueban o desaprueban el trabajo del mandatario hasta el momento, el 86,5 % respondió que lo aprueba, el 9,1 % lo desaprueba y un 4,3 % no respondió.
En estos dos años de trabajo, la imagen del presidente ha estado apuntalada por la percepción de que el país ha mejorado en seguridad y que se ha manejado bien la pandemia.
Al cierre del primer año de trabajo de Bukele, según la misma casa encuestadora, la ciudadanía colocaba como logro principal la mejoras en la seguridad y en segundo lugar el manejo de la pandemia de la covid-19.
El principal logro de Bukele ahora, según la ciudadanía, son el manejo de la pandemia, mejoras en el sector de salud y cada vez menos comunidades creen que el combate a la delincuencia es un triunfo absoluto.
El Gobierno de Bukele atribuye la baja en los homicidios desde la llegada del mandatario al Ejecutivo, en 2019, al plan gubernamental control territorial que concentra a unos 9.000 elementos de la Fuerza Armada y más de 23.000 agentes de la Policía Nacional Civil (PNC).
Con dicho plan se busca recuperar el control de los territorios controlados por las pandillas y se le atribuye una sensible reducción de los homicidios, con 1.322 asesinatos en el 2020.
Sin embargo, es indiscutible que los mismos pandilleros tienen nexos familiares con policías y soldados, que les protegen y no reportan sus actos delictivos ante la pasividad de sus jefes.
Según la Presidencia, esta cifra de homicidios está por debajo de la registrada en 2019, cuando se computaron 2.398 muertes violentas.
El pasado 1 de mayo, una nueva Asamblea Legislativa (Congreso Unicameral) decidió destituir a los magistrados de la sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia (CSJ) y al mismo presidente del órgano Judicial y al fiscal General de la República, sustituyéndolos con personas cercanas al partido político del presidente Bukele, Nuevas Ideas.
La información de LPG Datos sugiere, de acuerdo con lo analizado, que «las acciones del presidente en contra de la institucionalidad democrática del país lastiman su imagen ante la población, pero no de manera crítica».
Bukele fue fuertemente criticado luego que, en febrero de 2020, ingresara al hemiciclo del Parlamento escoltado por soldados y policías armados con fusiles de asalto para presionar a los diputados para la aprobación de un préstamo para financiar una de las fases del plan control territorial.
Los diputados opositores, que en ese momento eran mayoría en el órgano Legislativo, denunciaron un intento de «golpe de Estado».
Ahora, Bukele y el país se encuentra bajo la mirada crítica de la comunidad internacional tras las destituciones, una decisión apoyada por el mandatario y que supone para varios sectores una concentración del poder en su figura.
Pero, ¿quién es Nayib Bukele?
Nayib Bukele actúa con una eficaz provocación populista contra todo o todos los que no están de acuerdo con su estilo de gobernar, se presenta como la verdadera voz del pueblo en contra de una élite corrupta que dominaba la política después de la guerra. Describe a su partido como un partido joven, libre de ideologías, favorable a las empresas y, a pesar de ello, protector de los pobres; sin embargo, Bukele no pertenece al pueblo.
Bukele estudió en la elitista Escuela Panamericana, es hijo de un importante empresario, a quien muchos tildan de sabio, pero que aparentemente no pudo influir mucho en los principios de su hijo. No terminó la universidad y a los 18 años empezó a trabajar en uno de los negocios de su familia, manejó bares y discotecas y más tarde fue publicista y dirigió una empresa de venta de motocicletas.
A los 30 años, contra la opinión de su padre, se lanzó a la política y, en 2012, se convirtió en alcalde de la pequeña localidad de Nuevo Cuscatlán con la bandera del FMLN, desde donde se proyectó a la escena nacional bajo la mirada y, en cierta forma, el apoyo de la entonces embajadora de los Estados Unidos, Jean Manes. En tan solo tres años, se convirtió en alcalde de San Salvador, también bajo la bandera efemelenista y atrajo la atención de los medios de comunicación de todo el mundo por considerársele un joven político prometedor.
De ahí, pasó a ganar la presidencia de la República con una campaña habilidosa y la capacidad de dominar la conversación nacional. Bukele es un mercadólogo político experto. La letra “N”, la primera letra de su nombre y de su partido, se pudo ver en anuncios espectaculares por todo el país.
Pero al llegar a la presidencia, su retórica cambió de manera radical, pasando de hacer hincapié en el trabajo social a defender la ley y el orden. Incorporó más esoldados a la lucha contra las pandillas, y declaró ante los miembros del ejército: “Dios nos va a dar esa victoria sobre los que no quieren que combatamos la delincuencia”.
Arremetió contra las élites mediáticas y los grupos de derechos humanos a los que acusa de ser corruptos y de intentar debilitarlo. “Recibir dinero sucio para hacer tu trabajo”, escribió en Twitter, “no te convierte en periodista incómodo, sino en mercenario”, refiriéndose a cualquier pluma que no este a su servicio. por cierto, muy bien pagado en los ahora medios oficiales.
Gran parte de la popularidad de Bukele se debe a las dádivas. Durante la crisis de COVID-19, su gobierno repartió bolsas de comida y muchas personas accedieron a pagos de 300 dólares en efectivo. Los regalos son una vieja técnica de los populistas latinoamericanos.
Durante los dos años del gobierno de Bukele, las tasas de homicidio han disminuido de manera considerable, eso es algo que nadie puede discutir, pero en las últimas semanas los grupos terroristas pandilleriles (MS13 y 18) están dando muestras de poder territorial, al sacar familias de sus hogares en las localidades de Panchimalco y la zona rural de Sonsonate, entre otras. Donde los pandilleros solo deben dejar una nota para dar a los inquilinos un aviso de 24 horas para abandonar las casas, pues a partir de la fecha será propiedad de la «mara».
