Un informe de la fiscalía de México apuntó contra nueve organizaciones criminales que llevan sus mercancías a 51 naciones. Son tres grupos más que los que había identificado la DEA en su reciente reporte de narcotráfico.
El narcoimperio construido por Joaquín «El Chapo» Guzmán en el Cártel de Sinaloa continúa siendo el más poderoso a nivel internacional entre sus competidores mexicanos, según reveló el último informe de la fiscalía mexicana, que detectó nueve importantes organizaciones delictivas en el país del norte.
Según datos oficiales, estas bandas llevan cocaína, heroína, metanfetaminas y precursores químicos a 51 países de los cinco continentes, a través de alianzas con criminales con base en Colombia, Centroamérica, Italia y algunos países africanos, entre otros.
El Cártel de Sinaloa, pese al encarcelamiento de su líder, continúa siendo el de mayor impacto, con influencia o presencia en 43 estados, según detalla el informe de la Procuraduría General de la República (PGR, fiscalía), publicado por el periódico El Universal.
Por su parte, Los Zetas, organización conformada principalmente por ex miembros de las fuerzas militares, se ubica en el segundo lugar del listado, con presencia en 20 países. El infame podio es completado por el Cártel Jalisco Nueva Generación, que es destacado como aquel con mayores recursos financieros y por su rápido crecimiento.
En su informe de octubre, la DEA (agencia antinarcóticos estadounidense) detalló la actividad de seis carteles: de Juárez, del Golfo, de Sinaloa, Jalisco Nueva Generación, de los Beltrán Leyva y Los Zetas. Sin embargo, la PGR tiene otras tres organizaciones en la mira: el Cartel de Tijuana, los Caballeros Templarios y la Familia Michoacana.
La DEA había señalado a estas organizaciones mexicanas como la mayor amenaza criminal en materia de drogas para Estados Unidos. «No hay ningún otro grupo que actualmente esté posicionado para desafiarlas», enfatizó la agencia, destacando el peso del Cártel de Sinaloa y la creciente preponderancia del Cártel Nueva Generación de Jalisco.
La lista de países en los que cada cártel tiene presencia o influencia:
Cártel de Sinaloa:
Canadá, Estados Unidos, Guatemala, El Salvador, Honduras, Costa Rica, Panamá, República Dominicana, Trinidad y Tobago, Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia y Chile. Además de Uruguay, Argentina, Senegal, Gambia, Guinea-Bisáu, Guinea, Sierra Leona, Liberia, Costa de Marfil, Cabo Verde, Ghana, Togo, Benín, Nigeria, África Occidental, Sudán, Reino Unido, Holanda, Alemania, Francia, Portugal, España, Emiratos Árabes, India, China, Filipinas, Malasia, Indonesia y Australia.
Los Zetas:
Estados Unidos, Guatemala, Salvador, Costa Rica, Panamá, Nicaragua, Honduras, Belice, Venezuela, Colombia, Ecuador, Argentina, Sierra Leona, África Occidental, España, Italia, Rusia, Emiratos Árabes, China y Japón.
Cártel Jalisco Nueva Generación:
Estados Unidos, Guatemala, El Salvador, Costa Rica, Panamá, Nicaragua, Honduras, Belice, Colombia, Bolivia, África Occidental, India, China y Japón
Familia Michoacana:
Canadá, Estados Unidos, Ecuador, España, Bulgaria, Holanda, India y China
Cártel del Golfo:
Estados Unidos, Guatemala, Honduras, Colombia, Ecuador e Italia
Cártel de Tijuana:
Estados Unidos, Colombia, Perú y Argentina
Caballeros Templarios:
Canadá, Estados Unidos y China
Cártel de Juárez:
Estados Unidos, Colombia y Perú
La conexión “Guanaca”
Un informe de la Drug Enforcement Administration (DEA, por sus siglas en inglés), asegura que por El Salvador circulan al menos 700 toneladas de cocaína al año y los cárteles salvadoreños se encargan de coordinar el transporte, la seguridad, descarga, protección y el reembarque para garantizar que la mercancía llegue a Norte América.
El negocio arranca en Colombia y se cierra al entregar el producto en Guatemala o en el mismo México.
