La carrera por las vacunas ha puesto más que nunca al descubierto la desigualdad en el globo. Lo relativo al desarrollo, fabricación y distribución de los 3 inoculantes hasta el momento aprobados para uso completo –Pfizer/BioNTech, Moderna/NIH y AstraZeneca/Oxford– y los 7 aprobados para su uso limitado de emergencia –Sputnik V del Instituto de Investigación Gamaleya, CanSino BIO, EpiVacCorona, BBIBP-CorV del Instituto de Productos Biológicos de Beijing/Sinopharm, CoronaVac de Sinovac Biotech, Covaxina del Consejo Indio de Investigación Médica y el Instituto Nacional de Virología y el de Sinopharmdesarrollada por el Instituto de Productos Biológicos de Wuhan- está en la lupa de organismos dedicados al monitoreo del acceso a la salud a nivel mundial.
Es por esto que un grupo de importantes ONG pidieron a las farmacéuticas detrás de las vacunas contra el COVID-19 que compartan los derechos de las vacunas para lograr así una distribución equitativa a todo el mundo. Es que según advirtieron, sólo el 14% de la población tendría acceso al 53% de las vacunas más prometedoras.
Vacunas en una planta de envasado en Pekín, China. EFE/Archivo
Amnistía Internacional, Frontline AIDS, Global Justice Now y Oxfam denunciaron que los países ricos acapararon dosis suficientes de vacunas contra el coronavirus para vacunar casi tres veces a toda su población. Alertaron que 70 países pobres sólo podrán vacunar a una de cada diez personas contra la COVID-19 durante 2021 si los gobiernos y la industria farmacéutica no toman medidas urgentes para garantizar la producción de dosis suficientes.
“Los países más ricos compraron dosis suficientes para vacunar casi tres veces a toda su población antes del final de 2021 si se aprueba el uso de las vacunas que están actualmente en la fase de ensayos clínicos”, manifestaron.Países ricos aseguraron dosis de vacunas contra COVID-19 para abastecer 3 veces su población mientras que las naciones pobres a 1% de sus habitantes
Un análisis de la Universidad de Duke publicado en la revista científica Nature señaló que de las 6.800 millones de dosis de vacunas contra el coronavirus producidas, 3.700 millones han sido compradas por países ricos. De esa cifra, la Unión Europea (UE) pidió 1.425 millones. El organismo People ‘s Vaccine conformado por Oxfam y Gavi denunció que los países pobres se quedan atrás porque los ricos les han aventajado tres veces más. Se estima que solo uno de cada 10 podrá recibir la vacuna en los países pobres a finales de 2021.
Se estima que solo uno de cada 10 podrá recibir la vacuna en los países pobres a finales de 2021 (EFE)
En este sentido, Canadá encabeza la lista con inoculantes suficientes para vacunar cinco veces a cada habitante. Además, los datos actualizados muestran que los países ricos, que representan sólo el 14 por ciento de la población mundial, compraron hasta el 53 por ciento de las vacunas más prometedoras hasta la fecha. El Gobierno de Justin Trudeau confirmó la adquisición de un total de 358 millones de dosis para una población que está cerca de los 38 millones de habitantes. De este modo, en el país americano habrá 9,5 dosis por cada habitante.
Por detrás está Reino Unido, que confirmó la compra de cerca de 300 millones de dosis de las diferentes empresas con las que tiene acuerdos. Además, los británicos son los primeros que se han vacunado en Europa contra el coronavirus. Reino Unido tendrá 5,3 dosis por habitante, unos números que también comparte Australia.
Chile también se encuentra entre los países que más dosis tendrá contra el COVID-19 para su población. El país sudamericano tendrá 4,6 dosis por habitante. Por su parteEE.UU. adquirirá más de 1.000 millones de dosis, con lo que tendrá 3 dosis por habitante.
