Llama poderosamente mi atención, -y entiendo que la de muchos fieles católicos- la intervención de las mas altas autoridades de nuestra Iglesia católica en los asuntos meramente políticos como lo es el caso de oponerse abiertamente a que el mas alto poder del estado para emitir leyes en el territorio nacional, busque la pacificación de los nacionales por medio de una amnistía, especialmente, cuando la filosofía general de la institución católica ha sido predicar desde siempre y por siempre, el perdón.
En el presente, y debido a que una Sala de lo constitucional, declaró inconstitucional una ley de amnistía que se dió hace mas de 25 años, y que bien o mal, logró de alguna manera pacificar en gran medida a nuestro país, víctima de una fratricida guerra, intereses foráneos, han logrado nuevamente fertilizar las semillas de la venganza y reabrir algunas heridas que-quiérase o no- comenzaban a cerrar, en las mentes y el recuerdo de la familias de los nacionales.
Sin embargo, ocurre que entre las víctimas, se encuentran religiosos, y además extranjeros, que de alguna forma, provocan que nacionales de sus países de origen, motiven a ciudadanos de dichas naciones, utilicen nacionalismos extremos, para en nombre de ellos, exigir reivindicaciones, y –desde luego.
Exigir remuneraciones por los “esfuerzos” realizados. De allí, que hacen nacer nuevas teorías, como la justicia “retributiva” y otras, dándole nuevas caras a la acepción única de la justicia, que es dar a cada quien lo que le corresponde. Nos llama la atención que las autoridades máximas de la Iglesia Salvadoreña, aún no se percaten de lo fácil que es caer en el error, y lo difícil que es enmendarlos.
Históricamente tenemos ejemplos que no son difíciles de rebuscar. Cuando la Biblia, el Libro Sagrado menciona que la creación se hizo en siete días, y la ciencia demostró que tal aseveración era una forma de expresar el orden de formación de las cosas, y no una unidad de tiempo, para la comprensión de los humanos.
Cuando se crearon los tribunales de la “Santa Inquisición” que condenaban a la hoguera a quien disentía con las “verdades” que proclamaba el tribunal, y que hicieron sacar de su boca al astrónomo Galileo Galilei aquella lapidaria frase “Y sin embargo se mueve…” cuando el tribunal se retiró tras absolverlo tras su retractación de que no era el universo el que giraba alrededor de la tierra.
O el gran cisma provocado por Martín Lutero al denunciar el hecho de que las indulgencias no se podían vender ni cambiar por donaciones aunque fueran para ayudar a la construcción de la catedral de San Pedro en el Vaticano.
Eso dio lugar a la gran separación de los protestantes.
Ahora la Iglesia pide, reclama y exige, que para perdonar, se investigue, quien o quienes fueron los que cometieron los crímenes de LESA HUMANIDAD (¿quien los califica así?) y que sólo estos se castiguen, y hasta la fecha, no se denuncian los cometidos por la izquierda o la guerrilla.
En la oración que Jesús nos enseñó, el Padrenuestro, se dice “ …perdónanos nuestras ofensas, así como nosotros perdonamos a quienes nos ofenden … “ pero en ninguna parte dice “hasta que hayamos averiguado quien nos ofendió”.
Enorme responsabilidad tendrá nuestra Iglesia en la reconciliación de nuestros hermanos para la restauración espiritual de nuestro país. Lo cierto es que El Salvador necesita una verdadera reconciliación social, en donde todo lo relacionado a la guerra civil quede en el olvido y en el pasado.
La forma civilizada no es por medio de la venganza. El ojo por ojo, dejaría un país de ciegos, y el método moderno es la amnistía. Me sorprende que los encargados de promover el amor y el perdón, tomen posiciones poco amistosas con sus semejantes.