«Nada de chistes sobre la edad esta noche», bromeó Mick Jagger, líder de 73 años de los Rolling Stones, al saludar a las multitudes en el Festival Musical Desert Trip en California, en octubre del año pasado. La edad promedio de los músicos era sólo de un año menos que la de Mick, lo que justificó su descripción del evento como el «Geriátrico de Palm Springs para Músicos Británicos». Pero en estos tiempos, los músicos de rock maduros venden entradas: el festival recaudó unos US$ 160 millones.
Hay mucha más gente de más de 70 años que antes, aunque la mayoría atrae menos multitudes que los Stones. En Estados Unidos hoy un hombre de 70 años tiene 2% de probabilidad de morir en un año; en 1940, este hito se daba a los 56 años. En 1950 sólo un 5% de la población mundial superaba los 65 años; en 2015, el porcentaje era del 8% y para 2050 se prevé que subirá al 16%. Los países ricos están envejeciendo más que los del mundo en desarrollo (excepto por China, que ya está en camino de ponerse vieja). El porcentaje de personas de más de 65 años en la OCDE va camino de ser el 16% en 2015 al 25% en 2050.
Globalmente, una combinación de caída de las tasas de nacimientos y vidas más prolongadas elevará la tasa de dependencia de los ancianos (la relación entre la gente de 65 años y más y la de entre 15 y 64 años), del 13% en 2015 al 38% para fines de siglo. Los pesimistas dicen que esto puede llevar no sólo a escasez de mano de obra sino al estancamiento económico, hundimiento de mercados de activos, demandas enormes sobre los recursos fiscales y falta de innovación. El gasto en jubilaciones y en salud, que ya es más del 16% del PBI en el mundo rico, subirá al 25% hacia el final de este siglo si no se hace algo, predice el FMI.
Desde inicios del siglo XX las tasas de supervivencia en la vejez mejoraron mucho. Más recientemente, la expectativa de vida ha estado aumentando, gracias en parte a avances médicos, tales como el reemplazo de órganos y la medicina regenerativa. La ONU estima que entre 2010 y 2050 el número de personas de más de 85 años globalmente aumentará el doble que el de los de más de 65 años, y 16 veces más que todas las demás franjas etáreas.
Las alertas sobre una «bomba de tiempo plateada» o un «tsunami gris» resuenan desde hace un par de décadas, y a menudo se han planteado en términos de inminente desastre financiero y guerra intergeneracional. Salvo que se diera un aumento de productividad de una escala totalmente improbable, es insostenible pagar jubilaciones generosas por 30 años o más a gente que puede haber contribuido un período de tiempo similar. Pero la vida más prolongada y más sana que disfruta la gente en el mundo rico (y que a mediano plazo son la perspectiva para el mundo en desarrollo) puede ser una bonanza, no sólo para los individuos en cuestión, sino para las economías y las sociedades. La clave para obtener este dividendo de la longevidad es convertir a la gente de más de 65 años en participantes económicos más activos.
Muchas de esas personas mayores hoy no son en realidad «viejas» en el sentido de estar desgastadas, enfermas e inactivas. La gente de 65 años hoy está mucho mejor de lo que estaban sus abuelos a la misma edad. En la mayoría de los países de la UE la expectativa de vida saludable a partir de los 50 crece más rápido que la expectativa de vida misma, lo que sugiere que el período de vigor disminuido y mala salud hacia el fin de la vida se comprime (aunque no todos los académicos creen en esto). Pero en la mayoría de los países la edad a la que la gente se jubila apenas cambió en el último siglo.
Cuando Otto von Bismarck introdujo las primeras jubilaciones formales en la década de 1880, pagaderas a partir de los 70 años (reducido luego a 65 años) la expectativa de vida en Prusia era de 45 años. Hoy en el mundo rico el 90% de la población vive para celebrar su cumpleaños 65, la mayoría con buena salud, pero esa fecha aún se considera el comienzo de la vejez.