“El control territorial por parte de los muchachos [los pandilleros] se ha intensificado”, afirmó al periódico The New York Times un líder de uno de los principales mercados de San Salvador, quien pidió que no se mencionara su nombre por temor a repercusiones de las pandillas o del Gobierno. “Ellos tienen un control completo y nadie dice nada. No matan públicamente porque el negocio de ellos sigue intacto”.
En el centro de San Salvador las pandillas siguen atemorizando a los negocios, ya que exigen a los propietarios de los puestos que les hagan pagos regulares. La extorsión de millones de vendedores informales, taxistas, conductores de autobuses y pequeños comercios es el principal negocio de las pandillas y ha socavado el crecimiento de la nación. La situación es, según fuentes fiscales y policiales, peor en el interior del país.
Mientras, el presidente regala computadoras, mas bolsas con alimentos, vacunas y sueños.
Bukele afirma que tiene un plan a largo plazo para el cambio social en los barrios y colonias conocidos por la violencia de las pandillas, pero nadie lo conoce.
Avances en la vacunación contra la COVID-19
El Salvador ha confirmado su éxito en el manejo de la pandemia tras no verse afectado por el aumento de contagios y fallecidos en América Latina. La región acumuló alrededor del 35% de las muertes por coronavirus de todo el mundo durante la última semana de abril pese a representar el 8% de la población mundial.
El Salvador no ha sufrido grandes olas de coronavirus. Presume de una tasa de 33 fallecidos cada 100.000 habitantes, seis veces inferior a Brasil donde lamentan 205 decesos cada 100.000 personas. La tasa de mortalidad de México (174) multiplica por cinco la cifra de El Salvador.
El 21 de marzo de 2020 el presidente Nayib Bukele decretó una severa restricción de movimientos. Dos meses después, el 8 de mayo, Bukele impuso un confinamiento domiciliario “absoluto” y “rígido” por treinta días. Bukele alegó que se corría el riesgo de alcanzar “los 3 millones de contagios” si no frenaban el avance del patógeno. La realidad jamás se ha acercado a esta fatal advertencia del joven mandatario de 39 años. El Salvador ha registrado 70.915 casos desde el inicio de la crisis sanitaria global.
Bukele comenzó a construir el Hospital El Salvador y reforzó los centros de salud para evitar el colapso y, por tanto, la falta de atención a los pacientes. Bukele insistió a los miembros de su gabinete en centrar la acción del Gobierno en la mejora del precario sistema sanitario salvadoreño. El rechazo a las restricciones de la mayor parte de la oposición contrastó con el fuerte apoyo de la población.
El reto ahora es vacunar a los más vulnerables e inmunizar poco a poco a toda la población. El Salvador ha logrado un ritmo de vacunación muy superior a los países de su entorno y similar a las grandes potencias regionales.
El Salvador inmuniza a su población veinte veces más rápido que su vecino Honduras. El Salvador ha inyectado 19 dosis por cada 100 habitantes. Honduras solo 0,6 pinchazos cada 100 personas. Al norte, Guatemala solo ha inoculado 1,4 dosis por cada 100 guatemaltecos. La inmunización colectiva avanza a un ritmo similar a Brasil (23,7 dosis/100 habitantes), Costa Rica (21,5), Argentina (21,1) y Panamá (18,1). Chile (85) y Uruguay (63,4) lideran ampliamente la vacunación en América Latina.
Crecimiento económico
El Salvador registraba el peor dato de crecimiento de la región antes de la pandemia con una tasa del 2% del crecimiento anual. El país persigue su reactivación económica con la esperanza puesta en las vacunas. El Salvador recibió un lote de 140.400 vacunas el pasado miércoles procedente del programa Covax de la OMS que persigue la distribución de dosis en países pobres y en vías de desarrollo.
El Salvador trata de anticiparse a la recuperación económica en América Latina prevista para principios del próximo año. El Fondo Monetario Internacional ha pronosticado que este año la expansión del PIB será mayor en los países emergentes (6,7%) que en las naciones más ricas del planeta (5,1%). El control de la Covid-19 es una excepción en Latinoamérica donde varios países enfrentan de nuevo picos de contagio y la escasez de vacunas. El Salvador mantiene su pulso al virus. Las nuevas variantes tampoco han doblegado el sistema de Salud.
Política de endeudamiento
Seúgn Ricardo Castaneda, del Instituto Centroamericano de Estudios Fiscales (Icefi) «no existe claridad sobre cuáles son las prioridades en el ámbito económico, no existe un plan de Gobierno en esta materia y no existe un plan fiscal».
«Lo que se observa es que la política económica en estos dos años prácticamente se ha reducido al endeudamiento. Es decir, utilizar endeudamiento para cualquier cosa, lo que no es sostenible dadas a las características de El Salvador», «el ritmo del endeudamiento en el país ha sido galopante», subrayó.
El ritmo de endeudamiento de la actual administración de El Salvador es mayor que el de los tres gobiernos que le antecedieron. Cuando el gobierno del presidente de la República Nayib Bukele asumió funciones, el 1 de junio de 2019, la deuda del país era de $18,535.6 millones; 21 meses después, y hasta marzo de este año, esta aumentó $3,778.9 millones, alcanzando los $22,314.5 millones, de acuerdo con el Banco Central de Reserva (BCR).
Un total de $1,380 millones en préstamos han sido autorizados en menos de un mes de funciones de la nueva Asamblea Legislativa.
La aprobación a Bukele es la segunda más baja desde que comenzó su mandato. La más baja se registró en febrero de 2020, después de la crisis política derivada de la toma militarizada de la Asamblea Legislativa.