La curva de contagios del país “aparentemente” comienza a bajar…; sin mayores herramientas epidemiológicas, sin diálogo político y gracias a esfuerzos municipales, empresariales y ciudadanos observamos un descenso estadístico (por cierto, extraño y en picada); efectivamente, estamos a 150 días del paciente cero, y el ciclo se repite en países más o menos disciplinados.
Pero el virus sigue presente y latente, no hay que hacer “cuentas alegres”; el dinamismo de contagio –o el R sub cero- es muy susceptible a nuestras conductas, si nos confiamos y bajamos la guardia aparecerá un rebrote muy rápido. Los casos de asintomáticos representan el mayor peligro y representan cerca del 60% de la población contagiada.
A 15 días de las vacaciones de agosto, estamos notando un efecto nulo; del 15 al 20 de agosto –en teoría– debimos haber visto un crecimiento de casos y afortunadamente no lo hay ¿por qué razón?; en primer lugar, los restaurantes y centros de recreación estaban cerrados; en segundo lugar, la gente está entendiendo cada vez más la lógica del riesgo y utilizan mascarilla, hay un leve distanciamiento físico y aplican medidas de higiene; y en tercer lugar, la mayoría de empresas operando –supermercados, farmacias, bancos, etcétera– están aplicando protocolos.
Ahora bien, si aún tenemos una tasa de contagio significativa, aunque estemos en descenso, es fácil caer en un rebrote; el exceso de confianza y el bajar la guardia en bioseguridad son los peores enemigos; entonces ¿qué debemos hacer ante la apertura –casi total– de la economía?:
1.- A nivel personal: Mantener la actitud de duda y sospecha frente a personas que no conozca como riesgo de contagio; siempre que visite locales comerciales o públicos, toque puertas o switch de luz, reciba paquetes u objetos o utilice cajeros: DESINFÉCTESE
2.- A nivel familiar: Evitar reuniones con más de cinco personas que provengan fuera de su hogar; desinfectar todo lo que ingrese a la casa con alcohol; mayores de 60 años y enfermos crónicos, mantenerse en cuarentena voluntaria.
3.- A nivel residencial: Cuidar las zonas comunes –canchas, piscinas, ranchos-; mantener un protocolo de su uso (no más de 5 personas y uso de mascarilla); vigilar las entregas de delivery; y monitoreo de datos básicos. Considerar protocolos robustos para personal de servicio doméstico, jardineros y otros afines.
4.- A nivel empresarial: Mantener con rigor los protocolos que están utilizando: Tomas de temperatura, uso de alfombra y aplicación de alcohol en las manos; sobre todo a cajeros, siempre que manipulen dinero –aunque sea 500 veces al día– aplicarse alcohol después de tocar algo externo; mantener estaciones de trabajo distanciadas; no descuidar la educación y comunicación con mensajes preventivos.
5.- A nivel municipal: recordamos a los alcaldes estar muy vigilantes de las medidas de bioseguridad en los potenciales centros de contagio: mercados, comercio, oficinas, parques; no pueden restringir derechos, pero sí pueden exigir orden. Hagan su trabajo con diálogo y educación, se puede y se debe hacer.
6.- A nivel gubernamental: hagan lo que no han hecho: educar a la población, con una campaña potente por radio, TV, prensa y redes sociales, focalicen la intervención epidemiológica en función de datos reales y, brinden asistencia técnica sanitaria a los alcaldes…
Ante la apertura el mayor factor de riesgo es el transporte público; si no se respetan los protocolos el virus encontrará en los buses y autobuses un vector de transmisión muy dinámico y en pocos días la curva comenzará a subir nuevamente con el riesgo de nuevos cierres.
El SARS-CoV2 es un virus con una identidad de contagio muy social, siendo así muy fácil o complejo erradicarlo, y todo dependerá de nuestras conductas más que de políticas y medidas sanitarias. Bajar totalmente la curva y volver a la normalidad depende de nosotros y no de los políticos; a ellos déjenlos seguir en las encrespadas aguas de la corrupción, de sus necesidades electorales y de sus complejos ideológicos. Nuestra salud física y mental depende sólo de nosotros y no de ellos…
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Investigador Educativo
opicardo@uoc.edu