Tanto el desarrollo como la fabricación, distribución y acceso a las vacunas desnudan una dura realidad en todo el mundo: la desigualdad (Foto: SEDENA)
Las organizaciones, que forman parte de una alianza que reclama una “vacuna del pueblo”, utilizaron datos recopilados por la empresa de información y análisis científicos Airfinitypara analizar los acuerdos alcanzados entre países y las ocho primeras vacunas candidatas, para llegar a la conclusión de que 67 países de ingresos bajos y medianos bajos podrían quedarse atrás mientras que los países ricos avanzan hacia tan deseada y esperada inmunidad de rebaño o colectiva. Kenia, Myanmar, Nigeria, Pakistán y Ucrania, tan sólo 5 de las 67 naciones de ingresos bajos notificaron en total casi 1.5 millones de casos.
“Nadie debería quedarse sin una vacuna que salva vidas por el país en el que vive o por la cantidad de dinero que tiene en el bolsillo. A menos que algo cambie radicalmente, miles de millones de personas en todo el mundo no recibirán una vacuna segura y efectiva contra COVID-19 en los próximos años”, advirtió la responsable de Políticas de Salud de Oxfam, Anna Marriott.
En esta misma línea se pronunció la portavoz de de la organización Global Justice Now, Heidi Chow, quien señaló que todas las grandes empresas farmacéuticas e instituciones de investigación que están trabajando en una vacuna contra el COVID-19 deben compartir la información, los conocimientos tecnológicos y la propiedad intelectual relativos a su vacuna para que se puedan producir suficientes dosis seguras y efectivas en todo el mundo.
Una mujer carga un bebé en el barrio marginal de La María, en Cartagena (Colombia). EFE/Paolo Aguilar/Archivo
Hasta ahora, todas las dosis de Moderna y el 96 por ciento de las de Pfizer/BioNTech fueron adquiridas por países “ricos”. En cambio, Oxford/AstraZeneca se ha comprometido a proporcionar el 65 por ciento de sus dosis a poblaciones de países en desarrollo. No obstante, a pesar de las medidas adoptadas para ampliar el suministro, el año que viene sólo podrán llegar al 18 por ciento de la población mundial como máximo, por limitaciones de producción.
Además, las organizaciones señalaron que Oxford/AstraZeneca ha suscrito la mayoría de sus acuerdos con algunos de los grandes países en desarrollo, como China e India, mientras que la mayoría de estos países no han firmado ningún acuerdo y tienen que compartir entre ellos las vacunas del fondo común del COVAX.
“Esto demuestra que una sola empresa no puede esperar abastecer a todo el mundo y que sólo el intercambio abierto de tecnología entre productores de vacunas puede hacerlo posible”, afirmaron desde las ONG, para pedir a todas las empresas farmacéuticas que trabajan en vacunas contra la COVID-19 que “compartan su tecnología y la propiedad intelectual abiertamente a través del Acceso Mancomunado a Tecnología contra la COVID-19 de la Organización Mundial de la Salud para que puedan fabricarse miles de millones de dosis más y haya vacunas seguras y efectivas para todas las personas que las necesiten”.
Oxford/AstraZeneca se ha comprometido a proporcionar el 65 por ciento de sus dosis a poblaciones de países en desarrollo (REUTERS/Dado Ruvic/Illustration)
La propiedad intelectual
Esta iniciativa instó a los gobiernos que hagan “todo lo que esté a su alcance” para garantizar que las vacunas contra la COVID-19 sean un “bien público mundial gratuito” para la población, distribuido equitativamente y basado en las necesidades. Un primer paso, a juicio de las organizaciones, sería apoyar la propuesta que han hecho a comienzos de diciembre Sudáfrica e India al Consejo de la Organización Mundial del Comercio de renunciar a los derechos de propiedad intelectual de las vacunas, ensayos y tratamientos contra la COVID-19 hasta que toda la población esté protegida.
