Un vocero de la Embajada de los Estados Unidos en El Salvador confirmó el miércoles el retiro del embajador William Duncan al frente de la oficina diplomática debido a que el funcionario ha concluído su Servicio Exterior, después de 33 años de trabajo diplomático.
«El Embajador William Duncan está finalizando su misión en El Salvador. El Embajador Duncan se retira del Servicio Exterior después de 33 años. Expresó su profunda gratitud al gobierno y al pueblo salvadoreño por las múltiples muestras de cariño que les brindaron a él y a su esposa, Nora, durante los últimos tres años», indicó el vocero de la Embajada de Estados Unidos, la tarde del miércoles.
William H. Duncan concluye así una gestión diplomática que se extendió por más de dos años y medio y que estuvo marcada por desafíos significativos en la compleja relación bilateral entre Washington y San Salvador. La noticia, aunque esperada por los ciclos diplomáticos habituales, genera incertidumbre sobre el futuro de la cooperación y el diálogo entre ambas naciones.
El embajador Duncan asumió su cargo en El Salvador en diciembre de 2022, en un momento de particular tensión en las relaciones entre el gobierno de Joe Biden y la administración del presidente salvadoreño Nayib Bukele. Desde el inicio, su misión se centró en navegar estas aguas turbulentas, buscando promover la democracia, los derechos humanos, la seguridad regional y la cooperación económica, al mismo tiempo que lidiaba con las crecientes preocupaciones de Washington sobre el rumbo democrático y el respeto al estado de derecho en El Salvador.
Una Gestión entre la Cooperación y la Crítica:
Durante su tiempo en el país, Duncan fue una figura visible y activa, participando en diversos eventos públicos y reuniéndose con actores de la sociedad civil, empresarios y funcionarios gubernamentales. Su gestión se caracterizó por un delicado equilibrio entre la promoción de la asistencia de Estados Unidos en áreas como la migración y la seguridad, y la expresión de críticas constructivas sobre temas como el régimen de excepción, la independencia judicial y la libertad de prensa.
Fue precisamente en el ámbito de los derechos humanos donde la embajada, bajo el liderazgo de Duncan, mantuvo una postura más firme. En varias ocasiones, el embajador o su representación expresaron públicamente su preocupación por las detenciones arbitrarias bajo el régimen de excepción, la falta de debido proceso y las restricciones a la libertad de expresión, lo que en ocasiones generó fricciones con el gobierno salvadoreño.
Desafíos en la Relación Bilateral:
La relación entre Estados Unidos y El Salvador ha sido históricamente estratégica para Washington en Centroamérica. Sin embargo, en los últimos años, ha habido un distanciamiento notable. Estados Unidos ha impuesto sanciones a funcionarios salvadoreños por acusaciones de corrupción y socavamiento de la democracia, y ha expresado serias reservas sobre las decisiones políticas internas del gobierno de Bukele.
En este contexto, la labor de Duncan fue fundamental para mantener abiertos los canales de comunicación y buscar puntos de entendimiento en un clima de desconfianza. Aunque no siempre se lograron los avances deseados en las áreas más contenciosas, su presencia fue clave para la continuidad del diálogo bilateral.
El Futuro de la Relación:
La partida del embajador Duncan abre un nuevo capítulo en la relación entre Estados Unidos y El Salvador. La designación y confirmación de su sucesor podría llevar tiempo, y mientras tanto, un encargado de negocios asumirá el liderazgo de la misión diplomática.
En julio de 2024, Duncan elogió las condiciones actuales de El Salvador, en referencia a la seguridad y clima de negocios, instando a invertir en el país.
En noviembre de 2024, en una de sus más recientes declaraciones como embajador en El Salvador aseguró que «la transparencia e integridad son piedras angulares para la democracia y que son «herramientas que se necesitan para construir una administración pública responsable y efectiva».
La naturaleza de la futura relación bilateral dependerá en gran medida de las prioridades del nuevo embajador y de la voluntad de ambas administraciones para abordar las áreas de desacuerdo y fortalecer la cooperación en temas de interés mutuo. La salida de Duncan, sin embargo, marca el fin de una era en la que la diplomacia estadounidense en El Salvador se esforzó por equilibrar la necesidad de colaboración con la defensa de los principios democráticos y los derechos humanos.