Los cárteles controlan el movimiento de la droga de forma focalizada y cuentan con elementos en instituciones policiales, fiscales o judiciales –detalla otro informe de la DEA- y se sospecha que tienen alianzas con las pandillas, el oficialismo y con varios políticos.
El incremento en las tasas de homicidios, extorsiones o delitos están muchas veces relacionados con disputas por el control geográfico, pues, aparte de los ingresos que representa a los pandilleros servir a los cárteles mexicanos, reciben un pago parcial en “especies”, es decir, parte del pago es una mínima fracción de la droga que pasa por el país y que es “cortada” (mezclada) con diversos productos para multiplicarla y ser vendida en el narcomenudeo.
Además, los pandilleros se encargan de ejecutar el sicariato ordenado por los señores de la droga.
En la frontera con Honduras, los cargamentos pasan por San Fernando, Dulce Nombre de María y Nombre de Jesús en Chalatenango.
Mientras que en La Unión es el municipio de Pasaquina; en Cabañas, Victorias.
En la frontera con Guatemala, Candelaria de la Frontera, Garita Palmera, la bocana de la Barra de Santiago y la desembocadura del río Paz son los puntos claves en Ahuachapán; en Santa Ana, San Francisco Menéndez y Metapán.
La droga llega desde Ecuador y Colombia, vía marítima y aérea, en esta última los cárteles tienen pistas de aterrizaje clandestinas en Honduras y Guatemala, todas las rutas de entrada y salida están directamente conectadas con la ruta costera del pacífico, porque los cargamentos salen desde Acajutla, en Sonsonate y Garita Palmera, en Ahuachapán.
El Fantasma y su sucesor en El Salvador
El sustituto del narcotraficante guatemalteco, Marlon Francesco Monroy Meoño, conocido como el Fantasma, extraditado a Estados Unidos y que tenía vínculos con los carteles mexicanos de Sinaloa y del Golfo, llegó a El Salvador a principuos de 2017 para reactivar una red de pescadores que apoyan en el trasiego de drogas, según la Policía Nacional Civil guatemalteca.
Nadie conoce la identidad del narcotraficante, pero cada vez que viene a El Salvador, su presencia es detectada por la DEA y las autoridades salvadoreñas.
Los guatemaltecos se encargan de coordinar los trasiegos de droga en alta mar, los salvadoreños son subalternos.
El efecto “balón”
Como ya lo hemos dicho, la violencia en El Salvador, Guatemala y Honduras se ha recrudecido en los últimos años debido a la presencia de los carteles del narcotráfico.
Esta violencia generalizada es conocida como “el efecto balón”, el cual es descrito como la zona en donde se persigue con fuerza al narcotráfico que busca una morada más segura, razón por la cual los carteles de la droga han optado por instalarse en Guatemala, El Salvador y Honduras.
Estos países han sido los más afectados por la lucha contra el narcotráfico en Colombia, que ha obligado a los carteles a emigrar hacia México, convirtiéndolo en uno de los países más peligrosos del mundo.
Sin embargo, desde hace unos cinco años, el gobierno mexicano en colaboración con el gobierno de Estados Unidos, comenzó una acción militar en contra del crimen organizado, asestando duros golpes con la captura de líderes de carteles de las drogas y sus principales colaboradores.
Debido a esta situación “el efecto balón” ha avanzado al denominado triángulo norte de Centroamérica, conformado por Honduras, El Salvador y Guatemala.
El balón rodó a estos países incrementando la violencia, los homicidios y la presencia del narcotráfico con el aterrizaje de narcoavionetas y el trasiego de armas, entre otras.
Según la DEA, el 95 por ciento de la droga que llega a América del Norte desde América del Sur pasa a través de Centroamérica, lo que impulsa el alto nivel de criminalidad.
En algunos casos como en Honduras se han interceptado narcoavionetas, lanchas y submarinos que transportaban droga, en acciones encabezadas por las Fuerzas Armadas de Honduras en colaboración con la Agencia Antidrogas de Estados Unidos (DEA).
Las aguas del territorio centroamericano son frecuentemente patrulladas por buques de la Guardia Costera de Estados Unidos, estos patrullajes también son apoyados por el centro de monitoreo regional con sede en El Salvador.
En este centro de monitoreo se cuenta con radares, aviones tripulados y no tripulados que vigilan durante las 24 horas del día por la presencia de avionetas y embarcaciones que podrían transportar droga.