“El acaparamiento de vacunas socava activamente los esfuerzos mundiales para garantizar que todas las personas, en todas partes, puedan estar protegidas contra la COVID-19. Los países ricos tienen obligaciones claras en materia de derechos humanos: no sólo deben abstenerse de acciones que puedan perjudicar el acceso a las vacunas en otros países, sino que han de cooperar y prestar asistencia a los países que la necesiten. Al comprar la inmensa mayoría del suministro de vacunas del mundo, los países ricos incumplen sus obligaciones en materia de derechos humanos. En cambio, trabajando con otros para compartir los conocimientos y ampliar el suministro, podrían contribuir a poner fin a la crisis mundial de la COVID-19”, puntualizó el director de Justicia Económica y Social de Amnistía Internacional, Steve Cockburn.
25 millones de personas se encuentran al borde de la pobreza por la pandemia de COVID-19 en Asia-Pacífico (EFE/EPA/DIEGO AZUBEL/Archivo)
“Las vacunas desarrolladas por AstraZeneca/Oxford, Moderna y Pfizer/BioNTech han recibido más de 5.000 millones de dólares de financiación pública, lo que, según las organizaciones, hace a estas empresas responsables de actuar en beneficio del interés público mundial”, añadió.
Según la doctora de la Alianza Vacuna del Pueblo, Mohga Kamal Yanni, “los países ricos tienen dosis suficientes para vacunar a todo el mundo casi tres veces, mientras que los países pobres ni siquiera tienen para llegar a los profesionales sanitarios y personas de riesgo. El sistema actual, en el que las empresas farmacéuticas usan financiación gubernamental para la investigación, conservan derechos exclusivos y mantienen su tecnología en secreto para aumentar los beneficios, podría costar muchas vidas”.
Por su parte, la directora de Frontline AIDS, Lois Chingandu, recordó que la pandemia es un problema global que exige una solución global, y ha advertido de que la economía mundial seguirá sufriendo mientras el mundo no tenga acceso a una vacuna. “Tenemos que dejar de lado los beneficios de la industria farmacéutica durante esta pandemia sin precedentes para salvar tanto a la humanidad como la economía”, espetó.
«La economía mundial seguirá sufriendo mientras el mundo no tenga acceso a una vacuna», advirtió Lois Chingandu (Shutterstock)
Una economía mundial golpeada
La distribución asimétrica de las vacunas parece empeorar la realidad económica: el mundo que surge de este aterrador capítulo de la historia será más desigual que nunca. Los países pobres seguirán asolados por la pandemia, lo que los obligará a gastar sus escasos recursos, ya de por sí afectados por las crecientes deudas con los prestamistas de Estados Unidos, Europa y China.
Desde siempre, la economía mundial se ha visto dividida por profundas disparidades en la riqueza, la educación y el acceso a elementos vitales como el agua potable, la electricidad y la Internet. La pandemia ha provocado la muerte y la destrucción de los medios de subsistencia de las minorías étnicas, las mujeres y los hogares de bajos ingresos. Es probable que el final añada otra división que podría reconfigurar la vida económica durante años, con la separación de los países con acceso a las vacunas de los que no lo tienen.
“Es evidente que los países en desarrollo, y en especial los países en desarrollo más pobres, van a quedar excluidos durante algún tiempo”, afirmó Richard Kozul-Wright, director de la División de Estrategias de Globalización y Desarrollo de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo en Ginebra. “A pesar de que se entiende que las vacunas deben considerarse un bien mundial, el suministro sigue estando en gran medida bajo el control de las grandes farmacéuticas de las economías avanzadas”.
La principal iniciativa, la Asociación para la Aceleración del Acceso a las Herramientas contra la COVID-19 (la ACT-Accelerator Partnership, conocida como Covax), emprendida por la Organización Mundial de la Salud y la Fundación Bill y Melinda Gates, entre otros, ha asegurado menos de 5.000 millones de dólares de los 38.000 millones de dólares previstos.