El 17 de agosto del 2017 quedará marcado para siempre en la historia de las Ramblas de Barcelona. A una semana del atentado terrorista, cada día se revelan datos nuevos de los autores de la masacre y pormenores de cuáles eran sus planes.
Pero también a través de las redes sociales conocemos historias que nos apartan de estos bárbaros. Como la de Bouchra Fahssi Rifi, una catalana musulmana que hizo llegar una carta a la redacción del diario El Periódico.
Comienza diciendo: «Me llamo Bouchra y soy musulmana. Atípica porque no llevo el cabello tapado, pero musulmana como cualquier otra mujer que pueda ir completamente cubierta. Para mí la apariencia no tiene que ver con la fe, una no es más o menos musulmana por la indumentaria».
Bouchra cuenta además en su misiva al diario que tiene 30 años, que es farmacéutica y que sus padres son de origen marroquí. Ella se ha criado y ha crecido en un pequeño pueblo del Pla de l’Estany, en Girona.
«Esta es mi tierra, mi casa, y ahora tengo miedo en mi casa», continúa su carta. «Como cualquiera, yo podría haber estado paseando por las Ramblas el jueves. Y no paro de darle vueltas. ¿Por qué? ¿Qué les ha llevado a cometer esta matanza? Es la tierra que los ha acogido como a mí y a mi familia, ¿por qué? ¿Y en nombre del Islam? ¿Cuál Islam? El mío seguro que no, lo tengo clarísimo», concluye Bouchra Fahssi Rifi.
Otra historia, humanísima por su honestidad, sale del blog www.boladevidre.blogspot.se. Son las reflexiones de Raquel Llull, educadora social de Ripoll.
En Ripoll, también en la provincia catalana de Girona, residían algunos de los terroristas abatidos por los Mossos, el imán cerebro de los atentados y otros de los detenidos que están siendo procesados por la Audiencia Nacional.
Raquel LLlul explica en su blog: «Estos niños eran niños como todos. Como mis hijos, eran niños de Ripoll. Como los que vemos jugar en la plaza, el que carga una mochila enorme de libros, el que te saluda y te deja pasar delante en la cola del supermercado, o el que se pone nervioso cuando una chica le sonríe».
En su labor como educadora social, Raquel estuvo cerca de los terroristas ahora muertos o encarcelados. «No puedo contener las lágrimas. Es más, no he podido parar de llorar desde el primer día y sé que nunca podré dejar de hacerlo. Estoy destrozada, rota por dentro», confiesa.
Desde este post de su blog www.boladevidre.blogspot.se, Raquel reconoce que tras los atentados el apoyo debe ir hacia las víctimas, los niños perdidos, las familias destrozadas. Mas la educadora social cree también necesario referir quiénes eran los jóvenes, para ella tan próximos en su trabajo como educadora social, que se convirtieron en terroristas. «¿Qué nos ha pasado? ¿En qué momento? ¿Qué estamos haciendo mal para que pasen estas cosas? Eran tan jóvenes, tan plenos, tenían toda una vida por delante… y mil sueños por cumplir».
Said, Moha, Moussa, Youssef, Omar… Younes… Houssa…», prosigue. «¿Cómo pudo ser Younes? Me tiemblan los dedos. No conocí nunca a nadie tan responsable como tú».
Y cierra así sus observaciones: «Los actos que habéis cometido no tienen explicación. La guerra, la ira, el odio, no llevan a ninguna parte. Nunca en nombre de nadie. Ni por nadie. Ni Dios, ni banderas, ni religión».