Por primera vez, el evento de inauguración de los Juegos Olímpicos se celebró fuera de un estadio, con el río Sena como escenario principal. Sin embargo, lo que realmente captó la atención del mundo fue la innovadora llama olímpica, que rindió homenaje a la historia francesa mientras miraba hacia el futuro.
Un diseño que desafía la tradición
Mathieu Lehanneur, el diseñador del pebetero olímpico, se inspiró en los hermanos Montgolfier, pioneros franceses del globo aerostático. El resultado es una creación única en la historia de los Juegos Olímpicos: una llama que se eleva en el aire.
El pebetero, con una altura total de 30 metros, se eleva otros 30 metros durante la noche, alcanzando una impresionante altura de 60 metros sobre el suelo. En su base, un anillo de 7 metros de diámetro simboliza la fraternidad, uno de los valores fundamentales de la República Francesa.
Tecnología de vanguardia para una llama sostenible
Lo que hace verdaderamente revolucionaria a esta llama olímpica es su funcionamiento 100% eléctrico. En lugar de combustibles fósiles, la llama utiliza una combinación de luz y agua para crear un efecto sorprendente y ecológico:
- 40 luces LED iluminan una nube de vapor de agua
- 200 boquillas de alta presión producen el efecto de humo
- La electricidad y el agua se suministran desde el suelo hasta la estructura del globo
Esta innovación, desarrollada en colaboración con EDF, representa un paso significativo hacia unos Juegos Olímpicos más sostenibles.
Un símbolo de luz y unidad
Luc Rémont, Presidente y CEO de EDF, describió este logro como una «revolución eléctrica». Por su parte, Lehanneur expresó que el pebetero representa «luz, magia y unidad», actuando como «un faro en la noche y un sol al alcance de la mano durante el día«.
La llama olímpica de París 2024 no solo ilumina los Juegos, sino que también señala el camino hacia un futuro más sostenible e innovador para el movimiento olímpico.