Se anuncia el despegue y ya en el aire. Sin dar tiempo a cerrar los ojos y echar una siesta como Dios manda, el piloto se dispone a aterrizar. Sólo 8 minutos dura el trayecto desde el aeropuerto de St. Gallen-Altenrhein, en Suiza, hasta la ciudad industrial de Friedrichshafen, en Alemania. Con tal duración, este vuelo comercial internacional se mantiene, desde hace casi un año, como el más corto del mundo.
La pequeña aerolínea austriaca People’s Viennaline es la encargada de conectar estos destinos, en ambas direcciones, desde noviembre de 2016. Con 20 kilómetros de separación -o 13 millas- las dos ciudades europeas se miran las caras en lados opuestos del lago Constanza.
Este supersónico recorrido aéreo cuesta alrededor de 40 euros y beneficia tanto a los trabajadores de ambos lados del lago como a los turistas que visitan el área. De lo contrario, tendrían que conducir alrededor de una hora o tomar un viaje por tren de dos horas para ir de un lugar a otro.
Friedrichshafen es una ciudad muy demandada por su atractivo turístico y en especial por su importancia en la historia de la aviación. ¡Feliz coincidencia! Se conoce como el lugar donde fueron construidos y probados los primeros dirigibles Zeppelin.
El museo de estos increíbles artefactos voladores, los cafés dispuestos a lo largo del paseo junto al lago y las torres abovedadas barrocas de la Iglesia Palacio o Schlosskirche atraen cada año a cientos de visitantes a la urbe alemana.
Ahora por arte de birlibirloque, este destino queda conectado con territorio suizo. Pero no sería la primera vez que un vuelo comercial causa tanto alboroto por su corta duración.
Por casi 50 años, la aerolínea escocesa Loganair ha mantenido una conexión aérea entre las islas Westray y Papa Westray, en el archipiélago de las Orcadas, frente a la costa norte de Escocia.
Y aquí viene el dato que más nos interesa: la hélice de estos aviones Britten-Norman Islander, de ocho asientos, sólo se mantiene en funcionamiento poco más de 47 segundos o un minuto dependiendo del viento de cola.
Ni siquiera vale la pena pedirle un refrigerio a la aeromoza. Este viaje aéreo entre las dos locaciones escocesas figura en el libro Guinness de los récords como el más breve del mundo.
Otro recorrido que se hace en un abrir y cerrar de ojos es el que cubren las aerolíneas Camair-Co, de Camerún y la pan-africana ASKY. Ambas conectan las ciudades de Kinshasa (República Democrática del Congo) y Brazzaville (República del Congo) ubicadas una frente a otra y separadas sólo por las aguas del río Congo. Se conoce como el vuelo comercial más corto entre dos capitales y dura alrededor de 30 minutos.
Con el ánimo de ir de menos a más, pasamos al vuelo más largo del mundo. Qatar Airways se reserva el derecho del primer lugar.