«¿Por qué no es él nuestro Presidente?», así inmortalizó la revista norteamericana Rolling Stone en su última portada al primer ministro canadiense Justin Trudeau.
El medio, que celebra este año su 50 aniversario como revista dedicada al mundo musical pero también presenta atención a temáticas de actualidad, retrató al primer ministros de Canadá en su despacho oficial de Ottawa, reflejando su postura liberal, con corbata pero sin chaqueta, una imagen ya clásica.
Desde que asumió el poder en 2015, su carisma y su visión social revolucionó a la política actual. Son diversas las cualidades que lo hacen atractivo: tiene 45 años, es joven, atlético, extrovertido, le gusta bailar en público, es un apasionado de aspectos científicos como la física cuántica, posee un discurso feminista, apoya al movimiento LGTB, es ambientalista, abanderado de causas humanitarias y progresistas.
«Está tratando de Hacer Canadá Grande Otra Vez. Está usando, déjenos decir, diferentes métodos», señaló el autor del artículo, el escritor Stephen Rodric haciendo una alusión al eslogan de Trump ‘Make America Great Again’.
Su carisma de líder nato conquistó hasta al presidente de los Estados Unidos -aunque se lo contraponga con este- «tenemos un gran vecino en Canadá, y Justin está haciendo un trabajo espectacular», resaltó Trump en la cumbre del G-20.
Su fascinación -bautizada como el ‘efecto Trudeau’ -también alcanzó a otros mandatarios como Mauricio Macri, Barack Obama, Enrique Peña Nieto y el Príncipe William, con quien gestó una estrecha relación. Y al público femenino que se rinde frente a sus encantos.
Recibió de la Universidad escocesa de Edimburgo el título de Doctor honoris causa en reconocimiento a su compromiso con la igualdad y la diversidad. Fue el primer gobernante en encabezar la marcha del orgullo gay, este año lo volvió hacer por segunda vez.
En esa misma línea, su país se convirtió en 2016 en la nación de toda América que más refugiados sirios acogió tras la guerra civil del 2011. «Huyan del terror y de la guerra, Canadá les da la bienvenida independientemente de su fe», escribió en su cuenta personal de Twitter.
Todos sus mensajes tiene una fuerte presencia en las redes sociales, cada una de sus palabras adquiere viralidad. «Cada vez que se prende una cámara alrededor suyo, se genera un clima especial, se sabe que algo va a pasar. Lo que más se ama en internet de Justin Trudeau es que su personaje no conoce los límites, mientras que el político hace lo que tiene que hacer. Demostró que no sólo era el rompecorazones de Canadá ni un guapo que hacía yoga y se mantenía en forma. Se mantuvo sólido al lado de sus ideas», explicó Mike McNeill, periodista del Toronto Star.
El sitio de entretenimiento E! realizó un ranking de los 12 políticos más atractivos del mundo y Justin lidera el podio. A su vez, la revista Vogue edición Canadá lo incluyó en su lista de ’10 alternativas no convencionales al hombre vivo más sexy’. Más allá de su cuerpo tonificado, sus tatuajes, una sonrisa seductora supo superar los prejuicios en torno a sus belleza.
La familia que conformó junto a su amiga de la infancia, la hermosa periodista Sophie Grégoire, fue un eslabón fundamental. «En la primera cita me miró a los ojos y me dijo: ‘He estado esperándote 31 años. Vas a casarte conmigo. Vamos a formar una familia'», reveló la actual primera dama de Canadá, en una entrevista a Women on the Fence.
Comparte momentos cotidianos con sus tres hijos, Xavier, Ella-Grace y Hadrien, al igual que eventos significantes para el país. «Ser padre es el mejor trabajo que hay y mi motivación es pensar en el mundo en el que van a crecer mis hijos», resaltó Trudeau.
El apellido Trudeau es parte de la historia del país norteamericano. Su padre, Pierre, había ocupado el mismo puesto entre 1968 y 1979 y una segunda gestión entre 1980 y 1984, con altos niveles de popularidad. Por otra parte, su abuelo materno James Sinclair, que llegó a ser Ministro de Pesca de Canadá, fue el fundador de la dinastía.
A Trudeau padre lo llamaban el Kennedy canadiense, con un perfil de playboy mantenía relación con artistas del mundo como John Lennon y Yoko Ono. Su esposa Margaret, 30 años más joven, era una estrella de la noche neoyorquina de los setenta con algunos escándalos públicos.
Al igual que a la familia presidencial norteamericana, la tragedia los tocó de cerca al perder un hijo en 1998, Michel, en una avalancha de nieve mientras esquiaba.
Dos años más tarde, fallece Pierre a raíz de un cáncer de próstata, y en ese momento Justin, que terminaba el profesorado de francés sin aspiraciones claras, brindó un emotivo discurso ante invitados, entre los que estaba Fidel Castro.
Un década más tarde, la Trudomanía, revive. Justin se consagra como una de las figuras con alta imagen positiva entre los ciudadanos dando la bienvenida a una nueva concepción del hombre político del siglo XXI.