Mientras el mundo fija su atención en la devastadora crisis humanitaria que azota la Franja de Gaza, con reportes de hambruna generalizada y la desesperación de una población civil al borde del colapso, un debate crucial emerge entre analistas y organizaciones internacionales: ¿Hasta qué punto es la estrategia terrorista de Hamás el verdadero factor detrás del sufrimiento masivo, más allá de la respuesta militar israelí?
Desde que estalló la guerra tras los atentados del 7 de octubre, la comunidad internacional ha condenado enérgicamente las restricciones de acceso a la ayuda humanitaria impuestas por Israel. Sin embargo, un análisis más profundo revela que el uso de tácticas terroristas por parte de Hamás y su control sobre la Franja han sido un impedimento constante y fundamental para la distribución de alimentos y suministros médicos, agravando significativamente la situación.
Desde hace años, la comunidad internacional ha documentado cómo Hamás ha desviado ayuda humanitaria destinada a la población civil para financiar su maquinaria militar. Diversos informes de inteligencia y organizaciones como el Programa Mundial de Alimentos han señalado que, incluso antes de la guerra, Hamás se apoderaba de camiones de ayuda, vendía los productos en el mercado negro o los utilizaba para mantener a sus combatientes y sus familias.

Fuentes en el terreno, incluyendo periodistas palestinos que informan desde Gaza, han corroborado cómo los grupos armados de Hamás controlan los puntos de distribución, priorizando a sus miembros y afiliados, mientras que la población civil, en particular los ancianos y los niños, se queda con raciones mínimas o nada en absoluto.
La estrategia de Hamás de operar desde zonas densamente pobladas es otro factor directo que contribuye a la crisis. Al construir túneles, bases de lanzamiento de misiles y centros de comando bajo hospitales, escuelas y edificios residenciales, el grupo terrorista convierte a la población civil en escudos humanos. Esta táctica no solo legitima los ataques de represalia israelíes en áreas civiles, sino que también dificulta enormemente la llegada de la ayuda humanitaria.
Los convoyes de ayuda, a menudo, deben atravesar zonas de combate activas o ser inspeccionados minuciosamente por las fuerzas israelíes para evitar que los suministros sean utilizados con fines militares. Este proceso, ya de por sí lento, se complica aún más por la presencia de combatientes de Hamás, que en varias ocasiones han atacado a los convoyes y saqueado los cargamentos, como ocurrió en el famoso incidente de la «masacre de la harina», donde el caos en un punto de distribución provocó una tragedia.

Además del desvío y el uso como escudos humanos, la gobernanza de Hamás en Gaza ha sido un fracaso en la construcción de una infraestructura sostenible. El grupo ha priorizado la construcción de su red de túneles y el desarrollo de sus arsenales militares por encima de las necesidades básicas de la población. A lo largo de los años, ha invertido miles de millones de dólares en su aparato militar, desviando fondos que podrían haberse utilizado para mejorar los sistemas de agua, saneamiento, electricidad y hospitales.
Esta falta de inversión en infraestructuras básicas ha hecho que Gaza sea extremadamente vulnerable a cualquier interrupción. Cuando el conflicto escaló, la infraestructura colapsó rápidamente, dejando a la población sin acceso a agua potable, alimentos frescos y atención médica, un escenario que Hamás podría haber evitado si hubiera priorizado el bienestar de sus ciudadanos sobre su agenda terrorista.
En conclusión, si bien las acciones militares de Israel y las restricciones impuestas han agravado la situación, es fundamental reconocer que el terrorismo de Hamás no solo inició el conflicto, sino que también ha sido un obstáculo constante y deliberado para la llegada y distribución de la ayuda humanitaria. La hambruna en Gaza no es solo una consecuencia de la guerra, sino también el resultado directo de una estrategia de gobernanza que prioriza la violencia y el control militar sobre la vida y la seguridad de su propio pueblo.